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Deportes |UN EMPATE ELECTRIZANTE, EL PARTIDO QUE JUSTIFICÓ TODA LA PASIÓN DE PINCHAS Y TRIPEROS CADA VEZ QUE SUS EQUIPOS SE CRUZAN PARA MEDIR FUERZAS

El clásico fue una gran fiesta, por donde se lo mire, pero la organización quedó en deuda

Los hinchas coparon la ciudad con sus colores, el Bosque explotó cuando Gimnasia entró a la cancha y los goles aseguraron emociones sin límite, en una tarde en la que el estadio albiazul recibió una multitud que superó el límite habilitado. ¿Entró más gente de la permitida?

El clásico fue una gran fiesta, por donde se lo mire, pero la organización quedó en deuda

El “Pulga” Rodríguez fue el hombre gol de Gimnasia y Leandro Díaz, su ex compañero en Atlético Tucumán, quien selló el 4-4 del Pincha / Dolores Ripoll

6 de Diciembre de 2021 | 05:42
Edición impresa

El clásico platense número 163 fue una fiesta, desde donde se lo considere. Histórico. Por las tribunas, colmadas; los goles, en un partido en el que no abundan, por las precauciones que siempre se adoptan; y por la verdadera catarata de emociones, que incluyó los gritos de gol, y todas las situaciones de alto riesgo, que dejaron, tanto a Gimnasia como a Estudiantes, con la certeza que el triunfo pudo haber sido posible.

Cuando Darío Herrera, el árbitro, dio por finalizado el increíble nuevo cruce de Pinchas y Triperos, esta vez en el estadio albiazul de 60 y 118, la bronca por lo que no pudo ser le restó espacio a la felicidad de haber sido protagonistas de uno de los clásicos más electrizantes de todos los tiempos y, a no dudarlo, quizás del partido con mayor cantidad de matices de la presente Liga Profesional.

Una multitud le hizo el aguante a estudiantes en el Country / Prensa EDLP

Pero, claro, cuando Luis Miguel (“Pulga”) Rodríguez, quien después de fallar en la ejecución de un tiro libre penal, convirtió tres goles, y Brahian Alemán, otro que jugó un gran partido, se lamentaban de no haber podido interrumpir la serie de encuentros con Estudiantes sin victorias, atrás había quedado un espectáculo imborrable.

También Fernando Zuqui y Mariano Andújar, desde el Pincha, no saborearon en toda su dimensión el empate, y la forma en que se registró el mismo, porque “en caliente”, ni bien sellado el 4-4, sufrieron por no haber tenido “cinco minutos más” para ir por todo. Así dejaron también en un segundo plano todo lo que rodeó a un partido plagado de situaciones, desde que las puertas de acceso al estadio fueron habilitadas.

Daniel Bayo, una gloria del Lobo, culpó a Pellegrino por el caos para entrar al estadio

 

Con excepciones, claro, empezando por el predio deportivo que Estudiantes posee en la localidad de City Bell, y su zona de influencia, que incluyó el recorrido de la delegación camino a la cancha, donde el rojo y blanco se hizo notar, el Bosque y amplios sectores de la ciudad se pintaron en la tarde de ayer con los colores azul y blanco de las camisetas de los fanáticos del Lobo que transitaron rumbo al Juan Carmelo Zerillo.

Las filas de personas habilitadas para presenciar el clásico, con entradas adquiridas en la modalidad requerida por la organización, se hicieron “interminables” a medida que los minutos transcurrieron y el inicio del juego se aproximaba. Un cuadro de situación que terminó explotando, con desbordes que llevaron el número de asistentes a más de 26.500 personas, la cantidad máxima autorizada.

No obstante, por denuncias formuladas en las puertas del estadio, hubo gente que se quedó afuera a pesar de disponer los tickets con los cuales tenían todo el derecho a entrar, y para colmo de males fue maltratada por el personal encargado de la seguridad en los accesos.

La pasión en azul y blanco, camino al estadio / Dolores Ripoll

Testimonios escuchados adentro del estadio, antes de que la pelota comenzara a rodar, e incluso con el partido en desarrollo, también dieron cuenta de episodios que dejaron en mala posición a los encargados de la organización del partido, porque se dio por seguro que hubo “reventa” de localidades, y en casos una misma ubicación fue reclamada hasta por tres personas “acreditadas”.

El juego en sí, cuando comenzó, postergó todo lo demás, y las emociones de los goles dejaron a un lado las referidas desprolijidades que sufrieron quienes de todos modos tuvieron la posibilidad de ser testigos presenciales de un partido que quedará en la historia grande del clásico platense.

El primer gol, de Gustavo Del Prete, fue un baldazo de agua helada para los hinchas del Lobo, que recibieron otro duro golpe cuando Luis Rodríguez falló el penal que pudo ser el empate parcial... Pero se abrió el partido, la “Pulga” se tomó revancha y tras festejar el empate puso en ventaja a los Triperos, que a esta altura de la tarde le daban continuidad a la gran fiesta inicial.

Si, aquel recibimiento impresionante que le brindaron al equipo cuando apareció en el terreno de juego, con gritos, humo y explosiones afuera que se escucharon en toda la ciudad.

