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El Mundo |TRAGEDIA EN EL FONDO DEL MAR

El peor final para el Titan: sin sobrevivientes del submarino por una "implosión catastrófica"

Murieron los 5 pasajeros de la nave que iba a visitar los restos del Titanic en el fondo del mar. La seguridad del artefacto, bajo la lupa

El peor final para el Titan: sin sobrevivientes del submarino por una "implosión catastrófica"

El sumergible Titán, en una imagen cedida por la empresa OceanGate Expeditions / AFP

23 de Junio de 2023 | 02:05
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BOSTON

Los cinco pasajeros a bordo del sumergible Titan perdido el domingo cuando efectuaban un viaje turístico al pecio del Titanic en el Atlántico Norte perdieron la vida al implosionar la nave, según los restos encontrados por los equipos de rescate. “Los restos son consistentes con una catastrófica pérdida de presión de la cámara” del Titán, cuya comunicación se perdió el domingo último, menos de dos horas después de haber iniciado la inmersión turística con cinco personas a bordo hacia los restos del Titanic en el Atlántico Norte, anunció el contraalmirante del servicio de Guardacostas estadounidense John Mauger, que transmitió el pésame a las familias.

A bordo viajaban el millonario británico Hamish Harding, presidente de la compañía Action Aviation; el paquistaní Shahzada Dawood, vicepresidente de Engro, y su hijo Suleman -ambos también con nacionalidad británica-; el experto buceador francés Paul-Henri Nargeolet; y Stockton Rush, director general de OceanGate Expeditions, la compañía que fabricó y operaba el sumergible, y que cobraba 250.000 dólares por turista.

Nada más conocerse el desenlace de esta tragedia, el Wall Street Journal reveló que la Marina estadounidense había detectado una señal que indicaba la probable implosión del sumergible ya el domingo, poco después de su desaparición. “Estos hombres eran verdaderos exploradores que compartían un marcado espíritu aventurero y una profunda pasión por explorar y proteger los océanos del mundo”, señaló OceanGate, al lamentar la muerte de los tripulantes.

La búsqueda de Titan con robots sumergibles

En la mañana de ayer, un ROV, un vehículo de control remoto, encontró “un campo de restos” esparcidos a menos de medio kilómetro de la proa Titanic, entre ellos la cola del sumergible, explicó Mauger en una conferencia de prensa. A ellos se suman otras cuatro grandes piezas que confirman la “implosión catastrófica” del sumergible, de 6,5 metros de eslora, pese a que ninguna de las boyas sonares presentes en el agua casi de manera constante había detectado nada especial, según los guardacostas estadounidenses. Quizás por eso, los rescatistas confiaron hasta último momento en que podrían hallar a los pasajeros con vida pese a que se habían agotado las 96 horas de oxígeno de emergencia de que disponía el sumergible.

“Existen muchos interrogantes sobre cómo, por qué y cuándo ocurrió” el accidente del sumergible, dijo Mauger, que señaló que las investigaciones prosiguen.

En un tiempo récord, los rescatistas pusieron en pie una “compleja” operación en la que participaron barcos y aviones de varios países, entre ellos Canadá, EE UU, Francia, así como de empresas privadas, y vehículos de control remoto (ROV, por sus siglas en inglés).

Las comunicaciones del batiscafo con el barco nodriza Polar Prince, de la compañía canadiense Horizon Maritime, se perdieron el domingo 1 hora y 45 minutos después de iniciar una inmersión que debía durar unas siete horas en las frías aguas del Atlántico Norte.

El transatlántico naufragó en 1912 tras chocar con un iceberg en su viaje inaugural entre Inglaterra y Nueva York con 2.224 personas a bordo de las que 1.500 murieron. Sus restos, que yacen a casi 4.000 metros de profundidad y a 600 kms de tierra firme, se convirtieron desde que fueron descubiertos en 1985 en lugar de ensueño para aventureros y ricos turistas intrépidos.

SEGURIDAD

Una “implosión catastrófica”, como la que se cree que destruyó el sumergible Titan, se produjo debido a la aplastante presión del agua en el fondo del océano. Los restos del Titanic descansan en el lecho marino del Atlántico Norte a unos 3.800 metros de profundidad. A nivel del mar, la presión atmosférica es de aproximadamente un bar, nivel conocido como una atmósfera.

A la profundidad a la que se halla el transatlántico, la presión del agua multiplica por 400 los valores de la superficie marina. A modo de comparación, la mordedura de un gran tiburón blanco ejerce una fuerza de casi 275 bares, según Scientific American. En una implosión causada por un defecto en el casco o por cualquier otro motivo, el sumergible se derrumbaría sobre sí mismo en milisegundos, aplastado por la inmensa presión del agua. La muerte sería casi instantánea para los ocupantes.

El Titan, construido por OceanGate Inc. de Everett, Washington, estaba diseñado para soportar la presión extrema del agua a la profundidad del Titanic y ya había realizado inmersiones anteriores para visitar los restos.

