No hay detenidos por el crimen de un hombre en el barrio San Carlos

A pocas horas del crimen de Orlando Casimiro en San Carlos, que intentó evitar que asaltaran a unos chicos del barrio y recibió un disparo en el tórax, otro robo trajo mayor conmoción en toda la zona.

Según trascendió, el hecho ocurrió en las calles 522 y 138, donde un grupo de delincuentes se apoderó de dinero y otros efectos de valor.

Demás está decir que la inseguridad es una palabra que está en boca de todos los vecinos, quienes, como ocurre en casi todos los sectores de la Ciudad, reclaman mayor presencia policial.

Tras lo ocurrido, un frentista aseguró en declaraciones a una radio que “la zona está muy peligrosa. Ultimamente están robando mucho y a punta de pistola. Son dos muchachos en moto”.

“La verdad que no se puede ni andar. A las siete de la tarde te tenés que meter adentro, porque te roban todo y la gente anda con miedo. Para colmo hay mucha gente grande, mucha gente mayor”, añadió.

Con relación al asesinato, ocurrido el lunes pasado en 35 entre 147 y 148, por el momento no hay detenidos.

La hipótesis más firme, según las fuentes judiciales consultadas por EL DIA, apunta a “delincuentes comunes”, que actuarían bajo la modalidad conocida como “motochorros”.

Por este caso, la familia de Casimiro clama por justicia y también pide testigos para identificar a los homicidas.

Si bien no se descarta nada, se sospecha que vivirían no muy lejos del lugar donde desataron el horror.

Orlando era un zinguero peruano, que estaba radicado en el país hace 24 años.

El lunes a la madrugada estaba en un cumpleaños cuando escuchó ruidos extraños y, al salir a ver qué pasaba, se encontró con un asalto callejero.

Las víctimas eran cuatro, todos menores e iban caminando. Ninguno pudo animarse a resistirse cuando vieron las pistolas, a pesar de la oscuridad que dominaba la esquina de 148.

La buena intención de Casimiro era más que las nulas herramientas a su alcance. El vecino sólo pudo asomarse a la vereda, detectar la situación y gritarles a los asaltantes. Detrás de él, otras personas que estaban en la fiesta también salieron a la vereda.

En un primer momento su objetivo se cumplió. Los ladrones no pudieron robar nada, se subieron a la moto enduro negra que tenían y se alejaron unos pocos metros.

“Cuando vieron que iba saliendo cada vez más gente de la casa se creyeron que los podían agarrar, porque se les iban al humo. Y por eso empezaron a los tiros, para cualquier lado. Dispararon como cinco veces”, aseguró Javier (25), uno de los hijos de la víctima.

Los balazos dieron en distintos lugares. Algunos fueron a la tierra de la calle 35 y otro se hundió en un auto estacionado, pero hubo uno que pegó de lleno en el pecho de Orlando.

La Policía de la zona fue alertada de inmediato vía 911. Los agentes cumplieron con el protocolo de pedir una ambulancia al 107, pero les anticiparon “una demora de tres horas”, según Javier.

Entonces, a los oficiales no les quedó otra que cargarlo en el patrullero y llevarlo lo más rápido posible al hospital de Romero.

Casimiro dio pelea por varias horas. El tiro le había afectado la arteria aorta, lo que le generó una hemorragia que para los médicos terminó por ser incontrolable.