El tramo final del primer tiempo se jugó con luz verde para el gol tanto sobre el arco defendido por Mariano Andújar como por Rodrigo Rey, y en esas circunstancias Nicolás Pasquini puso las cosas de nuevo como cuando empezaron y antes del descanso el uruguayo Alemán hizo delirar al estadio completo con un golazo desde larga distancia.

Imposible cuestionar el nivel de este Gimnasia-Estudiantes, que con estas características, no estaba en los planes de nadie, más allá de las características de ambos equipos en los partidos anteriores, en los cuales parecía otorgar mayores garantías de mitad de cancha para adelante que de mitad de cancha para atrás.

Por más que no se habían registrado episodios como para suponer algo así, ambos equipos se fueron a los vestuarios al finalizar el primer tiempo envueltos en reclamos y discusiones que amenazaron con desembocar en alguna reacción disciplinaria del árbitro, que dejó pasar lo sucedido para no alterar una verdadera fiesta del fútbol.

La gente, en las tribunas, continuó saboreando un partido de esos que siempre se quieren ver, y aquella “pelea” de Ricardo Zielinski con Johan Carbonero, ni bien finalizados los primeros 45 minutos, tuvo otro capítulo a cargo de Andújar y Lucas Licht, los dos más experimentados que protagonizaron fuertes cruces desde hace varios clásicos atrás.

Pero, naturalmente, estos episodios a cargo de protagonistas muy acelerados no alcanzaban para apagar las emociones generadas por los cinco goles convertidos a lo largo del primer tiempo, con un orden tal que ni siquiera el más optimista hincha de Gimnasia lo hubiera soñado.

Diego eterno, su imagen presente en la tribuna del Lobo / Demian Alday

La “Pulga” no falló en la segunda chance que tuvo desde el punto del penal, porque fusiló al arquero con un derechazo alto, y la diferencia que parecía asegurar el esperado festejo de la gente del Lobo se apagó por el descuento de Fabián Noguera, el marcador que aparece en las difíciles, y más todavía cuando pasada la media hora Leandro Díaz estampó una igualdad que no terminó de conformar a ninguno, porque ni al Pincha, en su condición de visitante, conformó por completo el punto que les correspondía a unos y otros por el 4-4.

A tal punto no los conformó la división de puntos, que en el último cuarto de hora, y con varios jugadores al borde del agotamiento físico, fueron por todo, aún exponiéndose a la derrota por las facilidades que otorgaban en el plano defensivo.

En estos términos, tan cerca del triunfo como de la derrota, Pinchas y Triperos llegaron a un pitazo final que no los habilitó para el festejo, ni siquiera por parte de los albirrojos, quienes se fueron convencidos que “con cinco minutos más” ganaban el partido.

Para Gimnasia-equipo y también para Gimnasia-gente, el partidazo no alcanzó para festejar, porque la serie de clásicos sin triunfos continúa vigente, y aunque en definitiva hubo un reconocimiento para el esfuerzo realizado por el equipo que dirige Néstor Raúl Gorosito, con aplausos que bajaron desde las tribunas, el estado de ánimo general no dio para más.

Con imágenes muy fuertes, dejando ver a albirrojos y mens sana muy conectados a dos equipos que los representaron de la manera esperada, el clásico platense entre Gimnasia y Estudiantes volvió a jugarse luego de más de dos años en el estadio Juan Carmelo Zerillo de 60 y 118, que nuevamente se vistió de fiesta para recibir a 26.500 hinchas del Lobo que en definitiva terminaron siendo más.

El recibimiento al equipo albiazul, impresionante / Dolores Ripoll

Si bien el mayor espectáculo deportivo a nivel platense comenzó a jugarse ni bien ambos equipos disputaron el partido que les correspondió por la fecha anterior, el juego de ayer en sí fue palpitado desde las primeras horas del día, con una multitud marchando al Country Club de City Bell para hacerle el “aguante” al Pincha y otra apuntando al Bosque para aprovechar la ventaja de ingresar a la cancha que esta vez les correspondió por la condición de actuar como local.

En el predio deportivo de los albirrojos, las recomendaciones formuladas por la Policía hizo disminuir el acompañamiento en caravana de la delegación, que de todos modos avanzó en dirección al estadio albiazul con una escolta de fanáticos y recibiendo en el camino el saludo de simpatizantes que aprovecharon esa circunstancia para vivir de alguna forma un evento de tal magnitud.

Se denunció que hubo plateas hasta con tres personas que acreditaron haberlas adquirido

 

La última vez que Gimnasia y Estudiantes se habían encontrado en el Bosque había sido el 2 de noviembre de 2019 cuando el equipo que por entonces dirigía Diego Armando Maradona cayó por 1-0 con un gol asegurado por Mateo Retegui, el delantero cuyo pase es de Boca, por estos días juega para Talleres de Córdoba y en aquel entonces estaba a préstamo en el Pincha.

Para esta oportunidad, considerando los cuidados especiales a los que se someten los equipos, el plantel de Gimnasia transcurrió las horas previas al encuentro en un hotel céntrico, en tanto que los jugadores de Estudiantes se encontraron en el Country Club.

Desde estas concentraciones se trasladaron a la cancha en medio de un operativo de seguridad que desplegó unos 500 efectivos, repartidos dentro del estadio, las inmediaciones y puntos estratégicos de la ciudad en los cuales se consideraba podía ocurrir algún tipo de incidentes o desmanes, los cuales en principio no fueron reportados.

 

 

 

 

 

 

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