Lo vivieron en otros tiempos, pero con la misma pasión

Federico Lagorio y Nicolás Tagliani, quienes compartieron época y posición dentro del campo, hoy están alejados de todo pero no se olvidan de una etapa que los marcó para siempre.

Federico Lagorio decidió no tener más nada que ver con el fútbol. Se cansó de la inestabilidad, de viajar de un lado a otro, de la vorágine y la locura. Tiró las anclas en un pueblo cercano a Paraná y emprendió algo completamente diferente que hoy le da tranquilidad.

Si bien “Carucha” intentó seguir ligado a la pelota siendo ayudante de campo de Andrés Yllana, tomó la decisión de abrirse otro camino y cambiar de vida de una vez por todas. Sin embargo, no se olvida del Lobo. El ex delantero nunca se desentendió del mundo Gimnasia y contó que siempre sigue al albiazul, obviamente desde otro lugar y a la distancia.

En la antesala del Clásico 160 de la historia, el ex 9 mens sana le contó a este diario que “a Gimnasia siempre lo sigo, leo siempre los diarios por internet y estoy siempre pendiente de lo que sucede en el Club, siempre deseando lo mejor. Y espero que vengan épocas mejores para la institución”.

Metiéndose de lleno en lo que será el derby, que encontrará en el banco mens sana a un ex compañero suyo como el Indio Ortiz, señaló: “Es un Clásico raro porque los dos vienen mal, con cambios de técnicos y prevalecerá la parte mental porque los entrenadores tuvieron poco tiempo para trabajar. Será muy importante ese aspecto”.

Y según él, justamente esa parte, es la que el Indio sabe trabajar muy bien: “Lo conozco bien, jugué con él y trabajamos en inferiores, sé lo que puede darle al jugador desde la motivación, el trabajo táctico también, pero sobre todo puede darle a los jugadores una inyección anímica importante”.

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Asimismo, se refirió a las previas que se vivían antes de enfrentar al Pincha: “Se jugaba con público visitante y era lo más lindo que había. Me acuerdo que cuando jugábamos en cancha de Estudiantes nos cambiábamos en el Poli y llegábamos al estadio cambiados para la entrada en calor. El recibimiento de la gente era terrible. Era una experiencia que hoy no se puede vivir y no es lo mismo para los jugadores, los recibimientos se extrañan mucho, era algo muy lindo para sentir”.

MOMENTOS IMBORRABLES

Hoy, lejos del ambiente del fútbol, cuando se le nubla la vista e inquiere en los rincones de su memoria para recordar lo que vivió con una camiseta puesta, admite que son cosas irremplazables. Momentos imborrables como su recordado gol a Ferro en el ‘95.

“Nada de lo que uno pueda hacer ahora va a reemplazar lo que te daba el fútbol en cuanto a sensaciones claramente, son mundos completamente diferentes. Ese gol a Ferro fue el mejor momento, no sólo en Gimnasia, si no de mi carrera. Fue el gol que más disfruté, el más importante, porque nos daba las esperanzas de obtener un campeonato que lamentablemente después no se pudo obtener. Pero fue lo más emocionante que viví en mi carrera”, comentó “Carucha”.

Gimnasia también le regaló otras experiencias más allá de lo deportivo: una formación como persona que asegura, hoy aplica en todos los ámbitos de su vida, y también, amigos.

“El fútbol me dio la posibilidad de formarme como persona, me ayudó mucho a tener una conducta en la vida, muchas responsabilidades, y eso se traslada a cualquier ámbito en el que uno se pueda desarrollar. Te forma. Y uno lo emplea en cualquier emprendimiento. Así que soy muy agradecido de eso. Me dejó también muchos amigos, con los que estamos en contacto, por teléfono o mensajes”

Esos amigos son “Andrés Yllana y Darío Aurelio, con quienes siempre estamos en contacto. Y obviamente después cuando uno se encuentra con otros compañeros es como si nunca te hubieses separado. Ha quedado una muy buena relación, y estas son cosas que también te deja el fútbol, las amistades”.

