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Sabella, dueño de una zurda mágica que lo hizo destacar en un ciclo inolvidable

Vino de la mano de Bilardo y fue el eje de un equipo que llegó a lo más alto

Sabella, dueño de una zurda mágica que lo hizo destacar en un ciclo inolvidable
8 de Diciembre de 2020 | 14:58

Por más que asomó en River Plate, la carrera de Alejandro Sabella como futbolista alcanzó su máxima expresión en Estudiantes, club en el que fue parte fundamental de uno de sus equipos históricos: el que bajo la conducción de Carlos Bilardo se adjudicó el título de campeón 1982. Al Pincha llegó justamente de la mano del Narigón para ser el eje de un ciclo inolvidable, desde Inglaterra, donde vistió las camisetas de Sheffield United y Leeds United, este último el que está en la consideración de los argentinos por la presencia de Marcelo Bielsa como entrenador. 

En aquellos tiempos, las noticias de jugadores que se movían en el exterior no tenían la inmediatez de los tiempos que corren, razón por la cual su repatriación se produjo en términos insólitos, cuyos detalles se conocieron a través del relato de Bilardo, quien en persona se encargó de la negociación sin respaldo económico.

Raúl Correbo, presidente de la institución albirroja desde diciembre de 1981, recordó que tras convencer al Doctor para que fuera el director técnico, se inició una búsqueda de refuerzos que incluyó a Sabella. “Esa operación la hizo toda Bilardo. Es verdad la anécdota de la valija. ‘Yo voy a buscarlo’, dijo. Viajó con muy poco dinero a Inglaterra. No quiero mentir, pero creo que entre todos los muchachos juntamos algo así como 20 mil dólares. Se fue, pasaron unos días y nos llamó para avisar que estaba todo resuelto. Lo más gracioso es que cuando nos juntamos a comer un churrasco, a su regreso, nos mostró los documentos de Sabella, que se los había quedado él”, según el recuerdo del ex titular.

Sabella, junto a Marcelo Trobbiani, otra incorporación significativa, y José Daniel Ponce, el “Maradona mendocino” que fue recuperado en lo futbolístico cuando estaba con un pie afuera, conformó la base de un equipo que se armó durante el Nacional 1982, con un estilo propio, y maduró en el posterior Metropolitano del mismo año, en el que se consagró campeón tras imponerse en un mano a mano con Independiente. Los tres “enganches” fueron el sello de una formación muy sólida, que también se destacó por la actividad de los marcadores laterales que ocuparon los carriles de punta a punta.

Casi imposible despojar de la pelota a Pachorra, ni siquiera con golpes, porque fue de esos jugadores, exclusivos, que supo llevar la pelota, en este caso con su pie izquierdo, como si la tuviera atada. Y la estatura de juego alcanzada fue tal que desembocó en un bicampeonato, también en una definición contra Independiente. En este caso bajo la conducción técnica de Eduardo Luján Manera, quien se hizo cargo tras la salida de Bilardo para ser parte de otro proyecto que finalizó en la gloria: el seleccionado nacional campeón en México 1986.

Sabella surgió de las divisiones inferiores de River, pero terminó identificado fuertemente con Estudiantes, donde terminó siendo uno de los últimos grandes ídolos y además de los dos referidos títulos como jugador sumó otro par en carácter de director técnico. “Mi lugar en el mundo es La Plata”, fue la frase con la cual afirmó ese alto grado de pertenencia.

Un repaso de su carrera como futbolista debe comenzar justamente en el club de Nuñez, donde permaneció entre los años 1970/1978 señalado como un “10” clásico. Pero eran los tiempos de Norberto Alonso, y sobre su espalda tenía una gran responsabilidad. Habilidoso e inteligente, no desentonó y formó parte del plantel de Ángel Labruna que ganó varios campeonatos, pero alternando. En cuatro años participó de poco más de un centenar de presentaciones, aunque la inevitable comparación con Alonso lo perjudicó en la consideración general.

