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Deportes |EL HIJO DEL GRAN ESCRITOR HABLÓ CON ESTE DIARIO

Sábato según Sábato: la simpatía por Estudiantes y sus presencias en 1 y 57

A 15 años de su última visita al estadio albirrojo, la intimidad del vínculo entre el intelectual y el León y la historia de la camiseta

Sábato según Sábato: la simpatía por Estudiantes y sus presencias en 1 y 57

Su última presencia en 1 y 57

Nicolás Lamberti

Nicolás Lamberti
nlamberti@eldia.com

9 de Noviembre de 2019 | 04:44
Edición impresa

Las pasiones que mueven masas, generalmente, son miradas con recelo por aquellos que escogieron el arte como una forma de vida para trascender o bien para vivir a través de algo que les permitiera expresar sentimientos, sabiduría, intelecto, talento o cualquier otra cuestión.

En la rama de la escritura, dejando de lado a profesionales de la pluma que se dedicaron a escribir sobre varias y diferentes facetas del fútbol (Eduardo Galeano, Roberto Fontanarrosa, Osvaldo Soriano, entre algunos otros), uno de los ejemplos más concretos y que iba directamente en la dirección opuesta no sólo al género sino también al fútbol como deporte en sí era el escritor/novelista Jorge Luis Borges.

En más de una ocasión, Borges fue en contra del tango (una relación de “amor/odio” con ironía mediante) y el fútbol. Le molestaban las representaciones masivas y lo dejaba en claro cada vez que se lo consultaban. “El fútbol es popular porque la estupidez es popular. Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos”, repitió una y mil veces.

Su línea también fue representada por otro personaje sobresaliente de la escritura como Oscar Wilde, quien manifestó que el fútbol era “un deporte practicado por bárbaros”. Claro que siempre hay excepciones y una de ellas fue Albert Camus, autor y pionero de grandes obras del absurdo. Camus, quien supo ser arquero en su juventud, expresó: “Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”.

Pero retomando el plano nacional, hubo un exponente tan importante como Borges, que a pesar de no dedicarse al género de la literatura futbolera, era un seguidor de la pelota. Como el francés Albert Camus, incluso, tuvo la posibilidad de interpretarlo desde adentro y defendiendo los colores de su querido club. Fue Ernesto Sábato.

Una sus obras más importantes fue “El Túnel”, un relato narrado en primera persona y con una fuerte influencia del existencialismo, que además dejó de manifiesto que Sábato y Camus no sólo coincidían en el placer de jugar a la pelota sino también en el estilo literario. El Túnel recibió críticas entusiastas del propio escritor francés y la hizo traducir a su idioma por Éditions Gallimard.

Sábato dedicó su juventud a la física y política primero y a la literatura después, aunque cada vez que podía se hacía un tiempo para escuchar o ver fútbol, e incluso jugarlo. Sábato nació un 24 de junio de 1911 en Rojas y falleció en Santos Lugares dos meses antes de cumplir los 100 años

Tras terminar el primario en 1924 en Rojas, llegó a la Plata para realizar sus estudios secundarios y universitarios en la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, llegando a conseguir el Doctorado en Física y realizó cursos de filosofía en la Universidad local. Militó en el movimiento Reforma Universitaria, además de fundar el grupo Insurrexit, de corriente comunista, en 1933.

Rápidamente y a partir de la influencia apasionada de su tío se enamoró de Estudiantes. Tuvo dos hijos, Jorge Federico y Mario, con su mujer Matilde Kusminsky Richter. Mario, cineasta platense de nacimiento (1945) pero adoptado por Santos Lugares, habló con este diario sobre la simpatía de su padre por el León y el fútbol.

En primer lugar, destacó que Ernesto “estaba orgulloso de haber tenido orígenes humildes” y por tanto, no iba contra las representaciones masivas, como por ejemplo el fútbol. Una clara diferencia respecto a su contemporáneo colega Borges.

“Mi padre siempre le tuvo desconfianza a los intelectuales alejados del pueblo y de sus pasiones”, aseguró.

“A Borges lo apasionaban otras cosas, detestaba al fútbol y menospreciaba el tango. Aquel gran escritor se ufanaba de sus orígenes (presuntamente) aristocráticos, y mi padre sentía orgullo por su origen humilde. Y gran parte de los intelectuales, para entonces, intentaba imitar a Borges. Muchas veces conseguían seguirlo en sus defectos, sin alcanzar sus virtudes”, subrayó sin guardarse nada.

