La historia sin fin: llega el calor y se agrava la falta de agua

La llegada de las jornadas calurosas se vio acompañada, como contraste, por la negativa realidad que padecen muchos sectores de la Ciudad, asistidos por un deficiente servicio de agua domiciliaria. Se trata de un problema endémico, que suele reiterarse año tras año y que coloca a miles de vecinos en situaciones incómodas y, por cierto, difíciles de enfrentar.

En estos días fueron los pobladores del barrio de 78 bis entre 8 y 9 y adyacencias, que según señalaron llevan más de dos semanas recibiendo una presión mínima o, muchos de ellos, con las canillas literalmente secas. Según aseguraron, de acuerdo a lo informado por Absa, el origen del problema se encuentra en una bomba ubicada en 7 y 85 que se encuentra fuera de servicio, aguardándose que se procediera a una reparación o cambio por parte de la empresa responsable del suministro.

Así también la propia responsable de la prestación informó de las tareas llevadas a cabo para reparar un desperfecto técnico en la estación de bombeo de 120 y 32, que causaba baja presión en las redes que sirven a la zona norte de la Ciudad.

Se habla tan sólo de casos testigo, ya que en etas jornadas las crónicas dejaron precisos testimonios sobre problemas análogos en otros barrios, como el de 137 y 89. Cabría aquí reseñar que, al mismo tiempo, se conocen también protestas de pobladores platenses por las numerosas pérdidas de agua que se registran en las redes de agua corriente, que se mantienen a veces indefinidamente y que se traducen en la presencia de verdaderas lagunas en las veredas y calles.

Virtual imposibilidad de higienizarse, de limpiar las casas o lavar la ropa, de verse obligados a recurrir a canillas cercanas para abastecerse con bidones o de recurrir a la buena voluntad de familiares o amigos para encontrar en sus domicilios el agua que falta en los suyos, forman parte del conocido calvario que enfrentan muchos vecinos.

Una mirada más abarcadora del problema permite, entre otros, valorar un dato de la realidad, al que aluden siempre los conocedores del tema: que La Plata, Berisso y Ensenada se encuentran privilegiadas por encontrarse a la vera de una de las reservas de agua dulce más grandes del planeta, como lo es el estuario del Río de la Plata. Y que, por consiguiente, resulta casi inexplicable que a lo largo del año sean miles las canillas que permanecen secas, sin recibir ni brindar una sola gota de agua.

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En este sentido, también es preciso insistir en que la empresa Absa ha heredado el verdadero descalabro que le dejaron muchas de las administraciones provinciales anteriores, que hicieron muy poco o nada en materia de inversiones, para mejorar un servicio que es esencial para la calidad de vida de la población y que no ha cumplido con los niveles mínimos exigibles a una prestación confiable.

Pero tampoco la empresa puede desentenderse de las múltiples y desde luego que justificadas quejas de vecinos de la Región por las defecciones en el suministro de agua domiciliaria, ofreciéndose a miles de domicilios un servicio discontinuo, de muy poca presión, en situaciones que se prolongan durante varios días en casi todas las ocasiones.

Al mismo tiempo, fueron y son múltiples las pérdidas que se registran en las cañerías. Los usuarios señalan, reiteradamente, la paradoja consistente en que el agua que no corre por sus canillas lo hace por las veredas y calles, sin que la empresa resuelva con prontitud estos problemas.

Son numerosos y graves los antecedentes que existen en torno a esta cuestión, tan repetitivos como las sempiternas promesas, siempre incumplidas, de que el suministro va a mejorar. Lo que los vecinos comprueban es lo contrario, que los años pasan y las soluciones no aparecen. Está claro, entonces, que la empresa a cargo del servicio –y los entes que, se supone, ejercen la superintendencia- deben garantizar la bondad de un servicio público, que está íntimamente vinculado a la calidad de vida de los habitantes.