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Deportes |HINCHAS DEL PINCHA Y EL LOBO LOS ATESORAN EN SU MEMORIA

Aquellos sectores mágicos de las canchas que jamás olvidaremos...

Tanto en 60 y 118 como en 57 y 1, hubo lugares característicos y alguna platea muy especial. Un recorrido por la historia

Aquellos sectores mágicos de las canchas que jamás olvidaremos...
Walter Epíscopo

Walter Epíscopo
wepiscopo@eldia.com

26 de Julio de 2020 | 03:12
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Lejos de entrar en la polémica de si todo tiempo pasado fue mejor, podemos quedarnos al menos con vivencias del pasado que jamás olvidaremos. El olor a garrapiñadas. El grito del vendedor de semillitas y la garrapiñada. El de la Coca. Los personajes que durante años cruzamos y nos parecían familiares pero nunca siquiera cruzamos una palabra ni supimos sus nombres. Caminos a la cancha que pudimos hacer con padres, familiares y amigos, que muchos ya no están, pero siguen caminando a nuestro lado rumbo a cada partido.

Y tanto el “Jorge Luis Hirschi” como el “Juan Carmelo Zerillo” han sido escenarios de partidos memorables que cada uno recuerda desde su más tierna edad. Primero concurriendo con alguien mayor, y en un momento de la vida largándose a ir solos, lo que ya era toda una aventura.

El sector “del Pino” en la vieja cancha del Pincha sobre la ochava de 55 y 115, cerca del Demo. En efecto, allí había un pino y muchos concurrían por que era un lugar tranquilo. Gente que durante años se encontró ahí en cada partido, generándose una amistad de tribuna.

La ochava donde estaba “la chimenea”, arriba de los vestuarios locales del lado de Avenida 60 y 118 en la cancha del Lobo. También era un lugar tranquilo y más familiar que otra cosa para ver el partido.

Y más allá de sus sectores de Techada que tuvieron ambos Estadios, en los dos hubo dos plateas muy especiales durante décadas, y que empezaron siendo exclusivamente para damas. En Gimnasia, estaba ubicada detrás de los viejos bancos de suplentes, al pie de la Techada. En Estudiantes, la platea ubicada detrás del arco de 55, prácticamente al ras del suelo y muy cerca del fondo de ese arco.

Fueron lugares emblemáticos que ya en la década del ´50 estaban y se mantuvieron hasta entrados los ´80. Y dejaron millones de anécdotas. Gente que supo concurrir durante años a cada partido de local, infaltable con el mate y el termo, o simplemente con una bandera.

EN GIMNASIA, DETRÁS DEL BANCO

A esa platea femenina concurrían muchas mujeres que hoy son abuelas, y reconocen que eran “picantes”, “ásperas”, gritando sin parar. Eran tiempos que se veían tres partidos. La Reserva, la Tercera y la Primera. El mate y algo para comer abundaba, pero también los gritos. “Una vez el cordobés Beltrán escuchó que una le gritó ´dale, pateá´ o algo así, y se dio vuelta y nos mandó a la c.... Fue un momento que justo lo escucharon todos. Después del partido me pidió disculpas”, cuenta hoy Graciela, recordando algo ocurrido promediando los ´70.

En la puerta había un señor de apellido Cuello que trataba de calmarlas. “Bajen la voz”, decía con tono de abuelo. Pero, imposible. Serían unas 30 plateas divididas en 4 filas. Hubo jugadores que han dejado la pelota, se han dado vuelta para pedirles que se callaran un poco, o las han mandado “a lavar los platos”. Ni siquiera los claveles que los futbolistas les regalaban al salir al campo de juego el “Día de la Madre” o el “Día de la Mujer”, alcanzaba para apaciguar.

En ese entonces, el banco de suplentes estaba delante de la platea por lo que se escuchaba todo lo que se decía o cuando los jugadores precalentaban. Obviamente había gente de todas las edades, alguna niña, varias adolescentes y gente más grande, entre ellas, la recordada abuela Carmen Caballero, de las que nunca se perdía un partido; también la abuela Teresa Amparo Rodríguez de Goyri, que era infaltable.

Así es que abuelas, madres e hijas de una misma familia le “relataban” el partido a los suplentes que se sonreían ante alguna ocurrencia o cargada ingeniosa. Igualmente, a veces las cargadas se ponían pesadas. En ese entonces, el banco local era el que estaba más cerca del arco de 60, y el visitante más cerca del Bosque.

