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Información General |El impacto del crecimiento descontrolado de la ciudad

¿La Plata se conurbaniza?: crónica de una ciudad cada vez más precaria e informal

Desde los años ´90 la superficie platense se expandió 126% mientras la población crecíó 20%. Fuertes críticas a los códigos de uso del suelo y a la prohibición de construir en altura en el centro. El impacto económico y en la calidad de vida

¿La Plata se conurbaniza?: crónica de una ciudad cada vez más precaria e informal

parque sicardi / google earth

15 de Julio de 2018 | 05:08
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Esa La Plata de la cuadrícula perfecta, moderna y planificada, la Atenas de América celebrada por el escritor dominicano Pedro Henríqueza Ureña, sigue intacta en la imaginación de muchos platenses. Y contrasta con este presente signado por el avance de la precarización y la informalidad que convierten a la Ciudad en una “experiencia del malestar compartido”, al decir de especialistas que destacan que el deterioro de la calidad de vida en la capital de la Provincia se remonta a comienzos de los años ´90 y desde entonces no deja de profundizarse mientras las distintas administraciones no aciertan a encontrar soluciones a problemas cada vez más acuciantes.

La Atenas de América quedó lejos para una Ciudad que hoy ostenta otros títulos. La Plata lidera hoy la lista de los partidos con más asentamientos precarios de la Provincia de Buenos Aires. Si en los años ´80 había en la periferia de la Ciudad 10 de estos barrios de emergencia, actualmente son 118 -muchos nacidos de previas usurpaciones- lo que implica más de 100.000 personas viviendo en condiciones de extrema carencia. Una cifra considerada muy alta para una población que ronda los 700.000 habitantes.

Otros números dan cuenta del deterioro de la calidad de vida en la ciudad: mientras la población crecía en el período intercensal comprendido entre 1990 y 2010 a un ritmo acorde con el promedio nacional (20%), la superficie de la ciudad lo hacía en un 126% en el marco de una expansión signada por la informalidad. En esta expansión, la prohibición de construir en altura en el centro de la ciudad aparece como uno de los factores determinantes.

Mientras tanto, la calidad de vida también se degrada en el centro: el caos del tránsito, la ineficiencia del sistema de transporte, la degradación del espacio público, el aumento de la venta informal (La Plata ocupó en 2017 el sexto lugar en el ranking del país con más venta ambulante, una actividad que mueve 2.000 millones de pesos por año sólo en la Ciudad) y el crecimiento de la inseguridad (los delitos a mano armada se incrementaron un 8,8% a nivel local entre 2017 y 2018 según los últimos datos elaborados por la Procuración de la Corte), completan un panorama preocupante que suma elementos negativos a la vida cotidiana de los platenses.

Ante este panorama, algunos instalan una pregunta: ¿La Plata se conurbaniza? Este diario consultó a sociólogos, antropólogos y especialistas en urbanismo, quienes, si bien consideraron inapropiada la utilización de ese término sí hablaron del crecimiento de la precarización y de la informalidad en la Ciudad y de un fuerte deterioro de la calidad de vida. Y consideraron un elemento central para explicar esta situación a la ausencia del estado en el planeamiento urbano, que se remonta a los primeros años ´90 y se profundizó a partir de finales de esa década.

El crecimiento informal de la Ciudad; los códigos normativos fuertemente cuestionados -de un lado, por quienes consideran que están plagados de excepciones y de otro por quienes entienden que son excesivamente reglamentaristas-; el avance de lo edificado sobre territorios vulnerables desde el punto de vista ambiental o sobre áreas productivas (el cordón hortícola que rodea a la Plata es uno de los más importantes del país) se convirtieron, entonces en características permanentes de la dinámica de crecimiento de La Plata.

Este panorama tiene un impacto múltiple sobre las vidas personales en el día a día. Un impacto que deriva en la aparición de sentimientos negativos: desde la frustración producida por las complicaciones que acompañan a la realización de tareas sencillas, a la inseguridad.

Pero también se expresa en una mayor segmentación de la sociedad, el crecimiento de la inequidad y las dificultades para acceder a las oportunidades, entre otros efectos que son mencionados por los expertos.

El resultado es el malestar. “Una experiencia del malestar compartido”, según describen algunos especialistas, quienes además destacan que la informalidad creciente también favorece cierto grado de anomia social y hasta puede redundar en un estado permanente de estrés y “el abandono de la búsqueda de superación personal”.

costos e impactos de la informalidad

Ramiro Segura es antropólogo, investigador del Conicet y autor del libro “Vivir Afuera. Antropología de la Experiencia Urbana” (Unsam 2015), basado en el estudio del crecimiento de La Plata. Y dice que uno de los primeros problemas detectables en el caso platense tiene que ver con la lógica de producción del espacio urbano: “una lógica informal que deriva en el establecimiento de poca gente en una gran cantidad de espacio, lo que aumenta los costos de los servicios urbanos y del funcionamiento de la Ciudad. Además, mucha de esta expansión se da sobre terrenos vulnerables en lo ambiental o productivo”.

