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El combate entre Alí y Ringo Bonavena marcó un antes y un después en las transmisiones deportivas del país
Por EDUARDO TUCCI
OPINION
Quedó incorporado entre uno de los grandes acontecimientos del deporte argentino. El país prácticamente se detuvo a ver en la madrugada del 8 de diciembre de 1970 una pelea imborrable: el genial Alí frente al guapo Oscar Natalio Bonavena, que aguantó 15 rounds memorables.
El grandote de Parque Patricios, fanático de Huracán y de las fanfarronadas logró lo que no ocurría en el país desde la famosa pelea Firpo-Dempsey de 1923.
Durante el combate con Cassius Clay las calles quedaron vacías y los 79,3 puntos de rating de la televisación marcaron un récord absoluto durante veinte años sólo superado con los casi 82 del partido que jugaría la Argentina ante Italia en las semifinales del Mundial de Italia de 1990.
La pelea, que no tuvo un título en juego, había empezado mucho antes de subirse al ring. El grandote de la voz finita y Cassius Clay (o Muhammad Alí como empezó a hacerse llamar en aquellos años sesenta, después de haberse convertido al islamismo) se cruzaron en una dura batalla verbal antes de verse las caras en el legendario Madison Square Garden.
Lo primero que preguntó Ringo a poco de pisar Nueva York a fines de noviembre del 70 fue: “¿Por qué no te alistas en el Ejército?, gallina”, dirigiéndose a Clay que era siempre el que provocaba primero a sus rivales.
El morocho le contestó paseándose con un toro por la Quinta Avenida de Nueva York y tratando de gallina al argentino, con coreografía incluida, antes de una conferencia de prensa.
Pero la cosa no terminó allí. Después de innumerables pronósticos de nocaut de un lado y del otro, en el examen médico Clay se sentó al lado de Bonavena y el grandote de Boedo se apretó la nariz con la mano izquierda mientras con la derecha le indicaba al campeón que se alejara porque “olía mal”.
Así llegaron al día del esperado combate. El argentino siguió con los atropellos contra Alí confiado en su victoria, agrandado como nunca.
Ya en el cuadrilátero, Bonavena guapeó de una manera increíble ante un rival que tenía mayor alcance y mostraba cierta superioridad.
A tanto llegó el empuje del argentino que en el noveno asalto -el que Alí había fijado como el del triunfo- estuvo a punto de quedarse con el duelo. Cayó Clay, aunque por el impulso de un golpe fallido.
Fueron quince asaltos dramáticos. El norteamericano y el argentino brindaron un espectáculo para el recuerdo, que se estiró hasta el minuto final del último asalto.
Ringo peleó con miles de personas en su contra y ante el mejor boxeador de los pesos pesados, manteniendo la emoción sobre el cuadrilátero y dejando en suspenso al ganador.
Lo primero que Ringo le preguntó a Alí a poco de pisar Nueva York, a fines de noviembre del 70, fue: “¿Por qué no te alistas en el Ejército?, gallina”. Así empezó a provocar al gran provocador
Finalmente, tal como destacaron coincidentemente las crónicas de la época, Bonavena salió a jugarse el todo por el todo en el último round, desoyendo los consejos que desde su rincón le hacían llegar Gil Clancy -un técnico contratado para esa pelea- y los hermanos Rago, que lo habían conducido durante toda su carrera. Cuando preparaban la campana para marcar el final, tras un cruce, Ringo terminó en la lona.
El árbitro no le exigió a Alí dirigirse a un rincón neutral, se quedó al lado de Ringo y volvió a derribarlo las dos veces que se levantó.
Fue nocaut automático, por tres caídas. La enorme guapeza del argentino hubiera merecido que terminara de pie.
Punto final para un duelo que se extendió en el tiempo y forma parte de una de las páginas de oro de la historia del box argentino y del deporte nacional en su conjunto.
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