Antonio Rosl, el “Gallego”, conoce muy bien cada sector de la cancha del Lobo, la cual transitó durante cuatro décadas diferentes. Hizo inferiores en la década del ´50, debutó en Primera en los ´60, jugó y hasta le tocó dirigir algunos partidos al retirarse en los ´70, y volvió a ponerse el buzo de DT a comienzos de los ´80. “¿Cómo no me voy a acordar?”, comienza diciendo el “Gallego”, quien cuenta una particularidad. “Recuerdo que primero hubo una platea femenina adentro de la cancha, digamos a la derecha del túnel. Después la agrandaron hacia la izquierda... Y recién luego del ´50 pasaron la platea de damas abajo de la Techada”, dice.

Sonríe cuando recuerda ya la platea de mujeres detrás de los bancos, se le cruzan imágenes de lo vivido. “Después de tantos años veías las mismas caras. Siempre gritaban cosas pero tengo que decir que yo nunca tuve problema. Por ahí más que nada el problema era del visitante que les decían de todo. Es más, yo jugando ya en San Lorenzo vine a jugar contra Gimnasia y me trataron con mucho respeto. Sabían que era de Gimnasia de toda la vida, desde el baby fútbol jugué para Gimnasia... Pero nunca tuve un problema con el sector de damas cundo jugaba, solo te reías de las cosas que decían. A veces eran barbaridades, pero quedaba en eso”.

Como quedó dicho, el “Gallego” pasó toda una vida en el club y sigue recordando, “esa platea estuvo llena siempre, en Gimnasia desde siempre hubo mucha presencia de mujeres. Y es verdad que había diferentes sectores también, la ochava del Bosque sobre el lado de las canchas de tenis era como el sector de los más chicos, que los padres sabían que ahí no había problema”.

Rosl se retiró en el Lobo en el ´76 y luego algunas veces debió dirigir de manera interina, pero en el ´83 le tocó agarrar un verdadero fierro caliente. Fue el año en el que el equipo casi desciende a la “C” (zafó por el buen Promedio del ´82). Lo fueron a buscar tras haber pasado Carlos Della Savia primero y Victorio Cocco después para que dirigiera. “Era un momento complicado, así que te imaginás como estaban los ánimos. Ya como técnico el tema era diferente y desde la platea las mujeres te gritaban, ´poné a fulano´... ó ´sacá a mengano´. El banco de suplentes estaba pegado a la platea, se escuchaba todo. Pero bueno, estas cosas pasan hoy también, y por ahí peor. Pero sí, la platea femenina de Gimnasia se hacía sentir”, termina diciendo sonriendo.

Las historias son muchas, hoy ya más grandes hay quienes no quieren ni contar algunas cosas. pero... “Una vez en un partido contra Newell´s, en el banco que estaba más cerca del Bosque los suplentes se cansaron de escucharlas y tiraron un vaso con orina para la platea... Algunas mujeres se querían trepar al alambrado. Hasta que alguien fue al baño y minutos después vaso en mano devolvió el ´regalo´ a los suplentes que empezaron a insultar”. Quien cuenta el episodio, prefiere mantenerse en reserva.

EN ESTUDIANTES, DETRÁS DEL ARCO DE 55

La platea ubicada detrás del arco de 55 era muy particular. Estaba justo detrás del arco, casi pegado y al ras del piso, la red del fondo del arco casi tocaba el alambre. Ese sector empezó siendo para damas y en un momento se hizo mixto por la década del ´50. Eran unas pocas filas de plateas, y allí estaba la primera abuela de Estudiantes, que fue Graciana Moretti de Salerno, que llegaba temprano y se ubicaba siempre con su banderín de tela rojo y blanco en la mano.

La “abuela” (como todos la llamaban), falleció a los 95 años en el año 1964 y era infaltable en cada partido de local, y según se recuerda, fue la única mujer que había visto a todas las generaciones de jugadores hasta su muerte en el ´64. Graciana, fue una italiana que llegó desde Berazategui siendo adolescente a vivir en El Dique y desde ese momento jamás se separó de Estudiantes. Las anécdotas son varias de la “abuela”, pidiéndole penales a los jueces que obviamente la escuchaban o hablando con los arqueros rivales.

