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Economía Dominical |¿ENSEÑANZAS FRENTE A LA SITUACIÓN ACTUAL?

El ajuste de Perón, hace 70 años

En su segundo mandato, la suba del gasto público, la inflación, la sequía y otros “vientos” lo obligaron a un plan de austeridad

El ajuste de Perón, hace 70 años

Afiche sobre el 2º plan quincenal de Perón / Web

6 de Marzo de 2022 | 07:16
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El 18 de febrero de 1952 el presidente Juan Domingo Perón, a pocos meses de empezar su segundo mandato y tras las facturas que quedó del primero con el gasto público, anunció un “Plan de Emergencia Económica” para poner las cuentas en orden. Un ajuste, en otras palabras. Setenta años después, el actual gobierno se encuentra en una situación micro y macro económica similar, aunque con índices mucho más frágiles sobre todo en lo social y en medio de un acuerdo de financiamiento de deuda con el Fondo Monetario Internacional, en el que debe cumplir ciertas exigencias para bajar el déficit fiscal en los próximos años.

De los primeros años de gobierno de Perón, en un mundo que necesitaba reconstruirse tras la Segunda Guerra Mundial, economistas y analistas destacan la redistribución del ingreso en favor de los trabajadores, el crecimiento industrial con impacto en la renta primaria agroexportadora y una inflación minorista en niveles bajos históricos para nuestro país (entre 25 y 37 por ciento anual). Así, con pleno empleo, fuertes aumentos de los salarios reales y políticas fiscales, monetarias y crediticias expansivas, la economía creció 28 puntos en esos años, según detalló Ricardo Delgado, presidente de la consultora Analytica en una nota de opinión publicada por el Cronista. Pero todo tiene su costo: los desequilibrios fiscales y externos comenzaron a multiplicarse cuando se empezaron a alterar los mercados internacionales.

Buscaba reducir el déficit externo con “austeridad”: más ahorro y más producción

 

La posibilidad de una crisis de balanza de pagos a finales de los años cuarenta era concreta -reseña Delgado- debido a dos años de una fuerte sequía que desplomó las exportaciones y el continuo aumento del consumo interno que presionaba sobre las importaciones. Los precios externos empezaron a caer desde los máximos de posguerra y no había dólares suficientes. El gasto público se duplicó y el déficit fiscal llegó a 13 por ciento del PBI en 1948, financiado en gran medida por los superávits de las cajas previsionales. Mientras, el costo de vida en especial en alimentos y productos básicos, trepaba más de 20 puntos al año respecto del comienzo de la gestión.

El creador del Partido Justicialista, entendió, sin dudas, que los tiempos habían cambiado. Que el viento a favor desde el exterior ya no era el mismo. Y entonces recurrió al programa de emergencia de 1952, que buscaba reducir el déficit externo con “austeridad”: menos consumo, más ahorro y más producción.

La situación la explica muy bien el exministro de Economía de la Nación y la Provincia, Jorge Remes Lenicov: “Perón, entre 1946 y 1948 había impulsado el crecimiento económico y aumentando el salario real. Pero esa política no se pudo sostener entre 1949 y 1951, por la reversión de los precios internacionales, la sequía y el bajo nivel de ahorro e inversión. Fueron años de caída del PBI y del salario real, alta inflación y aumento de los déficits gemelos (fiscal y externo). Advertida la crisis y sus causas, decidió un cambio estratégico. Implementó dos programas: uno, de estabilización y otro de crecimiento basado en los principios de Congreso de la Productividad y el Empleo y los objetivos e instrumentos del 2° Plan Quinquenal”.

