La tía de Sheila se corrió de la escena: dijo que el día del crimen su marido estuvo solo

Menos de 24 horas después de dar a luz a su cuarto hijo e internada en calidad de detenida, Leonela Ayala (25), tía paterna y madrina de Sheila Ayala, se corrió de la escena del homicidio de la nena de 10 años al declarar que el día del crimen no estuvo en su casa. Dijo que se había ido con sus tres hijos y que su pareja, Fabián González (24), también imputado, fue el único que se quedó en la vivienda.

Así, la mujer no ratificó los dichos que le adjudican los policías que la detuvieron el jueves pasado: “Tomamos droga y alcohol. No sabemos cómo llegamos a eso”.

En la Maternidad Eva Duarte de Perón, de Malvinas Argentinas, Ayala declaró ayer durante casi una hora y media ante el fiscal Gustavo Carracedo, acompañada por la defensora oficial Patricia Kenny.

Según su versión, González habría tenido más de seis horas -entre las 11.30 y las 18 del domingo- pasado para secuestrar y matar a Sheila en un supuesto intento de abuso, sin ayuda de nadie.

Más allá de su declaración, la mujer seguirá presa. Es que una testigo declaró en las primeras horas del caso que la niña se había ido con alguien que la llamó por su nombre y a quien ella saludó como “tía”. Además, deberá explicar por qué no denunció la presencia del cadáver de su sobrina si-como se supone- estuvo por lo menos un día en su propia casa.

González, en cambio, se negó a declarar al ser informado de la imputación de homicidio doblemente agravado por alevosía y femicidio, que contempla la máxima pena: perpetua. A él lo complican, además, varios rasguños que tiene en los antebrazos y que se los habría hecho Sheila en un intento por defenderse.

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Servicio Social ya decidió quitarle a Ayala la tenencia de sus cuatro hijos (dos nenas de 9 y 7 años, un varón de un año y cuatro meses y el recién nacido). Los tres más chicos son de González.

Más allá de los dichos de Leonela, la fiscalía supone que ambos acusados idearon un plan para asesinar a la menor y que lo hicieron en su vivienda del segundo piso, dentro del complejo usurpado “Campo Tupasy”, entre el mediodía del domingo 14 -cuando se la vio por última vez jugando en el patio de su casa con una amiga- y el martes 16. En el informe preliminar de autopsia se detalla que Sheila fue “estrangulada a lazo con una sábana”, lo que le produjo una “asfixia mecánica por compresión cervical externa, que la llevó a su muerte a consecuencia de un paro cardiorrespiratorio traumático”.

Para la fiscalía, los acusados “se aprovecharon de su estado de indefensión. Al ser de tan corta edad no pudo defenderse ante una embestida de dos personas que la superaron en fuerza, sumado a que la menor al ser familiar directo de los imputados se confió en que este ataque no ocurra, y que González Rojas abusó de una relación desigual de poder con la víctima”.

El cadáver fue encontrado el jueves en un hueco entre dos paredes linderas, pertenecientes a la vivienda y a una fábrica de recolección de residuos, zona que fue rastrillada en las primeras 48 horas posteriores a la desaparición. Por eso cobra fuerza la teoría de que el cuerpo estuvo escondido en la casa de los acusados, donde se halló un colchón lleno de moscas, bolsas de residuos similares a las usadas para cubrir el cuerpo y cintas de embalar. Los restos de Sheila fueron despedidos ayer en el cementerio municipal de San Miguel y solo participó de la ceremonia la familia materna.