Postal de la crisis: cuando la macroeconomía no alcanza para comer

- ¿Viste qué barato está el dólar blue? ¿Compraste?

- “No sé si está barato o caro, pero yo gano en pesos y no me alcanza. Y con lo que subió todo, me estoy ‘comiendo’ los que tenía debajo del colchón para pagar deudas y hasta para ir al supermercado. Rezo para que no se me rompa el auto...”.

Palabras más, palabras menos, este diálogo se repite en muchos rincones de nuestra ciudad y del país.

El apretón monetario que se inició el mismo 10 de diciembre, cuando asumió el gobierno de Javier Milei, empezó a secar la plaza de pesos, derrumbó el valor del dólar, pero con la inflación en niveles altísimos -en parte producto del “plan platita” que implementó Sergio Massa en el final de la campaña electoral- la clase media, los asalariados y las empresas, en especial las pymes, viven un ahogo financiero que se traduce en una bestial pérdida del poder de compra de los consumidores, despidos y suspensiones en empresas de casi todos los rubros, el achicamiento de un mercado interno que venía golpeado por años de estanflación -tasas negativas de crecimiento sumadas a procesos de alta inflación- que se potenció aún más desde la asunción del gobierno libertario, a lo que se suman los tarifazos en los servicios públicos, combustibles y un sinnúmero de gastos diarios de las familias.

Los expertos señalan distintas razones tanto para justificar la caída del valor en pesos del dólar blue como la crisis sin precedentes que provocan el combo de inflación en pesos y dólares, los salarios pauperizados, los tarifazos y la contracción general de una economía que languidece.

Con las dificultades que padecen las familias por la suba de precios y lo rezagados que están los salarios y jubilaciones ante la escalada inflacionaria, los ciudadanos que tenían alguna capacidad de ahorro se ven obligados muchas veces a vender dólares para llegar a fin de mes. Una postal de esta realidad la dan las colas que hay durante el día en los circuitos informales de compra y venta de dólares, con gente que necesita hacerse de pesos para pagar sus cuentas.

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En la coqueta City Bell es una postal común ver a los vecinos, algunos de clase media acomodada, esperar con paciencia largas filas para, en su mayoría, vender dólares. También hay servicio de delivery. Uno de esos “uber” del sistema cambiario le contó a este diario que “hasta que terminaron las elecciones la gente me compraba dólares y casi nadie se desprendía de ahorros. Ahora la tendencia es inversa. La mayoría de las operaciones se hacen para adquirir pesos. Es cierto que hay un grupo de gente que todavía puede comprar, pero te das cuenta porque muchos van cambiando de a 100, 200 o 300 dólares. No quieren vender mucho y hacen lo que pueden para cambiar lo mínimo”.

Lo cierto es que el dólar del “colchón” como resguardo a futuro hoy cumple funciones de salvavidas para los gastos extras y también diarios de muchas familias.

Para el consultor Salvador Di Stéfano, “la inflación y la rigidez en la política monetaria nos están llevando a una recesión de dimensiones desconocidas, en especial porque en la Argentina hace muchos años que no nos sometemos a una estricta regla monetaria de no emisión”.

“Esto nos ha dejado como resultado que los agentes económicos hayan tenido que vender dólares para financiar sus gastos corrientes, realizar ofertas de mercadería que tenían en el stock o no han renovado las colocaciones a plazo fijo”, agrega.

El dólar blue mantuvo la tendencia bajista en marzo, que profundizó esta semana para cerrar en $985. A lo largo de la corta semana, el dólar paralelo acumuló un retroceso de $25 o 2,5%. Es su novena caída en las últimas diez semanas. Registró una baja de $40 en lo que va del año, un dato llamativo teniendo en cuenta que esto se da en un contexto en que la inflación de precios, en lo que va de 2024, se ubica en torno al 50%.

Por eso la necesidad de pesos hace que muchas personas vendan sus dólares para poder cubrir sus gastos ante la licuación de ingresos por la creciente inflación y el estancamiento de los salarios, dos variables claves en este proceso de recesión profunda, que generan menor demanda en el pequeño pero inevitable -cepo mediante- circuito informal del billete norteamericano.

El dólar blue vale hoy 1% menos que los $990 del 7 de diciembre de 2023, contra a una inflación acumulada en cuatro meses próxima al 90%, lo que equivale a una pérdida real de precio del 47% para el billete verde en este lapso. En 2024 la inflación acumulada alcanza el 50%, contra un 25% que rindió el plazo fijo tradicional, y un -4,4% que retrocedió el dólar paralelo.

La necesidad de “quemar” ahorros no solo afecta a los ciudadanos de a pie. Las empresas también se pliegan al desarme de posiciones por la necesidad de enfrentar pagos de sueldos, aguinaldos, obligaciones impositivas y servicios con tarifas multiplicadas tras años de descalabros vía subsidios como política de las distintas administraciones nacionales en el sector energético. Las subas en luz, gas y agua más los impuestazos, aumento de tasas municipales y todo tipo de gasto casi esencial, corriendo siempre a la inflación desde atrás, carcomen el futuro de vecinos y empresas.

El economista Pablo Ferrari sostuvo que “cómo evolucione la venta de dólares por parte de pequeños ahorristas, que se están desprendiendo de sus ahorros para hacerse de pesos que les permitan afrontar sus gastos diarios, será una variable que incidirá en el futuro del valor del blue.

La evolución de la cotización del dólar blue dependerá, en parte, de si continúa la sangría de ahorros, agentes que venden por necesidad lo guardado en el colchón, haciendo bajar el precio.

Para el economista Camilo Tiscornia, “el tipo de cambio informal tiene un mercado muy pequeño que suele reaccionar casi emocionalmente a las novedades del humor político y económico”.

La sangría de ahorros parece no agotarse por ahora, máxime si se tiene en cuenta que las subas en muchos rubros que son un sello distintivo de la clase media urbana, como los colegios privados, las prepagas, los servicios de streaming y TV por cable entre muchos otros, plantean un escenario de mayores erogaciones para las familias, una profundización de la pérdida de poder adquisitivo y capacidad de ahorro y la contracción de un mercado interno que ya no tiene más agujeros en el cinturón para ajustarse.