ESTUDIANTES Y 1 Y 57

¿Por qué un rojense se volvió hincha del Pincha?. Mario le atribuyó toda la “responsabilidad” a su tío Juan.

“Mi padre era un chico de campo cuando lo mandaron a estudiar en La Plata. Había nacido en Rojas, y en esa época aquel era sólo un pueblito perdido en la Pampa. No tenía un colegio secundario, y como muchos de sus hermanos tuvo que apartarse de sus padres para seguir estudiando”, contó

“En su decisión de ser hincha de Estudiantes influyó mi tío Juan, su hermano mayor que vivía allí y lo tuvo a su cuidado en esa ciudad. Juan era muy pincharrata”, agregó.

Y añadió que si bien Ernesto “no era un fanático, le gustaba que la gente supiera de su simpatía por Estudiantes. No era un tema que nos apasionase, aunque a los dos nos gustara el fútbol. Yo he ido a ver a Estudiantes de grande, llevado por mis primos, los hijos de Juan, apasionados pincharratas”.

El próximo 5 de diciembre se cumplirán 15 años de la última vez que Ernesto Sábato estuvo presente en la platea techada del estadio Hirschi de Estudiantes. Esa tarde recibió una camiseta con su nombre y la ovación de todos los hinchas. Su hijo contó qué fue de esa casaca roja y blanca obsequiada por el club.

“Como tantas cosas valiosas que estaban en la casa de Santos Lugares, hoy convertida en un museo vivo, abierto a la comunidad, la camiseta desapareció, “ausentada” por personas que se aprovecharon de la enfermedad que debilitó a mi padre en los últimos años de su vida”, manifestó con tristeza y algo de bronca.

También contó que su padre se sentía orgulloso de haber jugado en las inferiores de Estudiantes y que a pesar de ser un tanto limitado desde la técnica, suplía sus falencias con la garra. Algo directamente ligado al ADN estudiantil.

“Mi padre contó, muchas veces, que jugó en la inferiores de Estudiantes. Que lo hacía como defensor, y que lo que le faltaba en calidad lo suplía con el fervor y la fuerza. Lo llamaban, como si fuera un elogio, ‘rompe canillas´. Tuve que dejar de jugar”, contó, “porque tenía la mollera débil, como consecuencia de ser el décimo de los hijos que tuvo mi abuela”. Y agregaba: “Un full back da muchas ventajas si no puede cabecear”.

GUSTOS PERSONALES

En lo personal, Mario señaló que mira fútbol y le gusta, aunque no se sujeta a camisetas sino a estilos de juego. También agregó que se alegara cuando el Pincha vence al Lobo, aunque marcó diferencias entre sus gustos futbolísticos con el modelo que impulsó Carlos Bilardo.

“Siempre me gustó el fútbol bien jugado. A veces sigo a algún club chico porque juega el fútbol que me atrae. No me sujeto a las camisetas, y para que quede en claro para la gente que tiene la edad como para saberlo, dejé de ser el hincha de Ríver que era cuando lo vendieron a Matosas, un jugador elegante y ejemplar”.

Desde su faceta artística, el hijo menor de Sábato está abocado al cine y la escritura, aunque aseguró que en ésta última rama no tiene influencias de su padre como bien podría esperarse. “Con el cine fue una relación como la que me despertaron mis hijos. Y con la literatura, un amor como el siento por mis nietos”. 

“Escribo, que es lo que me gusta hacer. Antes contaba con imágenes, ahora lo sigo haciendo, pero con palabras. No tengo, como podría creerse, influencias de mi padre en mi narrativa. Y esto, más allá de los resultados, tiene que ver con una diferencia en la partida. Mi padre decía que ‘hay que escribir cuando no se soporte más no hacerlo’. Él sufría cuando escribía, y encontraba fuerza en su tristeza.  Yo, en cambio, escribo porque me gusta hacerlo, porque me alegra la posibilidad de compartir mis historias. También, como él y como todos, tengo mis momentos de tristeza. Trato de superarlos, no los uso para escribir”.

Por último, para cerrar la charla, retomó su costado futbolero (en el cual sí se manifiesta la influencia de su papá) y trazó una dicotomía que entiende puede molestar a Pinchas por un lado y a Triperos por el otro.

“Sé que con esto, en muchos pinchas voy a lograr antipatía: no me gusta el fútbol que impulsó Bilardo”. Sin embargo, se encargó de destacar que tal como haría su padre, “aún sonrío cuando Estudiantes le gana a Gimnasia”.


 

 

 

 

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