Algunos recuerdan cuando la “abuela” le pidió a Amadeo Carrizo que se dejara hacer el penal para que no descendiera el Pincha. Eso fue el 2 de diciembre de 1956 por la 30° y última fecha del campeonato. Estudiantes ganó 2-1 (dos goles de Diego Arizaga; había abierto el marcador Enrique Sívori para la visita) y finalmente el León se salvaría por 1 punto, condenando al descenso a Chacarita. River llegó a 57 y 1 ya campeón y hacía diez partidos que no perdía (entre victorias y empates). Aquella tarde Carrizo en el arco de 55 le sonrió cómplicemente a la “abuela” ante su pedido alambrado de por medio e instantes después, el gol era un hecho. Al tiempo, el arquero Millonario cuando volvió a jugar a la cancha de Estudiantes tendría un gesto para con la “abuela”, al entregarle un ramo de flores antes del partido.

A esa platea ya a comienzos de los ´60, iba también por ejemplo el Padre Domingo Miner, sacerdote del Colegio San José de nuestra Ciudad, otro de los infaltables alentando al León. El Padre Miner fue muy amigo del profe Ricardo Echevarria, y por eso el religioso fue el encargado de bendecir antes de viajar, las camisetas de la Selección Argentina que se consagró campeona en México ‘86.

Hay muchísimas historias, y una la protagonizó por ejemplo, Gabriel Flores, el “Bambi”, arquero del Pincha que recuerda muy bien esa platea y la “vivió” de los dos lados del alambrado. “En lo personal, desde chiquito iba a esa platea que me llevaba mi papá y me llevaba mi familia. Con los años cuando jugaba en inferiores, era el lugar que te asignaban para ver los partidos. Tenías una visión muy particular desde allí. Aparte estaba el alambrado y los jugadores, así que los veías de cerca, por ahí te saludaban o te guiñaban un ojo, o se daban diálogos circunstanciales con técnicos y jugadores. Después veías la salida del túnel también. Era un lugar muy especial del Estadio, era como la primera fila”, comienza diciendo Flores. “Vos desde la platea veías detalles. Desde qué botines usaban, lo que decían, gestos, el ruido de la pelota cuando acaricia la red en un gol y ese sonido tan particular. Se veían esas cosas desde esa platea, que desde arriba de la tribuna no”.

Y enseguida sale una anécdota. “Me acuerdo de la abuela que iba allí con el banderín, y un recuerdo que me quedó grabado para toda la vida cuando Amadeo Carrizo le entregó un ramo de flores a la abuela, fue un homenaje, un momento espectacular”.

El “Bambi” a medida que habla los recuerdos le brotan. Es momento de mirar la platea desde adentro del campo, ya como jugador. “Cuando ibas a buscar la pelota contra el alambrado era mirar y tipo con un zoom ver las caras de todos en apenas segundos”, expresa.

El destino quiso que la atajada más famosa del “Bambi” Flores haya sido en el arco de 55, a Pelé

 

El destino quiso que justo en ese arco de 55, realizara tal vez su atajada más famosa, nada más y nada menos que ante el Santos de Pelé, y al mismísimo número “10”. Fue el 4 de diciembre de 1969 por la Supercopa de Campeones Intercontinentales y el Pincha ganó 3-1. Esa noche en 57 y 1, Flores le sacó un gol hecho a Pelé. “Sí, fue en ese arco de la platea baja de 55... tantas cosas pasaron en ese arco. Pero esa atajada fue la que me catapultó, la que me dejó en la historia por la trascendencia del partido y que el otro protagonista era Pelé”, afirma el ex golero albirrojo.

La charla sigue, y el “Bambi” tiene algo para decir sobre la otra platea en la que nos referimos en la nota, la de damas de la cancha de Gimnasia. “En esta Ciudad nos conocemos todos y yo incluso tengo muchos amigos de Gimnasia, pero recuerdo de la platea femenina en la cancha de Gimnasia que me han dedicado unas cuantas cosas. No digo que la padecí, pero me han dedicado algunas cositas... La verdad son recuerdos inolvidables y todo quedaba ahí. Yo por ahí les guiñaba un ojo, les sonreía o tiraba un beso, pero nada más. Jamás les falté el respeto a las mujeres... Es más, después en la vida me encontré a varias y no es que me pidieron disculpas, pero se sentían mal por aquellos momentos”, termina diciendo con una sonrisa Flores.

Sin dudas, los estadios de nuestra Ciudad guardan mágicamente recuerdos, momentos, lugares e historias, que vivirán por siempre en el inconsciente colectivo de cada hincha.

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Multimedia

La vieja platea albirroja de 55, que fue de damas y luego mixta / Archivo

En el Lobo la platea sector damas estaba debajo de la techada / Archivo

Rosl, histórico del Lobo

“Bambi” Flores, histórico pincha

Graciana, abuela de Estudiantes

Carmen, la abuela del Lobo

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