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Espectáculos |Radiografía del éxito de la pantalla de Telefé

“¿Quién quiere ser millonario?”: cuando ganar significa salvarse

El programa de juegos de Del Moro cambió el foco hacia las historias de vida de sus participantes, que emocionan mientras buscan con las ganancias desde curar el cáncer hasta pagar la luz. ¿Lucro emocional?

“¿Quién quiere ser millonario?”: cuando ganar significa salvarse

Otro éxito para Santiago Del Moro: “Quién quiere ser millonario” está en boca de todos / Telefé

18 de Mayo de 2019 | 02:47
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Los programas de juego son adictivos, y mucho tiene que ver que descubrieron mucho antes de la era de las redes sociales que al público le gusta participar, eso que ahora llaman “interactividad”. Formatos, además, de bajo costo de producción, en los últimos años han florecido en medio de la crisis de la pantalla chica y hasta consiguieron llevar a uno de los más importantes conductores de actualidad política de la tevé a su terreno cuando Santiago Del Moro aceptó hacerse cargo del histórico formato “¿Quién quiere ser millonario?”.

Pero además de la interacción que proponen estos juegos que no solo juegan los participantes sino solo la audiencia, Del Moro le agregó al formato un condimento clave para comprender el éxito del envío de Telefé: las historias de vida.

“El programa pasa por otro lado, más allá de un título que tiene más de veinte años. Esto es un juego, compartir y empatizar es mucho más que una pregunta y una respuesta rígida... Este programa toca una fibra muy íntima”, había avisado antes del estreno Del Moro, revelando que lo que más le importaba eran “las historias que vas entablando con la gente y cómo las personas se empiezan a desarmar...”.

De la mano de las historias de vida, “¿Quién quiere ser millonario?” se transformó en un éxito que compite en el prime time, mano a mano con la superproducción de El Trece, “ATAV”. Aunque la transformación en furor y tema de charla en la oficina fue a fuego lento: el programa comenzó tibio, con bajos ratings, pero con el empuje de las redes sociales las historias de los concursantes, algunas emotivas, otras llamativas, se fueron volviendo virales y acercando nuevos espectadores al programa.

El caso más resonante en nuestra ciudad fue el de Diego Cabiedes, vecino de Barrio Jardín de 45 años que fue despedido de la concesionaria de autos en la que trabajaba. Fanático desde los días de “Odol Pregunta” de los programas de preguntas y respuestas, se anotó en el envío de Telefé con su hijo -Lucas- y su padre -Rodolfo- como “comodines” (función que aporta una ayuda si el concursante lo requiere), para ver si podía cambiar su suerte, y se llevó medio millón de pesos.

Pero otros casos fueron han sido resonantes a nivel nacional desde que el programa debutó. Quizás el más viralizado y el que más polémica generó fue el de Marina Simiam, la bióloga del CONICET que ganó medio millón de pesos y dijo que los usará para investigar la cura del cáncer porque el gobierno no les deposita los subsidios. La presencia de Simiam en el piso del programa de concursos para financiar su investigación despertó todo tipo de declaraciones y debates políticos sobre el ente científico y su financiamiento.

Historias de vida y lucha que cambian el sentido del título del programa: antes que una cuestión de ambición, para muchos concursantes ganar es una cuestión de salvación. Como el caso de Mario Rodolfo Frati, un hombre de 59 años que vive en la calle. “No es la muerte de nadie, es la vida que te va conduciendo, te va llevando por situaciones disímiles”, dijo sobre su situación “Fito”, que se llevó medio millón de pesos.

También conmovió a Del Moro la historia de Andrés Santiago Terrile, un participante ciego que quería ganar dinero para poder viajar a Miami y competir en un torneo de tenis para no videntes.

“A mí no me gusta hablar de mi mundo porque creo que inconscientemente se genera la idea de que cada uno pertenece a un mundo distinto. Creo a que a mí y a todos nos gusta ser parte del mismo mundo… A veces la gente se deja avasallar por lo audiovisual y eso hay que repensarlo”, dijo cuando le preguntaron sobre su mundo. Ganó 500 mil pesos.

También conmovieron a Del Moro y la audiencia el padre que quería llevar a su hijo Ian, que nació con fibrosis quística, a conocer el estadio del Real Madrid, o la madre que concursó para ayudar a su hijo Augusto, que tiene síndrome de Asperger: “El sistema lo dejó afuera porque no se conocía el Asperger. Lo trataban de psicótico. Y lamentablemente Augusto sufrió bullying, él tenía un grado intelectual muy alto, pero emocional muy bajo. Vive encerrado en un cuarto, vive para sus dibujos, escribe como un guionista. Él se formó solo, estudiando solo. Le prometieron una maestra domiciliaria que nunca llegó. En la secundaria le fraguaron el boletín, y cuando se lo dieron, se lo devolvió al director”, reveló emocionada Viviana, que se había quedado sin auto por no poder pagar el seguro y sufrir su robo, y que sufría para llegar a fin de mes con la luz y las expensas.

Por supuesto, donde hay éxito, hay polémica: luego de que en las redes acusaran al programa de “porno-miseria”, es decir, de abusar de estas historias de marginalidad y golpe bajo para llamar la atención del público, quien salió al cruce del envío fue, curiosamente, otro conductor de programas de juegos y, además, conductor de “Quién quiere ser millonario” en su anterior versión argentina: Julián Weich.

“Me parece que todo tiene que ver con la búsqueda del rating, no lo digo mal, porque todos queremos tener rating. El tema es la manera en que lo buscan, la manera más barata, más rápida, más inmediata, a mí me pasa que todavía sigo sintiendo vergüenza ajena por las cosas”, lanzó Weich.

 

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