Les Luthiers dice adiós: “No quisimos despedirnos con nostalgia sino con una fiesta”

El humor musical de Les Luthiers siempre tuvo algo de paradojal, una risa borgeana: finísimo, con referencias académicas, también era por momentos irresistiblemente tonto, hecho de juegos de palabras como travesuras. Su emblemática creación, Mastropiero, encarna esa burla, ese homenaje con sorna, ese humor para desacralizar.

En ese sentido, el grupo conformado hace 55 años, que se encuentra realizando su gira despedida, siempre tuvo algo en su humor de club de amigos, del chiste interno que evoluciona con el tiempo, de las ocurrencias pavas al lado de las genialidades. Una cofradía, alumbrada en 1967 por Gerardo Masana (quien falleció en 1973), y que a lo largo de los años sumó y restó colaboradores y miembros estables. Pasaron por allí, por ejemplo, Roberto Fontanarrosa. También el luthier Carlos Iraldi. Una verdadera mesa de amigos para bromear y en el camino crear emblemáticos espectáculos de humor musicado, aunque, dice Jorge Maronna, en diálogo con EL DIA, “no nacimos en un café sino en un coro: al café íbamos después de los ensayos”.

Maronna regresará el próximo viernes -también el sábado- a La Plata junto al otro histórico de Les Luthiers, Carlos López Puccio, para despedirse: junto al elenco estable desde 2019 del grupo, compuesto por Roberto Antier, Tomás Mayer-Wolf, Martín O’Connor y Horacio Tato Turano (como alternantes actúan Santiago Otero Ramos y Pablo Rabinovich), el conjunto humorístico-musical se presentará en el Coliseo Podestá con el que será su último espectáculo antes de retirarse de los escenarios, “Mas tropiezos de Mastropiero”, la primera novedad en 15 años, y “de algún modo se convierte en un homenaje a los compañeros que ya no están, aquellos con los que fabricamos este milagro”.

“Despedirse de Les Luthiers se parece a dejar el país en el que uno vivió feliz toda su vida. Carlos y yo estamos saludables pero ya mayores, y creemos que nos llegó el momento de cerrar esa historia única”

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Un milagro que, dice Maronna, “lo hicimos gracias a la creatividad de Gerardo, creador de varios instrumentos y de nuestras primeras piezas, y al ingenio literario de Marcos. En esa época Daniel todavía no era el gran histrión que fue más tarde, y yo tomaba mis primeras lecciones de composición. Los cuatro dedicábamos mucho esfuerzo a esa criatura incipiente que después fue creciendo más allá de lo que podíamos imaginar”.

Así, jugando y sudando, perfeñaron espectáculos como como “Viejos fracasos”, “Mastropiero que nunca”, “Les Luthiers hacen muchas gracias de nada”, “Lutherías”, “Por humor al arte”, “Humor dulce hogar”, “El reír de los cantares” y “Bromato de armonio”, entre otros clásicos, que le valieron al grupo el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades por 50 años de trayectoria en 2017.

- En el espectáculo despedida, son casi todas piezas nuevas. ¿Por qué esa decisión de despedirse no con un “grandes éxitos” sino con un espectáculo nuevo?

- Con Carlos decidimos hacer un espectáculo nuevo porque ya llevábamos muchos años presentando antologías (“Chist”, “Viejos Hazmerreíres”, “Gran Reserva”). Por otra parte, no quisimos despedirnos con nostalgia, lo que habría sido contradictorio con el espíritu del grupo, sino con una nueva fiesta.

EL TIEMPO PASA

La nostalgia, claro, es un tanto inevitable, para ellos y para el público, que le dice adiós a una agrupación que ha acompañado generaciones, un ritual teatral al que van abuelos, padres e hijos. Pero el tiempo pasa, 55 años para 56, y esa especie de mesa de café musicada que era el núcleo creativo de Les Luthiers se fue desarmando: Daniel Rabinovich murió en agosto de 2015, y Carlos Núñez Cortés se despidió del grupo a mediados de 2017; en abril de 2020, falleció Marcos Mundstock.