Las consignas de ese plan, detalla Remes Lenicov en un artículo de opinión publicado en el diario Clarín, fueron: “Incrementar la producción, austeridad en el consumo, fomento del ahorro, mayor productividad, más trabajo, y sacrificios compartidos por empresarios y trabajadores. Los salarios aumentaron por inflación hasta el pacto y, luego, se congelaron; se enfatizó la disciplina laboral y el presentismo. Los precios y las tarifas, luego de absorber el aumento salarial, se congelaron. Las empresas solo podían incrementar sus ganancias bajando costos y los salarios solo aumentaban por mayor productividad. Se suprimieron o redujeron subsidios al consumo, excepto en alimentos. Se bajó el gasto público real. A su vez, la política monetaria fue restrictiva, concentrando el crédito en la producción, y aumentando la tasa de interés para estimular el ahorro. Hubo restricciones a las importaciones, y más cupos, subsidios y exenciones impositivas para las exportaciones; mejoró el tipo de cambio, aunque continuó retrasado”, detalló. El resultado, según cuenta, quedó registrado seis meses después “cuando la economía creció al 6 por ciento, aumentaron los salarios reales y la inflación bajó del 40 por ciento en 1952 al 4 por ciento” entre 1953 y 1954.

El actual Gobierno está en una situación similar, aunque con índices mucho más frágiles

 

Cuenta el exministro de Eduardo Duhalde que la propaganda oficial pregonaba: “Quien gasta más de lo que gana es un insensato; el que gasta lo que gana olvida su futuro; y el que produce y gana más de lo que consume es un prudente que asegura su porvenir”.

El economista Ricardo Delgado considera que Perón “entendió que el cuadro había cambiado. Que las señales del mundo ya no permitían financiar políticas expansivas y que la sustitución de importaciones, exitosa en su primera fase, enfrentaba crecientes restricciones técnicas. Que el agro ahora era parte de la solución. Que la inflación había traspasado un límite. Al fin de cuentas, que había llegado el tiempo de ajustar los desarreglos”.

“La productividad es la estrella polar que debe guiarnos en todas las concepciones económicas, destaca del tres veces presidente Remes Lenicov. Y estimó que “Perón supo cambiar cuando advirtió que la estrategia inicial se había agotado y que, también, el mundo había cambiado. Y lo hizo porque tenía un proyecto de Nación en el que la estabilidad macro, el ahorro, la inversión y el esfuerzo productivo eran los temas centrales para poder crecer.

EL GIRO CON EE UU

En ese sentido, el economista nacido en La Plata refleja el giro del General con los Estados Unidos: “Con posterioridad al retiro del embajador Braden, Perón comenzó su diálogo con los EE UU, primera potencia mundial emergente de la Segunda Guerra Mundial. Los lazos se afianzaron cuando Eisenhower asumió la presidencia en 1952, y envió a su hermano, y estrecho colaborador, a visitar la Argentina. La correspondencia diplomática de ese entonces da cuenta de que ambos países consideraron muy provechoso ese nuevo y claro relacionamiento político”, reseña.

Perón no fue por el camino de la devaluación, explica Delgado, a pesar de la fuerte apreciación del tipo de cambio real. De hecho, el dólar oficial se mantuvo estable hasta el golpe de 1955.

Claro que a cambio de evitar la devaluación, los salarios fueron congelados por dos años, luego de ajustarse entre el 40 y el 80% según la actividad, respecto de los niveles de 1949. En la práctica esto significó una licuación del 25 por ciento del salario real, ya que los precios aumentaron más de 70 por ciento entre 1950 y 1951. También se congelaron los precios y las tarifas públicas y se fijaron utilidades máximas.

En aquel programa de 1952 Perón también reconoció implícitamente los efectos inflacionarios del déficit fiscal y el crédito subsidiado. De este modo, el gasto primario cayó 23 puntos reales entre 1950 y 1953, con recortes focalizados principalmente en la obra pública y se modificó la política monetaria y financiera, elevando la tasa de interés y eliminando restricciones y controles para las inversiones extranjeras.

“Quizá la principal lección de la experiencia de austeridad de 1952, 70 años después, sea que el peronismo también ajusta si necesita hacerlo”, define el consultor de Analytica.

“Esa fue su nueva doctrina de desarrollo económico y social”, concluye Remes Lenicov.

 

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