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De perros y gatos

De perros y gatos

Alejandro Castañeda
Alejandro Castañeda

7 de Agosto de 2022 | 04:15
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El pasado martes, en la localidad bonaerense de Escobar, se llevó a cabo la primera función en Sudamérica de cine para perros. En una sala adaptada para ese fin, los pichichos asistieron con sus familias para disfrutar de una película: “DC Comics Liga de Supermascotas”.

¿Un avance o una paquetería innecesaria? Qué dirán los pobres gatos que andan por allí sin subsidios ni halagos. Hay algo de sobreactuación humanitaria en esto de darles atención cinco estrellas a los perros más educados. Y hay algo de injusticia al hacer a un lado a los gatos, que quedaron más olvidados y arañados que el que te dije.

La función de Escobar fue impulsada por el Municipio “para fomentar la adopción y concientizar sobre la tenencia responsable de mascotas”. Consideran que hay muchos votos con perros en casa que deben ser conquistados para el 2023. Y son capaces de ofrecer cualquier hueso con tal de agradar al vecindario.

Hace un par de semanas -el 27 de julio- se celebró el Día Mundial del Perro Callejero. Son perros sin planes ni subsidios que andan comiendo lo que dejan (y cada vez dejan menos). Este festejo nació en 2008 de la mano del chileno Ignacio Gac. La elección de la fecha no fue casual: en esta época, en su país -y en el resto del hemisferio sur- se viven los momentos más fríos del año. Su llamado apunta a repartir mejor la inclemencia: menos cine y psicólogos a los chuchos pudientes y huesos y caricias a los andariegos.

En la casa, el exceso de galantería a los perros, ha dejado a los gatos muy rezagados. A ellos no se los seduce fácilmente. Tienen algo de silencio y lejanía que no pide lujos ni mimos. “Y nunca son policías”, como dicen los gatunos más ultras. Menos expresivos y regalones, el felino deja que su compañero vaya al cine, mientras él repite su coreografía, hecha de discreción y delicadeza. El gato evoca otras armonías y su existir, austero y parsimonioso, le permite seguir en lo suyo, estar ajeno a la euforia y a las invitaciones municipales, olvidarse del cine, el terapeuta y los pullovercitos. La española Gracia Iglesia los define: “Un gato hecho un ovillo enciende a nuestros pies su pequeño motor de confidencias”.

Pero los perros sin duda son los preferidos y gracias a su valioso y diversificado servicio (acompañan, vigilan, descubren, salvan y hasta ladran) se han ganado el mejor lugar en el reparto de afectos y consideraciones hogareñas. Los canes tienen psicólogos, abrigos y paseos. Y los gatos, por lo que se ve, asumieron con mucha hidalguía y templanza su rol de artistas de reparto. Si la cosa sigue así, el instinto canino se podrá ir perdiendo y al final, sumisos y respetuosos, se olvidarán de torear y hasta de mear los árboles.

La idea de halagarlos con plateas y estrenos suena a exageración municipal. ¿Qué pensará los perros de semejante despliegue? Ellos olfatean que todo cambió. Lo de la cucha afuera, ya fue. Ahora son pensionistas con cama adentro. Cuando hay tormentas le ponen auriculares para que los truenos no los asusten. Se les hace un lugar en la cama, incluso en las noches de festejos, cosa de que se sientan parte de la cosa. Por eso el Papa Francisco criticó el hecho de que “muchas parejas decidan no tener hijos o solamente tener uno”, y señaló “que ahora prefieren tener perros y gatos”.

Esta reflexión puso en guardia a Dylan, el perro que no renuncia. Siente que en Olivos sigue siendo amo y señor, pero su infalible olfato le avisa que el Gato Macri anda haciendo trabajos pre competitivos, que Massa mira con muchas ganas la cucha presidencial y que si la cosa sigue así, en cualquier momento le piden que dé un paso al costado. Los chuchos saben detectar el peligro. Si son capaces de descubrir la droga más oculta, les va a costar poco darse cuenta de que al súper ministro no hay que gruñirle y que a la gente del Instituto Patria hay lamerla y moverle la cola, porque son los dueños de la realidad.

En una actualidad sobrada de mascotas y ladridos, con poco cine y mucha mordida, la oración de Eduardo Galeano siempre está vigente: “Estar vivo es un peligro; pensar, un pecado; comer, un milagro”.

En Escobar invitaron a perros a una función de cine. Qué dirán los pobres gatos que andan por allí sin subsidios ni halagos

Dylan no renuncia, pero su olfato perruno avisa que el Gato Macri está haciendo trabajos pre competitivos

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