- ¿Cómo es despedir algo que ha sido parte de tu vida durante tantos años? Realizar una gira despedida, ir de ciudad en ciudad recibiendo el aplauso, ¿tiene algo de catártico, les sirve para cerrar?

- Despedirse de Les Luthiers se parece a dejar el país en el que uno vivió feliz toda su vida. Carlos y yo estamos saludables pero ya mayores, y creemos que nos llegó el momento de cerrar esa historia única. Es triste saber que ya no vamos a volver a cada una de esas ciudades que visitamos tantas veces, pero la pena se diluye con la felicidad de cada función, una fiesta en la que el público y nosotros disfrutamos enormemente.

- Han atravesado varias generaciones, además, en un país lleno de vaivenes, de crisis, de problemas. ¿Cómo se explica, cómo han conseguido sobrevivir a todo?

- Que los argentinos podamos sobrevivir a tantas crisis me parece una hazaña sorprendente, un milagro de fortaleza que merecería que figuráramos en el Libro Guinness como “Récord de Resistencia al Maltrato”. A lo largo de tantas décadas los Luthiers, como buenos argentinos, sencillamente continuamos con nuestro trabajo. Este es un grupo tenaz que en momentos difíciles siempre encuentra la manera de continuar.

- El grupo sufrió en el camino, además de la coyuntura del país, varios golpes, la muerte de varios miembros, amigos. ¿Por qué decidieron seguir en esos momentos?

- El nuestro es un grupo proteico que siempre demostró una enorme capacidad de adaptación. Comenzamos siendo cuatro pero luego fuimos cinco, seis, hasta siete. A lo largo de los años sufrimos la desaparición de Gerardo Masana, de Daniel Rabinovich, de Marcos Mundstock; hoy seguimos adelante también como un homenaje a ellos, amigos inolvidables que siempre desearon que el grupo continuara más allá de las personas que lo integran.

- Hacer humor frente a todas esas cuestiones, tristes, ¿es una manera de levantar la bandera del humor en la vida, frente a todo? ¿Creés que el humor nos salva?

- Es sabido que el humor es terapéutico. A menudo recibimos mensajes de espectadores que nos agradecen que nuestros videos los hayan ayudado en momentos de crisis, duelo o enfermedad grave.

- Con Carlos (López Puccio) son los miembros históricos que siguen, ¿sienten que tienen que proteger el legado de Les Luthiers? Frente al público, también frente a los integrantes que se suman, con ideas distintas.

“El gran aporte de esta época son los memes, que abundan en críticas ingeniosas y a menudo brillantes”

- Estamos orgullosos de ser quienes protegen ese legado con la fidelidad que merece la historia de Les Luthiers. Y nuestros compañeros Tato Turano, Martín O’Connor, Tomás Mayer-Wolf y Roberto Antier, artistas excelentes, conocen las obras y la trayectoria del grupo mucho mejor que nosotros.

“Seguimos adelante también como un homenaje a ellos, amigos inolvidables que siempre desearon que el grupo continuara más allá de las personas que lo integran”

- Se termina una era para el público, también para vos. ¿Y ahora, que viene en tu futuro?

- No soy bueno adivinando el futuro, ni siquiera el mío, pero sospecho que no voy a perder de vista mis rutinas: componer, estudiar guitarra, sacar fotos, leer, y que voy a estar más tiempo con mi familia, que tuvo siempre paciencia para esperarme durante nuestras largas giras.

- En esta travesía de 44 años han atravesado varias generaciones, han hecho reír a varias generaciones. ¿Cuál es el secreto de un humor que parece no envejecer?

- Ese secreto lo hemos mantenido siempre bien guardado, pero hoy puedo animarme a revelarlo: nuestras piezas escritas hace décadas siguen siendo comprensibles y disfrutables gracias a la atemporalidad con que fueron compuestas. Por favor, no lo divulguen.

- ¿El humor realmente ha cambiado en el último tiempo, como algunos dicen?

- Como no veo televisión ni series no tengo un panorama del humor actual; sólo sé que el pobre humorista soporta hoy la plaga de la corrección política y la amenaza de una cancelación, esa lamentable censura. Hasta donde puedo ver, el gran aporte de esta época son los memes, que abundan en críticas ingeniosas y a menudo brillantes.