A regañadientes con Massa, pero no tienen otro

El 6,6 por ciento de inflación de febrero -y más de 100 por ciento interanual- a pesar de que algunas consultoras lo vaticinaron quince o veinte días antes que el Indec, agudizó el nerviosismo en todos los sectores del peronismo que ya tienen la vista puesta en las elecciones. Sin embargo, a regañadientes reconocen que “no hay otro” después que el gobierno sobrevivió la demolición que parecía inevitable tras la prolongada agonía de la gestión de Martín Guzmán.

Massa logró con un pequeño ajuste mucho menor que el propuesto por el Fondo Moneteario Internacional que ese organismo no le cerrara la canilla por la que gotean los dólares imprescindibles para que la economía argentina no se encamine a una debacle de proporciones.

Mientras, fracasaron todos los intentos de fijar los precios por decreto que impuso el kirchnerismo y que el Ministerio de Economía aplicó a desgano. Su equipo lo preveía.

Queda claro, en este contexto, que la defensa hacia la gestión del ministro de Economía que en los últimos días fueron haciendo sucesivamente Máximo Kirchner, Andrés “Cuervo” Larroque y el intendente Jorge Ferraresi –ayer dijo que Massa “asumió un día antes que nos vayamos en helícóptero”- no tiene como objetivo preservarlo para que sea uno de los candidatos presidenciales del Frente de Todos. El objetivo parecería más modesto: no habrìa un “plan B” y entonces se mantiene más que vigente “el plan llegar” (a fin de mandato).

Desde 2016 el líder del Frente Renovador supo construir un vínculo político con Máximo Kirchner que se fue afianzando con el paso de los años, archivando, así, desconfianzas de antaño cuando por ejemplo el por entonces candidato presidencial amenazaba con “terminar con los ñoquis de La Cámpora”.

La culpa es de los otros

Justamente esta agrupación hizo gala de su verticalismo al publicar en las últimas horas un comunicado crítico con la decisión del FMI de enmendar las metas acordadas con el Gobierno depositando todas las culpas en Kristalina Georgieva y en otros burócratas del Fondo pero sin mencionar a Massa, que venía de “abrazarse” con las autoridades del organismo en Washington.

LE PUEDE INTERESAR

Estudios al Presidente por una hernia de disco

LE PUEDE INTERESAR

“Con una proscripción, Argentina no es viable”

En el cristinismo hay voces que cuestionan por lo bajo hasta el tímido intento de ajuste del gasto del Estado que le imprimió la gestión massista. Pero nadie quiere sacar los pies del plato, más aún cuando la misma Cristina el último viernes esbozó críticas al acuerdo con el Fondo, al que tildó de “inflacionario”, pero nuevamente se cuidó de apuntar contra el titular del Palacio de Hacienda.

Hay en este sector del FdT un relato en marcha de volver a demonizar al organismo de crédito multilateral y descargar culpas en aquellos que le permitieron volver a auditar las cuentas de la Argentina. Pero, claro, el kirchnerismo no puede evitar caer en contradicciones tales como fue el propio Massa el que como presidente de la Cámara de Diputados anudó los acuerdos necesarios con la oposición para que se apruebe el entendimiento con el FMI en enero de 2021.

La “falta de resultados” en lo micro, con todo, ya produce malestar en las “tribus” que siguen a la Vicepresidenta.

Si bien el ministro ha logrado sumar reservas internacionales vía préstamos con organismos como el Banco Mundial o la CAF, la sangría de dólares no se detiene y preocupa hacia el futuro. El escenario es preocupante: la sequía hace prever una pérdida de exportaciones de granos de casi 20 mil millones de dólares y siempre hay temor por el proceso de “dolarización” de las carteras que ocurre poco antes de las elecciones.

Es en este contexto que la posible candidatura de Massa a la primera magistratura empujada por sectores tan disímiles como “Los Gordos” de la CGT y algunos funcionarios cristinistas va perdiendo fuerza. “No puede competir un ministro de Economía con estos niveles de inflación”, se atrevió a decir una fuente camporista.

Con todo, en la agrupación que lidera Máximo Kirchner, y en la que poco a poco asoman diferencias entre referentes como Wado de Pedro o el propio Larroque, apuestan a mantener el pacto con el exintendente de Tigre. Al menos, hasta que Cristina diga lo contrario. Y la ex mandataria teme que una salida de Massa, quien supo prohijar aceitados vínculos con el “circulo rojo” –empresarios, financistas y medios de comunicación- , vuelva a poner al Gobierno a las puertas del caos.

Cristinismo

A poco de unas elecciones en las que el cristinismo, la nueva denominación que con mayor insistencia utilizan sus adversarios internos, se juega su futuro como la fuerza política que da orientación al peronismo desde hace dos décadas, no parece la mejor idea ingresar en un período de tamaña incertidumbre. Por otro lado, temen que, más allá de la “jugada” electoral que pueda idear la Vice antes del 24 de junio, no logre “despegarse” del fracaso económico del Gobierno.

“Cristina es el mismo Gobierno”, chicaneó el pasado lunes Aníbal Fernández, un “escudero” del Presidente, en su reciente arremetida contra La Cámpora.

En La Cámpora las contestaciones tampoco se van en zaga y cuestionan que hay “funcionarios albertistas” que desde enero vienen festejando el rebrote inflacionario porque desinfla las chances de Massa de competir por la presidencia y, de esa forma, mantiene vigente una posible postulación de Alberto Fernández. Nada nuevo bajo el sol: la interna sin fin de un oficialismo que sólo se pone acuerdo para embestir contra la Justicia o para crear justificativos a la alta inflación, como la pandemia, la guerra en Ucrania o la reciente caída de bancos en Estados Unidos.