EMPRENDIMIENTO CON LA PELOTA BIEN LEJOS

“Mi último paso por el ambiente del fútbol fue justamente con Andrés Yllana en Brown de Puerto Madryn, donde fui su ayudante de campo. Después de eso ya tomé una decisión de vida de dejar todo y emprender un negocio con un grupo de amigos”.

La familia Lunkin fue la que le sugirió esa oportunidad comercial a la que se refiere. El ex futbolista buscaba redireccionar su vida y echar raíces en un lugar para comenzar de nuevo.

“Pusimos una estación de servicios, ellos ya tenían algunas, son de la marca Texom, que en La Plata también hay. Hablé con ellos para empezar a dedicarme a otra cosa y pusimos una acá en Seguí, Entre Ríos, a unos 40 kilómetros de Paraná. Ya hace tres años, desde diciembre de 2015, que estamos dedicándonos a esto”, comentó.

Convencido del nuevo rumbo que tomó, dejó en claro que se trata de una decisión de vida de la que no se arrepiente. Tomarla era cuestión de tiempo y ese momento llegó hace ya tres años.

“Es una decisión de vida porque el fútbol, más que nada la dirección técnica, es muy inestable. Vas de un lado para otro, no tenés estabilidad en lo personal y yo quería instalarme en un lugar y por eso tomé esa decisión. Ya de jugador viajás para todos lados y como técnico también. Mucha inestabilidad para lo que yo pretendía para mi vida. Estoy muy tranquilo acá en este pueblo, con mi novia que conocí en México. Por todo esto hablé con mis amigos y decidimos encarar este proyecto”, destacó.

La fuerza de su deseo de estabilidad contribuyó rápidamente en la adaptación y al encauce de un nuevo camino. Se lo nota cómodo y a gusto y su nueva vida no le pesa en absoluto. Encontró lo que estaba buscando.

“Este es un pueblo lindo, tranquilo, hay mucha seguridad. Me adapté muy rápido, la gente es muy amable y estoy muy contento acá. La vida lejos del fútbol es más tranquila. No hay más adrenalina, es todo más estable. Nada que ver, es un mundo diferente”, cerró Carucha, quien en Seguí encontró la estabilidad que siempre deseó, haciéndole un lugar a la tranquilidad y respirando aire de pueblo. Sin olvidarse de las raíces. Recordando siempre al Lobo.

Los recuerdos de Tagliani

El ex jugador de Estudiantes, Nicolás Tagliani, tuvo siempre un perfil extrovertido, muy diferente al de Lagorio. Mientras fue futbolista llenó un baúl de anécdotas futboleras y otras no tanto, con looks polémicos, algunas peleas, y bromas pesadas que hoy recuerda sonriente. Una de esas tantas, se dio en un Clásico platense.

En la antesala del choque número 160 de la historia entre Pinchas y Triperos, el ex delantero, radicado en Bariloche y que supo ser compañero del actual DT, Pablo Quatrocchi, se encargó de recordarla en diálogo con este diario. Corría el año 1997, Gimnasia llegó a 1 y 57 para enfrentar al León como tantas otras veces y el punta reconoció que ante una situación puntual se le “volaron los patos”.

“Se me volaron los patos. En la platea estaba mi vieja con un amigo mío que vivía en Estados Unidos y había un hincha pincha que me insultaba. Me había pegado el Mellizo Gustavo y yo me le retobé, justo vino Guillermo en un córner y me rompe la boca de un codazo. Entonces en otro córner le pego una piña de costado en una costilla y el árbitro me amonesta”, contó a modo de introducción. Y rápidamente agregó el desenlace que desató el escándalo en la platea: “Perdíamos 2 a 1 y el tipo me puteaba. Y en una jugada vino un centro de Leo Ramos y la clavo de cabeza para el 2 a 2. Me fui corriendo a gritárselo al tipo mientras mi amigo le daba trompadas adelante de mi vieja. Son cosas que quedan en el recuerdo”.

