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El jueves llega a las salas “El nacimiento del Dragón”, que repasa un episodio mítico de la vida del artista marcial de muerte misteriosa
Bruce Lee sigue vivo: maestro que elevó las artes marciales, inspirador del MMA, ícono de los inmigrantes, primer asiático en ser estrella en Hollywood y puro carisma, la temprana muerte y misteriosa muerte del artista marcial, ocurrida hace 45 años, no consiguió opacar una leyenda que volverá a la pantalla grande el jueves, con “El nacimiento del Dragón”.
La cinta tiene lugar ocho años antes de la muerte de Bruce Lee, y se inspira en el duelo histórico de 1965 de Lee frente a Wong Jack Man, el maestro de kung fu más famoso en China en ese momento. La historia se desarrolla desde el punto de vista de Steve Macklin, discípulo de Lee, que luchará junto a él y Wong contra los gangsters de Chinatown, en una biopic que juega con el mito del artista.
Lee estuvo unido a la industria del cine desde el primer momento: quien sería una megaestrella del cine de Hong Kong nació en San Francisco (EE UU), a horas de Los Angeles, de casualidad, mientras su padre, el actor chino Lee Hoy Chuen, se encontraba de gira teatral, y con el paso de los años se convirtió en el mejor luchador de artes marciales.
Los mitos en torno a su persona son infinitos. Uno que es cierto es que, si la mayoría de películas de artistas marciales se aceleran para hacer parecer que las secuencias de lucha son más rápidas –véase cualquier trabajo de Jackie Chan-, en los filmes de Lee se hacía al revés. Sus golpes eran tan rápidos que sus secuencias debían ser rodadas a 32 imágenes por segundo, lejos de las 24 habituales. Si no, no se podrían apreciar sus movimientos: porque antes de actor, una tarea que encaró para llevar a más gente al “camino del Tao”, Lee buscaba revolucionar las rígidas formas del kung fu. De tanto estudiar escuelas, variables y técnicas, se convirtió en un eximio luchador.
Pero el carisma de Lee desembarcó en la televisión norteamericana recién en 1966, cuando ya tenía 26 años y era una leyenda en Oriente, con la serie “The Green Hornet”: para entonces ya era bastante popular, al igual que su “jeet-kune-do” (camino del puño interceptor), famoso entre niños y adultos, también en Occidente. En aquella serie daba vida a Kato, el chófer del Avispón Verde, un superhéroe enmascarado.
Desde aquella primera cita con las cámaras, su fama no hizo más que aumentar hasta convertirse en una leyenda, además de ser el protagonista de toda una colección de taquillazos cinematográficos. En tan solo siete años, protagonizó seis películas y apareció en un sinfín de series televisivas. ¿Cuál era su habilidad principal? Lee reducía a sus enemigos con golpes certeros y rápidos, a veces acompañados de acrobáticos saltos, a veces de gritos atemorizadores.
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Sabía de “tai chi” y de filosofía, y su variedad de “kung fu” se denomina “wing chung gung fu”. En el filme “Meng long guojiang” (“El furor del dragón”, 1972), acabó con Chuck Norris en nueve minutos y así impuso la supremacía asiática frente a la Occidental, en las ruinas del mismísimo Coliseo romano. Sus movimientos de cobra hacían estragos. Su traje amarillo inspiró, además, al mismísimo Quentin Tarantino en “Kill Bill 1”.
Su hija Shannon, no obstante, relató la parte sombría de aquel mito, en el acto de presentación de la estatua de cera de su padre en el Museo de Madame Tussaud: “Mi padre representa a alguien que llevó adelante una lucha étnica en su vida y la superó”, en referencia a la discriminación con la que Lee tuvo que enfrentarse en Hollywood a causa de su origen. En esta enorme batalla también venció.
Lee se crió en Hong Kong, fue mal estudiante y un adolescente pendenciero. Sin embargo, era un excelente bailarín y a los 18 años ganó el premio Hong Kong Cha Cha Cha Championshi. También destacó en el boxeo. En Estados Unidos, en Washington, se pagó sus estudios universitarios –quiso saber sobre los principios filosóficos de las artes marciales- dando clases de artes marciales: hasta abrió su propia escuela.
Entrenaba a diario ocho horas, lo que le facilitaba sus proezas físicas en la gran pantalla. No hay trucos en sus secuencias de acción. Tumbaba a sus adversarios con patadas laterales y voladoras, con golpes a distancia corta, con armas que utilizaba con destreza, tales como la técnica filipina de los dos palos, el “bo” o palo largo, o el “nunchaku”.
Su muerte, hace ahora 40 años, sigue rodeada de un confuso halo. En Hong Kong, en el apartamento de una amiga, la actriz china Betty Ting Pei, a mediodía, sintió un dolor de cabeza y se tumbó en la cama. Betty le dio un analgésico, y al poco Lee entró en coma. Llevado al hospital, ingresó sin vida. Tal vez sufrió un ataque de epilepsia, tal vez padeció un síndrome de muerte súbita derivado de la epilepsia. Quizá murió de un aneurisma: la autopsia demostró que su cerebro se había inflamado comprimiéndole la caja craneal. Con su esposa, Linda Lee Cadwell, tuvo dos hijos: Shannon y Brandon Lee. Éste falleció al comienzo de su carrera artística durante un accidente en el rodaje de la película “The Crow” (1994).
Aunque Bruce Lee iba a protagonizar la serie “Kung Fu”, que pondría de moda la filosofía oriental, finalmente le dieron el papel a John Carradine, un actor occidental. Pero sus seguidores le recordarán siempre por “Tang shan da xiong” (Kárate a muerte en Bangkok, 1971), “Jing wu men” (Furia oriental, 1972), “ Meng long guojiang” (El furor del dragón, 1972) o “Enter the Dragon” (Operación Dragón, 1973), que se estrenó después de su fallecimiento, el 20 de julio de 1973.
Tras su muerte, la industria chica sobreexplotó la figura del artista marcial en las películas de este genero, destinadas a un público ávido de acrobacias y golpes de kárate. Sin embargo, la figura de Bruce Lee ha quedado encumbrada como ninguna otra al altar de los iconos cinematográficos y, cada tanto, como este jueves, desde el más allá nos visita con alguna película que recuerda su excepcional vida.
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Otra escena del filme que llega a los cines esta semana / outnow
Phillip Ng encarnando a su ídolo, Bruce Lee / outnow
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