Sin misas, las iglesias igual mantienen la fe con rezos, colectas y redes sociales

Sin misas, casamientos ni confirmaciones, suspendidos todos los encuentros religiosos a raíz del COVID-19, las iglesias debieron resignar, al igual que sus fieles, los servicios de los domingos tan propios del catolicismo y las celebraciones litúrgicas. Pero la fe y los puentes de contención, tanto espiritual como material, mantienen vivas a la mayor parte de las iglesias de la Ciudad, abiertas en determinados horarios y con los sacerdotes puestos a disposición de las necesidades de los feligreses.

Ahora, tras una reunión entre funcionarios nacionales y la cúpula de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), los representantes del catolicismo se llevaron la autorización del Gobierno para reabrir sin restricciones horarias los templos, aunque sólo para rezos individuales y confesiones, pues permanecen esos espacios religiosos todavía en cuarentena para la celebración de misas y otros rituales comunitarios.

No obstante esta venia de las autoridades que comandan la crisis sanitaria que provocó la pandemia, distintas capillas, parroquias y basílicas de la Región, en rigor, nunca cerraron, y los curas que las dirigen buscaron la manera de seguir de cerca las demandas de los devotos y tratar de no descuidar, en muchos casos, las obras caritativas de la Iglesia.

“Trabajamos más que antes de la pandemia”, afirma Francisco De Rito, el párroco del Sagrado Corazón de La Plata y de La Merced de Ensenada, dos de los templos de la Región pertenecientes a la orden de los salesianos. Y añade: “vienen entre 15 y 20 personas por día, en general a rezar, pero también a confesarse y a comulgar”.

El emblemático templo céntrico, situado en la esquina de las calles 9 y 58, está abierto de lunes a domingo de 10 a 12.30 y de 17 a 20. En los dos horarios, la gente ingresa con barbijo y respetando la distancia que indican los protocolos sanitarios. Durante el resto del día puede orar detrás de la reja, pero como el padre Francisco deja el portón abierto, los fieles tienen frente a sí la imagen del Sagrado Corazón.

En cambio, en la iglesia ensenadense, el sacerdote confiesa y da la común de martes a viernes de 10 a 12.

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El dato que se destaca en estos días es que muchos feligreses que iban a misa o asistían con cierta regularidad para rezar o buscar la palabra del cura, se encuentran dentro de los grupos de la población de riesgo frente al virus y por lo tanto no concurren a la Iglesia. “Voy a llevar la unción a los enfermos y la comunión a quien me lo pida, pero además, estoy en el atrio en los horarios de la mañana y la tarde recibiendo a la gente y entregando bolsas con alimentos a los que vienen a pedir. También salgo para llevarlas personalmente a los barrios donde hay más necesidades”, indica De Rito.

Bajo estas particulares circunstancias sociales, los religiosos hallaron la manera de mantenerse lo más conectados posible con los fieles. En ese sentido, a través de las plataformas de comunicación que provee la tecnología (WhatsApp, Zoom etc.) se reza el rosario, se envían bendiciones y hasta se lleva una palabra de alivio cada vez que un feligrés lo requiere.

De la misma congregación, la parroquia San Juan Bosco (44 entre 134 y 135), transmite en vivo desde Facebook, los sábados y domingos, a las 7 y a las 11, las misas del padre Fabián.

Allí se impulsa, además, una campaña solidaria de recolección de alimentos para los sectores más castigados a nivel económico y las donaciones se reciben en la sede parroquial los miércoles y viernes de 17.30 a 19.

Otras comunidades

La parroquia San Cayetano, comprometida con los devotos del santo al que se le pide “pan y trabajo”, tiene su propia colecta: de lunes a sábados, de 8 a 18, se reciben en 44 entre 29 y 30 aportes de alimentos no perecederos y productos de higiene.

Otra que no cerró del todo sus puertas a pesar del aislamiento social fue la iglesia de 7 y 40, San Roque. Desde ese espacio, su párroco, Patricio Trevizán, es categórico: “acá hubo algunas malas interpretaciones, porque en realidad nunca se prohibió que los templos sigan abiertos, por eso nuestra parroquia no cerró”.

Con una modalidad de apertura similar a la que utiliza el Sagrado Corazón, la San Roque abre sus puertas de 11 a 12.30 y de 16 a 18. En esos horarios, el párroco ofrece la “adoración al santísimo”, confiesa y da la comunión. El resto del día, se mantiene la reja cerrada con el acceso principal abierto y así la gente puede arrodillarse y orar, también, mirando hacia el altar.

“Se acercan muchas personas; se nota que necesitan de algún apoyo espiritual, pero lo bueno es que son muy cuidadosas con las prevenciones. Antes de entrar se limpian los pies en un felpudo con lavandina, se enjuagan las manos con alcohol en gel y respetan la distancia entre ellos. Todos ingresan con barbijo”, dice el padre Patricio.

Según la experiencia que está transitando el sacerdote de la iglesia San Roque, en esta situación de aislamiento social, como no sucedía desde hacía tiempo, “se está viviendo muy mal” y en ese aspecto se refiere el cura, específicamente, a la convivencia marital. “El encierro provoca más divorcios, más desencuentros familiares. Hay gente que me llama a la madrugada desesperada por la crisis que está viviendo. En esta zona de edificios de departamentos, en hogares sin mucho espacio, es lógico que los supere la angustia”, concluye.

“Se está trabajando en la elaboración de los protocolos litúrgicos y sanitarios correspondientes”