Claro que también hubo una situación afuera del campo, que terminó con su salida del club pasando a Quilmes a préstamo. “Iba en el auto con la que era mi novia en ese momento y un hincha de Gimnasia me reconoció y me escupió el parabrisas del auto. Me bajé y le pedí que me limpiara el auto. Pero me dijo que no, me mandó al carajo. Eran dos y me peleé con los dos. Me acuerdo que salió por todos lados y después de ahí tuve que irme a préstamo a Quilmes por ese quilombo que había hecho”.

De su paso por el Pincha, rescató una gran amistad que cosechó: la de Martín Palermo: “Un amigo, bien amigo es el Loco Palermo. Un grande. Tengo una relación muy linda, que es lo único bueno que me quedó del fútbol”, contó y además resaltó el buen trato que siempre tuvo con Verón, Alayes, Testa, Romeo y Fúriga.

“ME TILDABAN DE LOCO PERO MIS LOCURAS ERAN SANAS”

Para Tagliani, su personalidad, carácter pero también sus tatuajes o cortes de pelo, siempre le jugaron en contra dentro de la sociedad y cree que muchas veces debió pagar por eso. El ex delantero, en su momento, fue acusado incluso de alcohólico cuando junto a un compañero de Colo Colo fueron interceptados por la policía chilena saliendo de un boliche.

“En ese momento en Colo Colo había llegado Principiano de Racing. Yo no tomo alcohol. Salimos un miércoles y él sí había tomado y nos paró la policía. Era en Santiago. A mi me dio cero el alcoholemia, y a él que venía en su auto atrás, le dio positivo. Se lo llevaron preso, yo al otro día entrené normal. Pero salió en el diario: ‘Tagliani y Principiano, curados (borrachos) en Vitacura’. Y yo nada, le pedí a él que lavara mi nombre pero no apareció más. Se comió un día preso”, recordó el protagonista.

“En esa época en Colo Colo estaba de entrenador Jaime Pizzarro. A mí por los tatuajes, los chilenos me hacían un doping por mes, pensaban que por tener tatuajes me drogaba o tomaba alcohol. Un día le dije adelante de todos mis compañeros: ‘¿sabe lo que va a encontrar usted en mi sangre?: Coca Cola y alfajores Capitán del Espacio’. Me fui de Colo Colo porque casi me agarro a piñas con el técnico por eso. Nos quisieron poner una multa y me negué, así que me fui. Me fui a jugar a Alianza Lima. Yo no tomé ni fumé nunca, no es lo mío. Siempre viví del deporte sanamente, por ahí me peleaba por mi carácter y mi forma de ser, pero ahora cambié, desde que están mis dos hijas estoy más tranquilo, demasiado”.

Más adelante, manifestó que siempre hizo locuras, pero sin lastimar a nadie: “A mi siempre me tildaron de loco y siempre hice locuras sanas”. Y recordó una de las tantas anécdotas mientras jugaba en Alianza Lima: “Yo estaba con un amigo en Pinamar y me llama un empresario para ir a jugar la Copa. Me dijo que tenía que ir enseguida, era pleno enero. Me había hecho una cresta en esa época de todos colores. Le dije que ni siquiera tenía ropa pero me tomaba un avión e iba. Caí en Lima y en ese momento estaba el “Chepe” Torres de técnico y yo no sabía quién era. Me bajo del avión, en ojotas, bermudas, una camisa y una cresta de colores. Me agarra el “Chepe” y creí que era el taxista y le dije: ‘Maestro, ahí tengo los bolsos, ¿no me da una mano?’. Y me dice: ‘oiga, yo soy el técnico, no va a venir a hacer lío usted’. Arranqué así. Después me fue bien, hice 6 goles en la Copa y dejamos afuera a Olimpia”, finalizó el ex delantero pincha.