“La expansión de la ciudad en extensión en el territorio no se explica por el crecimiento de la población. Entonces, estamos frente a un desacople entre el crecimiento poblacional y la forma de producir ciudad, suelo urbano”, dice Segura, quien considera que la ausencia del estado es una de las explicaciones a este problema, ya que “si bien hay códigos de uso del suelo están plagados de excepciones y terminan no codificando nada”.

Pero a esta visión se contrapone otra que apunta también críticamente a esos códigos, pero por otras razones. Fundamentalmente por la prohibición de construir en altura, que hace que, al no poder crecer en vertical la ciudad se expanda horizontalmente, a un mayor costo en materia de infraestructura y provocando el deterioro de la calidad de vida de muchos de los que terminan viviendo alejados del centro y allí donde ni el planeamiento ni los servicios llegan.

La expansión desordenada y sin planeamiento de la ciudad choca con la imagen que el platense tiene de La Plata, según indica, por caso, el antropólogo Segura.

“En el imaginario del platense, sobre todo el de las clases medias y altas, está la cuadrícula perfecta, la ciudad planificada, moderna. Pero lo cierto es que en el cuadrado sólo viven unas 250.000 personas, un tercio del conjunto. Y no queremos ver que en el resto de la ciudad esa lógica se perdió. Quizás llegó el momento de discutir ese imaginario, de romper con eso y discutir una imagen nueva de ciudad que incorpore a la historia, pero también a lo nuevo”, opina el especialista, quien agrega que a partir de ese imaginario, el sentimiento de pérdida de calidad de vida se siente con mayor fuerza en los sectores sociales que suelen identificarse más con la imagen histórica platense.

Pero también entiende que la ciudad se convierte, a pesar de las diferencias de grado, en el escenario de una experiencia de malestar compartida algunas de cuyas expresiones son la inseguridad, las complicaciones para resolver cuestiones sencillas (dónde mandar a los chicos al colegio, el acceso a un hospital) y en una mayor segregación y fragmentación de los sectores sociales. El territorio se comparte, pero los circuitos son fragmentados. El centro actúa como punto de encuentro, pero también como ámbito de separación social. Y aparece también como el escenario al que salen a buscar un medio de vida aquellos que no tienen nada, ya que la localización condiciona en lo económico el acceso a las oportunidades.

Para el urbanista Rubén Pesci, presidente del CEPA (Centro de Estudios y Proyectos del Ambiente) y uno de los impulsores de la candidatura de La Plata a ser reconocida como Patrimonio de la Humanidad, no es apropiado describir estos procesos como una “conurbanización” de La Plata, sino más bien como “una suburbanización”, que se produce “cuando se deja crecer la ciudad sin planificación, dando lugar a la aparición de un extensión de menor jerarquía, una especie de ´ciudad de segunda clase´ llena de carencias”.

“Ese suburbio favorece la aparición de la marginación y la falta de oportunidades lleva a algunos de sus habitantes a buscar formas de subsistencia en el centro mientras tiene serias limitaciones para acceder a la educación y a la cultura. Entonces esas situaciones invaden el centro y lo transforman”, opina Pesci

Para Pesci “toda la responsabilidad de esta situación es del estado, que a lo largo de las últimas tres décadas y a través de gobiernos de distinto signo permitió que se construya en cualquier parte. Por incapacidad o por ignorancia, dejaron que la ciudad crezca de cualquier manera” sentencia.

El resultado, a juicio del urbanista, son las bajas densidades que hacen costoso el traslado de los servicios o “las disparatadas distancias” al centro que deterioran la calidad de vida.

Ese deterioro tiene numerosos impactos a nivel individual, entre ellos, “el estado permanente de estrés o el abandono de la búsqueda de la superación personal”.

Para Pesci, todas estas situaciones marcan un retroceso para la ciudad. “En la década del ´60 la mayoría de los platenses hacía sus aportes, tenía acceso al crédito y capacidad de ahorro. Hoy la situación ha cambiado sustancialmente”.

Es que los especialistas consideran que los problemas estructurales a nivel social y económico que se dan en todo el país se potencian cuando las ciudades se precarizan. Y ese es uno de los aspectos que hoy más les preocupan.

“Hay un desacople entre el crecimiento poblacional y la forma de producir ciudad, suelo urbano”

“Por la mayor precariedad crece el estrés y condiciona la búsqueda de superación personal”

188

Son los asentamientos precarios existentes actualmente en el partido de La Plata, en los que viven alrededor de 100.000 personas en condiciones de pobreza. Muchos de esos asentamientos nacieron a partir de previas usurpaciones. En 1980 eran alrededor de 10.

 

126%
Creció la superficie de la Ciudad entre 1990 y 2010, mientras la población lo hacía 20%, una cifra cercana al promedio nacional. Los especialistas indican que esa diferencia expresa un desacople entre el crecimiento poblacional y la forma de producir suelo urbano.

“La ciudad es vivida por sus habitantes como una experiencia del malestar compartido”

 

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mas de 100.000 personas viven en condiciones de pobreza en un número creciente de asentamientos/archivo

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