Fabi Cantilo: “Los sellos discográficos te sugieren... con una pistola en la cabeza”

Del otro lado del teléfono está Fabiana Cantilo, desfachatada como siempre: cuando le digo que la entrevista no es en vivo y que puede equivocarse y corregirse tranquila, la reina del rock nacional lanza que “no me importa nada confundirme, soy la reina del papelón”.

“Ya veo que es el título de la nota”, se ríe inmediatamente, y tira, con sospecha, que “algunos periodistas son de hacer esas cosas”. Pero, dice, “mis titulares han mejorado, antes eran tipo ‘adelgacé porque no quería ser gorda y vieja’. Y yo me preocupaba, era más chiquita: ahora me chupa todo un h... Te dejo picando otro título”.

Lo que han cambiado, entonces, no son tanto los picantes titulares, sino su actitud hacia los mismos. Y hacia la vida, por qué no: Fabi es hoy, como persona y como artista, independiente, libre, siguiendo el camino de su deseo y de la espiritualidad que encontró en el camino: “Soy budista y sigo la palabra de Jesús”, confiesa.

Esa Fabi que hace poco más de un lustro renació llegará a La Plata, el viernes, para renovar su eterno romance con el público platense, que la adora como todo el país, y que ahora además se ve renovado por una generación joven: “Me lo merezco porque soy buena. No fui buena conmigo en algún momento, cuando introduje sustancias venenosas en mi cuerpo, cosa que exhorto a la juventud a no hacer: por favor, no tomen cocaína, es el demonio”, advierte la dueña de varios himnos de la banda sonora nacional, que lleva siete años limpia.

Y todo comenzó con un pequeño paso, porque lo más difícil para alguien atrapado en un círculo vicioso es que caiga la ficha: “Fueron 18 años de lucha: empecé a los 22, todo era joda hasta que cuando querés salir, te das cuenta que no podés. Empecé a hacer tratamientos, y luego empecé en los grupos: la gente que sufre, que vaya a los grupos. Es el único lugar donde somos todos iguales, todos se tienen que hacer de abajo, el almacenero y la rockstar, el ex dealer y el arquitecto. Yo estoy orgullosa de mi, en diciembre cumplo siete años de sobriedad. No es fácil”.

Reflexiva, Cantilo opina que las adicciones tienen su raíz en la falta de amor (“para mí la matrix es el amor”), y que “uno se hace adicto al dolor”, aunque a través del budismo, cuenta, se percató de que “el resentimiento y el odio no llevan a ningún lado”. “Yo estoy acá para pasar el mensaje, sigo viva para ayudar, y ayudar es lo que me hace bien”, dice de su misión, convencida de que la siguen escuchando por gracia del universo, que quiera que transmita ese mensaje: “Y por suerte me escuchan, si no, no podría laburar. Y yo no soy millonaria, me gasté toda la plata en vida, vivo en una casa alquilada, tengo un autito”, dice divertida. “Y eso me mantiene los pies en la tierra”.

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La música

Ahora, aunque Fabi ha cambiado algunas cosas, hay otras que no cambian. Su energía arrasadora, su verborragia entusiasta, su absoluta candidez, son algunas. Otro factor inmutable es que, admite, “sin música no vivo. No camino. Voy al gimnasio con la música, y sin la música no te muevo un pie”. Por ese amor a la música, Fabi llegará a La Plata en medio de la preparación de su nuevo disco, “Cuna de piedra”, que “viene a paso de hombre porque soy independiente”.

“Estoy ansiosa, como estoy escribiendo una película, entreno, voy a los grupos... estoy medio enloquecida. Tengo que trabajar la paciencia”, bromea quien desde hace dos discos (este será el tercero) abraza la independencia como forma creativa. Cantilo cuenta que tomó el ejemplo de Lisandro Aristimuño, quien sería productor de su primer disco sin el sostén de una discográfica, “Superamor”. Luego vendría “Proyecto 33” y, finalmente, “Cuna de piedra”, que comenzó cuando “me comuniqué con Ezequiel Borra para obligarme a componer, ya tenía que tener un disco nuevo y a mi me da fiaca. Estoy trabajando la pereza. Y también la ira: creo que soy una buena persona, si bien soy un poquito iracunda”, se ríe.

Fabi llamó a Borra, una de las nuevas voces del folclore y la canción, “para tomar unos mates y de paso tocamos, y al segundo mate ya me dijo de hacer un disco”. Pero la mente de Cantilo empezó a volar: quería que todo estuviera afinado en 432, la afinación perfecta, más completa y pacífica para las personas (la teoría dice que la vibración en 432 Hz es más beneficiosa para el cuerpo humano, que tiene un efecto positivo sobre el agua, y por lo tanto también en nuestros cuerpos, ya que este está mayormente compuesto de agua; que sus armónicos se encuentran más en relación con “los armónicos del universo”, que tiene efectos profundos en la consciencia y también en el nivel celular de nuestro cuerpo; y que 432 es un número especial, incluso místico y significante). También sumó instrumentación celta. Borra se abrió y Fabi siguió sola. Luego se sumaría Cay Gutiérrez a la producción del disco de 11 temas, seis de ellos ya completos; algunos nuevos, algunos del pasado, una zamba de su tío, una canción para su gata fallecida.

“Ya no hablo del amor perdido, el chico que me dejó: estoy más grande. Menos adolescente la tipa”, dice Fabi del disco que podría aparecer en septiembre, y que podría ser editado ¡en forma de pen drive!

La otra mejilla

“Eso es lo que hago si nadie pone la mosca. Yo hago mi trabajo, hago lo que quiero, y después se lo vendo a una compañía”, explica su método independiente Fabi. “Y hoy, no me vas a decir lo que tengo que hacer, me pongo nerviosa. Que es lo que hacen las discográficas: te sugieren... con una pistola en la cabeza”.

“Me peleé mucho”, revela la artista nacida en Buenos Aires en 1959 y responsable de haber vendido más de 6 millones de discos. Así que “no quedó otra” que la independencia. “Es un problema que tenía, si no, tenía que bancarme que me sugieran, la discusión previa. Y a otros por ahí no se le animaban: ¡siempre a mí me discutían! ¿Será porque soy mujer? Puede ser. Yo recién me estoy avivando”, tira Fabi, picante, pero “muy contenta” por este momento en el que la mujer reclama en el seno del rock nacional. “No estoy más sola, como te dicen en los grupos de rehabilitación. Estaba protestando sola. Y no me daba cuenta tanto, ahora me doy cuenta que la pasé muy mal”.

Cantilo no quiere nombrar a los periodistas y ejecutivos que la atacaron porque cree “en el karma” y “en ser lo mejor lo mejor persona posible en este horrible plano que nos toca vivir, yo elijo poner la otra mejilla”, aunque, se tienta, “igual hay gente que le va bárbaro y es una hija de p... Así que no sé que estoy diciendo. No sé, mirá. Yo sé lo que hago yo, del otro no sé”.

“Sabés cómo tengo la otra mejilla... Pero está bien: vivimos en un mundo donde crucificaron a Cristo. Ya está mal de entrada. Entonces, cuando me siento incomprendida, me agarro de eso, vivimos en un mundo donde a la vanguardia nunca la van a comprender”, afirma Fabi, ya en la recta final del show que realizará el viernes, en el Coliseo Podestá, desde las 21.30, con banda completa (Marcelo Capasso en bajo, Cay Gutierrez en teclado, Javier Miranda en batería y Marian Pellegrino en guitarra, más bailarines, proyecciones, “todo”) y donde repasará “temas de todas las épocas de mi vida”.