“Rojo profundo”: para volver a ver el terror de Dario Argento

Estamos en la semana de los enamorados, y quizás algún despistado al que el corazón le bombea sangre de colores bien saturados ingrese confundido a las salas hoy, en plan cita romántica, para ver “Rojo profundo”, una de las novedades de la cartelera. Se llevará, claro, una linda sorpresa.

Porque el clásico del italiano Dario Argento, lejos de tratarse de un edulcorado romance, es considerado el clásico definitivo del giallo, género criminal nacido en Italia realizado con elementos del thriller psicológico, el policial, el horror sobrenatural y el sexploitation, que arquetípicamente involucra a un misterioso asesino psicopático (con guantes negros) que acecha y mata (a una serie de hermosas mujeres).​

Ciertamente, algo que caracterizó al género fue la libertad, el desparpajo tanto visual como temático que atravesó a un fenómeno ecléctico desarrollado por varios autores en directo desafío, escribió el crítico Gary Needham, a “nuestras suposiciones acerca de cómo se deberían clasificar las películas que no son de Hollywood, yendo más allá del tipo de imaginario taxonómico angloamericano que ‘corrige’ el género tanto en la crítica cinematográfica como en la industria cinematográfica para designar algo específico”.

De todos modos, “a pesar de la resistencia del giallo a la definición clara, hay tropos temáticos y estilísticos identificables”, aclaró. Y también autores con un sello distintivo: Argento, que hizo giallos (denominación que deriva de las tapas amarillas -giallo- que tenían los libros de policías y thrillers que se vendían en Italia) de particular audacia visual y barroquismo (lo que lo convierte en un delicioso autor para visitar en la pantalla grande), fue uno de los cultores del género desarrollado desde mediados de los 60, que alcanzó su pico de popularidad a mediados de los 70 y fue predecesor del slasher norteamericano, el cine de los asesinos enmascarados que persiguen adolescentes.

El sello de Argento se ve en “Rojo profundo” ya desde el inicio: la secuencia de títulos de Rojo profundo es una de las más intensas en la historia del cine de género, con el perturbador leit motiv que compuso Goblin para la banda de sonido acompañando un único plano, las piernas de un niño a cuyos pies aterriza un cuchillo de cocina ensangrentado.

SURREALISTA

La película es considerada la obra magna de Argento, una reunión de sus inclinaciones estilísticas y temáticas, donde más logrado está el clima enrarecido, la atmósfera pesadillesca, que supo imprimir a sus películas a partir no de las palabras sino del uso de los elementos propios del cine.

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Al respecto, Argento contó en Sitges el año pasado, cuando recogió el premio Golden Honorary Award por su trayectoria, que siente que siempre siguió su “estilo” y que en su obra también le ha inspirado otros cineastas, aunque no hayan cultivado el cine de terror.

Romano, hijo mayor del matrimonio formado por la fotógrafa brasileña Elda Luxardo y el productor cinematográfico Salvatore Argento, Dario creció en un ambiente artístico, conociendo desde joven a grandes estrellas del cine italiano, como Sophia Loren o Gina Lollobrigida, ambas fotografiadas por su madre, y abandonó sus estudios para dedicarse a escribir críticas de cine en el diario Paese Sera. Pero lejos del glamour de la poderosa industria cinematográfica italiana, Argento, muy lector desde niño, contaba entre sus principales influencias a Edgar Allan Poe, los cuentos de hadas clásicos, el pulp, Raymond Chandler y Dashiel Hammett. En el cine, se consideraba heredero de Mario Bava y de Alfred Hitchcock.

En el célebre festival de cine fantástico, admitió que sus filmes son “muy oníricos, inspirados mucho en las lecturas de Sigmund Freud, que le enseñaron a buscar en su interior lo que quería contar, expresado casi visceralmente, algo automático como pasaba con los surrealistas”.

Obra magna de Argento, “Rojo profundo” se estrenó en 1975, en pleno auge del giallo

Argento, que tuvo un retiro breve del que volvió en 2001, consideró en el festival, sobre el presente del cine de género, que “el cine de terror es como el oleaje del mar, sube y baja, va cambiando con el espíritu del mundo”, y que “ahora es interesante el cine que viene de Oriente, de Corea, de Japón, pero también de México”.

Y se atrevió a lanzar que “el terror está prácticamente muerto en Italia”, algo que atribuye a que “la industria prefiere hacer más comedias, que son más sencillas y baratas, que no películas fantásticas, que son más costosas”. Esas comedias son las que habitualmente llegan desde el país de la bota a nuestra cartelera.

LA TRAMA

“Rojo profundo” fue lanzada, justamente, en el momento de mayor auge del género en los cines, 1975. La película, que escribió junto a Bernardino Zapponi, comienza en Roma, durante una conferencia de parapsicología, donde la médium Helga Hullmann se da cuenta de la presencia de alguien que pretende cometer un asesinato.

Esa misma noche, un compositor inglés (David Hemmings, de “Blow Up”, “Camelot”, el Casio de “Gladiador”) presenciará el brutal asesinato de la vidente e intentará inmediatamente localizar al sádico asesino.

La película del director de íconos como “Suspiria” (otro clásico, estrenada dos años más tarde que “Rojo profundo” y que recientemente tuvo una remake a cargo de Luca Guadagnino, realizador de “Llámame por tu nombre”) y “El pájaro de los alas de cristal” regresa ahora a la pantalla grande, a 48 años de su estreno, con copias totalmente remasterizadas.