Los grupos de autoayuda se apoyan por Zoom y no sueltan la mano en la pandemia

A lo largo de una trayectoria que consolidó su eficacia, los grupos de autoayuda de las más diversas problemáticas utilizaron espacios físicos de parroquias, clubes o instituciones de salud para brindarse apoyo mutuo entre sus integrantes. Desde el 20 de marzo pasado, como todas las organizaciones basadas en encuentros de sus miembros, esas iniciativas se vieron obligadas a cumplir con el distanciamiento social impuesto a raíz del coronavirus. ¿Iban a suspender las actividades, tan necesarias para el sostenimiento emocional de cada uno de sus participantes? “De ninguna manera”, dicen, obstinados, en cualquier entidad de esas características que se consulte.

Igual que otro tipo de colectivos, los grupos de ayuda mutua tuvieron que adaptarse a las nuevas circunstancias y apropiarse también de las plataformas virtuales para mantener la cohesión de sus integrantes, imprescindible en el objetivo de lograr la recuperación personal, ya sea por la inclinación a alguna adicción, por padecer otra clase de enfermedades que comparten o atravesar una dificultad profunda en la vida afectiva.

Los grupos, lo reconocen, sienten la falta de la presencia física, de los encuentros cercanos con pares que se miran a los ojos, escuchan el relato vívido de la experiencia del otro y de la ausencia del gesto afectivo que se recibe muchas veces cuando surge la angustia. Pero peor que esa privación resultaría, según aclaran, interrumpir las reuniones que, por lo general, prescinden de la participación de profesionales y se basan, fundamentalmente, en el acompañamiento recíproco.

Lo más usado dentro de estos grupos es Zoom, el sistema de videoconferencias que permite la conexión de varios usuarios a la vez, pero existen, asimismo, otras alternativas para los encuentros online como las videollamadas por WhatsApp o Google Meet.

“Obviamente no hay como el contacto físico y el abrazo, lo sabemos, pero ahora Zoom es la herramienta que tenemos, porque lo más importante es que no dejemos de encontrarnos”, dice Salvador Araya, integrante de Renacer en las Diagonales, entidad de casi treinta años que nuclea a personas que pasaron por la experiencia de la muerte de una hija o un hijo.

Ocurre que, como se insiste, esta clase de alternativas terapéuticas depende de la integración entre los miembros del grupo y, en tiempos de cuarentena obligatoria, fue necesario, para asegurar la continuidad, cambiar la modalidad de reunión y buscar las posibilidades que ofrece la tecnología, en este caso las redes de la internet

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Los encuentros pre pandemia de Renacer eran los lunes “sin excepción” -remarcó Araya-, en los salones de la Sociedad Odontológica de La Plata. Y es que por ninguna razón ese compromiso se suspendía, ni siquiera los días feriados. De ahí que no bien se decretó el aislamiento social en este grupo se encontró la forma de mantener el contacto.

“Todos pasamos por la pérdida de un hijo. Algunos ya hace bastante tiempo y por eso, si bien el dolor no se va nunca, el sufrimiento del principio del duelo puede pasar, como en mi caso. Y una parte muy necesaria del proceso es poder transformar ese sufrimiento y encontrar un nuevo sentido a la vida acompañando a los que pasan una situación similar”, explica Araya.

En relación a estas nuevas modalidades que ofrece la tecnología y las limitantes que implican, el integrante de Renacer va al fondo del problema: “quienes hemos pasado por la muerte de un hijo y nos recuperamos hemos adquirido una capacidad de adaptación admirable”, asegura y al tiempo se pregunta, ¿cómo no vamos a poder adaptarnos a estos sistemas de comunicación?”.

Otra entidad que trabaja con el conjunto de sus integrantes, es Alcohólicos Anónimos, una de las pioneras en ese tipo de terapéuticas. En esa institución, que en La Plata se distribuye en siete grupos que entre todos suman unos 200 participantes, tampoco se dudó no bien se ingresó en la cuarentena y después de combinar la forma de encuentro virtual por WhatsApp comenzaron a darse cita a través de Zoom.

Destinada al sostenimiento de aquellos que buscan rehabilitarse de la adicción al alcohol, la ya legendaria ong (se creó en Ohio, EE.UU., en 1935 y se extendió a nuestro país a partir de 1952) es una de las más buscadas en estos días de pandemia y cuarentena, cuando la angustia y el tedio pueden acentuarse por el aislamiento y entonces, según señalan los especialistas, el hábito de beber se ha vuelto para algunas personas una preocupación.

“Hay bastante gente nueva, que se incorpora a los grupos por Zoom, la modalidad de reunión que estamos utilizando ahora, porque nuestras reuniones no pueden detenerse, ni siquiera por una pandemia”, confirma uno de los coordinadores de AA, que lleva 7 años sin tomar “una gota” pero que igual, como se repite una y otra vez desde la entidad, sigue siendo un “alcohólico en recuperación”.

El hombre, cuya tarea en la colaboración del grupo es atender la demanda al teléfono de emergencia 221-319-5106, estima que por día recibe un promedio de cuatro llamadas de personas que buscan ayuda. “Muchas veces también se comunica con nosotros un familiar que ya no aguanta más la situación en su casa”, añade.

En las charlas virtuales, igual que en las presenciales, también los recién incorporados se presentan ante sus compañeros, cada uno de los participantes cuenta el tiempo lleva sin beber, los nuevos introducen la experiencia que los llevó a la AA y se remarca, insistentemente, que el plan es estar sobrio 24 horas; es día a día. Como subraya el paciente que atendió la consulta de EL DIA, “yo siempre pienso que es sólo por hoy, porque si no se puede caer en la primera copa y ahí va todo para atrás”.

Si bien, como se dijo, estos grupos no admiten la intervención de médicos, psicólogos u otros profesionales vinculados a la atención de la salud porque el tratamiento consiste en el sostenimiento mutuo de los participantes y la coordinación suele estar a cargo de alguien que ha conseguido atravesar con buen resultado la problemática, los especialistas alientan a que los encuentros puedan continuar más allá de las restricciones de la cuarentena.

En ese sentido opinan que la modalidad online es una buena alternativa para aquellos grupos que ya venían funcionando, ya que así se puede mantenerlos.