En 1978, la obtención del Mundial por parte de Argentina le significó a muchos jugadores la posibilidad de ser transferidos al exterior, e Inglaterra se convirtió en uno de los posibles destinos. Osvaldo Ardiles y Ricardo Villa pasaron a Tottenham; Alberto Tarantini a Birmingham; y Alejandro Sabella, quien no había sido parte del seleccionado campeón, aunque era bien considerado, al Sheffield United. Con un detalle: la primera opción para este club de la Segunda División había sido... Diego Maradona.

“Diego estaba listo para ir. Fue una oferta real, de alrededor de 400 mil libras por él y Carlos Fren. Hasta estaban reservados los pasajes de avión”, aseguró un hombre ligado a quienes fueron parte de una negociación que al final no prosperó. Sabella tenía por entonces 23 años, había debutado con la camiseta de la banda roja en 1974, y aunque había estado a la altura, la figura de Alonso lo dejaba sin chance de ganar terreno en una institución plagada de buenos jugadores para el puesto de “10”.

La tremenda habilidad de Sabella deslumbró a los fanáticos y hasta a sus propios compañeros. En total, disputó 76 partidos. Luego, fruto del descenso a la tercera División, Alex, la versión inglesa de su nombre, decidió pasar al Leeds, por entonces en la Premier League, categoría que recuperó esta temporada con Bielsa como entrenador, en donde jugó 23 partidos y marcó dos goles en la temporada 1980/1981.

A continuación, lo ya destacado: el regreso a la Argentina por invitación de Bilardo para ser parte de un equipo que llegó a las semifinales del Nacional de 1982, durante el cual sufrió una lesión en la primera semifinal de la serie, contra Quilmes, y luego dio la vuelta olímpica en el Metropolitano del mismo año.

Cuando Bilardo se hizo cargo de la Selección camino a la Copa del Mundo 1986, Sabella compitió por un lugar con Norberto Alonso y Ricardo Bochini, y jugadores más jóvenes como Carlos Tapia y Jorge Burruchaga. Pero una sombra aún más grande fue la lanzada por el rey de la generación de los años 1980: Diego Armando Maradona. Es por esto que Pachorra apenas fue parte de cuatro presentaciones del equipo nacional, durante la Copa América 1983, y terminó al margen de la lista de quienes terminaron siendo campeones en México.

Tras el bicampeonato con Estudiantes, Sabella continuó su carrera en Gremio de Porto Alegre, el equipo brasileño contra el cual los albirrojos protagonizaron uno de los hechos épicos en la historia del club, donde permaneció entre 1985/1986, luego retornó al Pincha  en 1986/1987, pasó luego brevemente por Ferro en 1987/1988, donde jugó 27 partidos: debutó en un 1-3 con San Lorenzo, reemplazando en el entretiempo a Claudio Cristofanelli. Hizo dos goles: uno a Newell’s (1-0) y otro a Deportivo Español (1-1).

Su último capítulo como futbolista lo escribió en México, vistiendo la camiseta de los Freseros de Irapuato, donde forjó parte de su futuro como entrenador empezando como asistente de Daniel Passarella en los Rayados de Monterrey. Al margen de los 31 partidos disputados con la camiseta roja en el ocaso de su carrera, los seguidores del equipo siempre destacaron una característica de Sabella afuera de la cancha: solía regalar botines a los chicos que se probaban en las divisiones inferiores, allá conocidas como fuerzas básicas, así como algún tipo de aporte a los ayudantes y utileros del equipo.

Por último, aquella referida hazaña contra Gremio, el inolvidable 3-3 por la Copa Libertadores 1983 en 57 y 1 con siete jugadores en cancha. El partido fue extraño desde el pitazo inicial del uruguayo José Luis Da Rosa, y en notable desventaja numérica, tras quedar 3-1 abajo en el marcador, el Pincha acorraló al conjunto brasileño en una noche que tuvo a Sabella entre los grandes protagonistas, por su juego y temple en una remontada que hizo delirar a un estadio con tribunas repletas.

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