Pero se habían planteado algunas dudas sobre su seguridad, sobre todo en una demanda que involucraba al ex director de operaciones marinas de OceanGate, David Lochridge, despedido en 2018 trasadvertir sobre el casco de fibra de carbono “experimental” del Titan. Roderick Smith, profesor de ingeniería del Imperial College de Londres, dijo que el accidente probablemente se debió a una “falla del casco de presión”, pero será necesario recuperar los restos para llevar a cabo una investigación completa.

E incluso con ese material puede resultar difícil precisar la causa. “La violencia de la implosión significa que puede ser muy difícil determinar la secuencia de los acontecimientos”.

El sumergible de OceanGate, en la mira

Al menos 46 personas viajaron con éxito en el sumergible de OceanGate hasta los restos del transatlántico en 2021 y 2022, según cartas de la empresa remitidas a una corte federal de distrito en Norfolk, Virginia, que supervisa lo relacionado con el caso.

Pero en los últimos días salió a la luz un informe sobre las posibles deficiencias de seguridad de la nave. Lochridge mencionó en una demanda judicial de 2018 el “diseño experimental y no probado” del sumergible.

Según Lochridge, un ojo de buey de la parte delantera del aparato fue concebido para resistir la presión a 1.300 metros de profundidad y no a 4.000 metros. En un reporte de ingeniería, Lochridge indicó que la embarcación que se estaba desarrollando necesitaba más pruebas y que los pasajeros podrían verse en peligro cuando alcanzara “profundidades extremas”, de acuerdo a una demanda presentada ese año en una corte federal de distrito en Seattle.

OceanGate demandó a Lochridge ese año y lo acusó de romper un acuerdo de confidencialidad, mientras que él presentó una contrademanda alegando que lo habían despedido de forma ilegal por plantear sus reservas sobre seguridad y ensayos. El caso se resolvió unos meses después de iniciarse con un acuerdo privado cuyos términos no se hicieron públicos.

Las preocupaciones de Lochridge se centraban en la decisión de la firma de basar la detección de fallos en un sensible control acústico, que detectaba sonidos producidos por el casco bajo la presión, en lugar de en un escaneo del casco. Lochridge dijo que la empresa le informó que no había equipamiento que pudiera hacer esas pruebas en un casco de fibra de carbono de 12,7 centímetros (5 pulgadas) de grosor.

“Esto era problemático porque esta clase de análisis acústico sólo identificaría cuando un componente estaba a punto de fallar -a menudo, milisegundos antes de una implosión- y no detectaría fallos existentes antes de someter el casco a presión”, indicó la contrademanda.

Además, el vehículo se diseñó para alcanzar profundidades de 4.000 metros, donde se encontraba el Titanic. Pero, según Lochridge, la ventana de pasajeros sólo estaba certificada para profundidades de hasta 1.300 metros, y OceanGate no quería pagar al fabricante para que produjera una certificada para 4.000 metros.

Las decisiones de la compañía, afirmó la contrademanda, “someten a los pasajeros a un posible peligro extremo en un sumergible experimental”, afirmó la contrademanda de Lochridge.

Sin embargo, la firma indicó en su demanda que Lochridge “no es ingeniero y no fue contratado ni encargado de realizar servicios de ingeniería sobre el Titán”. Fue despedido tras negarse a aceptar las garantías del ingeniero jefe de OceanGate sobre que el control acústico y el protocolo de pruebas eran en realidad un sistema mejor para detectar cualquier falla de lo que sería un escáner, según los documentos.

El director general de OceanGate, Stockton Rush (uno de los fallecidos en el sumergible que implosionó), defendió el año pasado su estrategia en un discurso a una conferencia en Seattle organizada por el sitio de noticias de tecnología GeekWire. Describió cómo había llevado un prototipo hasta 4.000 metros de profundidad, y señaló que “hacía mucho ruido”.

De modo que volvió a llevar el sumergible a la superficie y en la segunda inmersión hizo los mismos ruidos preocupantes, aunque debería haber sido mucho más silencioso. La compañía desechó ese casco, construido por un fabricante marítimo, y construyó otro con un proveedor aeroespacial, explicó Rush.

En un comunicado por email, un vocero de la compañía dijo que el vehículo desaparecido se había completado en 2020-21, de modo que no sería el mismo mencionado en la demanda.

OceanGate también recibió otra advertencia en 2018, procedente de la Marine Technology Society, que se describe como “grupo profesional de educadores, legisladores, tecnólogos e ingenieros oceánicos”.

OTRA ADVERTENCIA

En una carta a Rush, la asociación dijo que era crucial que la firma sometiera su prototipo a ensayos supervisados por un experto ajeno a la compañía antes de ponerlo en funcionamiento para salvaguardar a sus pasajeros. Rush se había negado a hacerlo.

La carta, de la que informó en un principio el New York Times, dijo que los miembros de la sociedad temían que “la estrategia experimental actual adoptada por OceanGate pueda conllevar resultados negativos (de menores a catastróficos) que tendrían graves consecuencias para todos en el sector”.

En una entrevista de 2019 con la revista Smithsonian, Rush se quejó de que la estrategia de la industria estaba sofocando la innovación. “No ha habido un herido en la industria de sumergibles comerciales en más de 35 años”, dijo entonces. “Es obscenamente seguro porque tenemos todas estas normas. Pero tampoco ha innovado o crecido, porque tienen todas esas normas”.

 

 

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