

Medicina. La doctora Marisa Cobos creó el departamento de tutorías que hoy reúne a profesores, ayudantes diplomados y estudiantes avanzados de la carrera (foto) - gonzalo mainoldi
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Las facultades que las tienen las adaptan a sus realidades y ayudan a evitar las deserciones
Medicina. La doctora Marisa Cobos creó el departamento de tutorías que hoy reúne a profesores, ayudantes diplomados y estudiantes avanzados de la carrera (foto) - gonzalo mainoldi
Por Carlos Altavista
“¿Cuando vos empezaste la facultad había tutores? -No. ¿Y cómo se arreglaban sin una Silvi?”. La pregunta la hizo un alumno de 1º año de la carrera Ingeniero Agrimensor durante una reunión de estudiantes con Silvana Ríos Jacobsen (Silvi), la tutora de la especialidad. Desató risas. Pero él preguntó en serio. No se imaginaba transitar el paso de la escuela a la universidad sin la guía de la joven. Es que las tutorías hoy son una herramienta que, literalmente, evita deserciones seguras en la educación superior.
Lo afirma a pie juntillas Yanina Guzmán, ingresante oriunda de Berazategui. “Cuando en enero empecé a cursar Matemática PI (Matemática para Ingeniería, nombre del curso de ingreso a la facultad) fue como arrancar de cero, ya que no tuve esa materia en el último año del secundario. Era todo nuevo, muy rápido, intensivo, y en casa nadie me podía ayudar. Si no fuese por ella (Silvana), yo no estaría acá”, subraya.
La (casi) ingeniera agrimensora explica que “aquí se comenzó hace más de diez años con las tutorías. Es una de las facultades pioneras. Cuando llegué de Chubut y comencé el curso de admisión sufrí un montón. Estaba en una pensión donde todas las noches había fiestas y, en medio de eso, yo tenía que estudiar Matemática para rendir los exámenes -sonríe-. No conocía a nadie, la ciudad me resultaba gigante, la facultad más todavía. Hubiese querido tener un tutor”, confiesa hoy Silvana, quien lleva cuatro años guiando a chicos en la parte académica y apoyándolos en cuestiones más personales.
“En este momento contamos con trabajadores sociales y psicólogos para derivar casos que se nos van de las manos”, realza, para comentar que “hay quienes vienen de familias sin tradición universitaria y nos cuentan que en sus casas, cuando desaprueban un parcial, les dicen que vayan a trabajar. Hay quienes se vienen abajo solos, porque en el colegio no estaban acostumbrados a desaprobar. Hay quienes tienen cuestiones familiares y laborales. De todo, digamos. Pero el consejo uno, dos y tres es ‘no abandonen’. No pueden dejar de lado un sueño por reprobar una materia o tener que recursar. ¿Necesitan ayuda? Pídanla. ¿Tienen que recursar? Recursen. A la larga se darán cuenta de que esas cosas, que la primera vez parecen el fin del mundo, son sólo complicaciones en el camino”, describe con claridad meridiana la joven chubutense.
“Desamparo”. Es el adjetivo que utiliza el estudiante avanzado de Medicina y tutor de esa facultad, Raúl Riveros, para describir la situación en que se encuentran muchos ingresantes. “El principal problema con que nos encontramos es el abismo que los chicos sienten al hacer la transición entre la vida escolar y la universitaria”, acota su compañera Agustina Bruno, y agrega que “lo que tratamos de transmitirles es nuestra experiencia, que se forjó en base a aciertos y errores. La idea es guiarlos para que no cometan las mismas equivocaciones”.
“El consejo número 1, 2 y 3 es ‘no abandonen’. No pueden dejar de lado un sueño por desaprobar exámenes o por tener que recursar una materia”
Dafne Mygdalis remarca que “hay muchos casos donde la tutoría pasa por un apoyo extra académico. Se dan muchas situaciones de desarraigo en los chicos del interior. Pero también cuestiones más simples. A mi me tocó una chica que había tenido que dejar el deporte, algo muy importante para ella porque lo hizo desde chiquita, a raíz del estudio, y buscamos juntas la forma de que lo retome”. Gastón Mangone, otro tutor de Medicina, comenta: “Es clave ponerse en los zapatos del otro. A veces, para uno algo no tiene importancia, y para el alumno o alumna la tiene y mucha”.
La doctora Marisa Cobos, directora del departamento de tutorías e ideóloga del proyecto que en 60 y 120 arrancó en 2015, califica ese tipo de relación que debe lograrse con la palabra “empatía”. Y enfatiza otro punto clave de las tutorías: “la decisión final sobre qué o no hacer es del alumno tutoreado”.
Alejo y Juan Pablo Cucci y Ricardo Britos Fodor, otros tres integrantes del equipo de 13 estudiantes avanzados que se han sumado a profesores, jefes de trabajos prácticos y ayudantes diplomados que integran el staff del departamento, apuntan “la dificultad que existe a la hora de abordar un texto académico, saber dónde buscar información y qué información importa, cómo preparar un examen, cómo desenvolverse en soledad entre miles de alumnos” cuando se llega desde un sitio donde el joven era conocido hasta por su apodo.
“Lo mejor es saber que con unas horas de tu vida podés transformar la realidad de muchos chicos, que recién pisan la universidad, para toda su carrera”
Cobos cuenta que, como integrante de la comisión de enseñanza del consejo directivo, siempre recibió y recibe “expedientes con problemáticas de alumnos. Y un día pensé: lo que les pasa es que nadie los orienta”. Así nació el departamento de tutorías, que “en 2015, con 400 ingresantes, implementó un programa obligatorio. Cada alumno tenía un tutor. Ahora, con más de 3.000 en primer año, es imposible llevarlo a cabo, no existe estructura para sostenerlo de manera correcta. Lo que hicimos este año fue un trabajo fuerte en el curso de nivelación para que todos conozcan esta herramienta. Y antes de finalizar el mismo, ya teníamos inscriptos”, destacó.
Ahora bien, ¿qué le aporta la experiencia al tutor? Matías Arroyo, estudiante de 5º año de la carrera de Contador Público, es contundente: “Te hace crecer mucho. Te muestra muchísimas realidades, únicas, de cada uno de los chicos que vienen en busca de tu ayuda, a veces con alguna duda puntual, a veces por contención o simplemente para generar un vinculo. Te forma, siendo también ayudante, en los primeros pasos para poder ser luego docente, si es la idea de uno seguir ese camino. Y la mejor parte es saber que con unas horas de tu vida, empleadas para tener un punto de encuentro con los chicos que recién se inician en la vida universitaria, podes transformar la realidad de muchos para toda su carrera. Incentivarlos a seguir, a no bajar los brazos, a compartir tus técnicas de estudio, tus experiencias y vivencias”.
En forma presencial de tanto en tanto y “siempre” a través de internet, las tutorías “son excelentes para entender los temas dados en clase y para no perder el ritmo de la facultad, ya que muchos se bajonean por no aprobar exámenes”, resume Matías Curbelo, alumno de Turismo. Evitan deserciones seguras.
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