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Beresñak: “La música es clave para la salud emocional, nos cura el alma”

Beresñak: “La música es clave para la salud emocional, nos cura el alma”

Beresñak lanzó su nuevo disco en plena pandemia

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

9 de Septiembre de 2020 | 04:24
Edición impresa

“Dame un beso suave que me recuerde lo hermoso que es vivir”, canta Guillermo Beresñak en “Antes que me duermas”, primera canción de su nuevo disco, “A la sombra del árbol azul”, lanzado en plena pandemia: un conjunto de canciones de tono folclórico, inspirado en el jardín de su casa, las amistades, las mascotas, la familia, que ofrece ese mimo que canta Beresñak, necesario en estos tiempos de incertidumbre.

Pero aunque la canción apareció en las plataformas digitales durante la cuarentena, Beresñak confiesa que no es una letra inspirada por la crisis del COVID, sino que preexiste a la pandemia: “La canción la escribí a principios de año, antes de todo esto… Es una canción para valorar las cosas sencillas de la vida, el amor, decirse algo lindo antes de irse a dormir. Pero la pandemia nos puso frente a una fragilidad que hace que sea un mensaje que vaya bien con la cuarentena”, cuenta el artista en diálogo con EL DIA.

“A la sombra del árbol azul” es el sexto disco de estudio del cantante, compositor y productor porteño, un disco más despojado que su anterior trabajo, “La Tremenda Dimensión”, publicado hace dos años y que fue “una especie de disco compilatorio de diferentes facetas. Este, en cambio, es un disco conceptual, todas las canciones son del mismo género, folclórico alternativo”.

Pero además, “el disco anterior fue grabado en un momento de mi vida más festivo, zafé de dos operaciones del corazón, me casé, era un disco de celebración, estoy vivo, enamorado, la vida es una fiesta… Ahora, siento que tras bajar un poco de esa celebración tenía que dar más trascendental. La fragilidad de esos problemas de salud, sumados a la pandemia, me hicieron sentir toda esa fragilidad de la vida: entonces quería acompañar a la gente que amo con un mensaje que sea luminoso y verdadero”, cuenta Beresñak.

Ese mensaje luminoso fue escrito antes de todo esto que sacude al mundo: solo dos canciones de las ocho del disco fueron compuestas en cuarentena, aunque la mayoría fue grabada en el encierro. Una de las canciones surgidas post-marzo es “Aviones de cartón”, que “surgió intentando exorcizarme de toda la cuestión depre de estar encerrado hace meses”, y donde a Beresñak solo lo acompaña con un cuatro venezolano, con la idea de “contar un poco eso de estar solo en una habitación tocando, y no poder encontrarme con nadie”. La canción suma la voz de Tomás Ferrero, de Rayos Laser: “Me la mandó por mail”, se ríe Beresñak.

Fue un proceso “raro”, define. “Hubo que hacer la mezcla sin acceder a la comodidad de un estudio, todo se hizo en casa, con auriculares, arreglándose como uno podía. Pero yo ya había empezado a grabar algunas cosas en casa, antes de la pandemia, para descontracturar un poco la vida de estudio: por eso se escuchan perros, chicharras, pájaros, los sonidos del verano pasado”.

Culminada la grabación, Beresñak decidió “salir a la cancha” sin aguardar a que se aclarara el panorama musical “porque es muy incierto. Yo tengo la ilusión de que cuando haga un poco de calor, al aire libre, con ciertos protocolos, se pueda tocar en vivo. Pero no se sabe”.

Esa incertidumbre “se ha hecho bastante difícil: hemos tenido que adaptarnos a modos distintos de trabajo y subsistencia. Yo zafo con el trabajo de producción, y mi esposa labura un montón, y entre los dos lo vamos sacando. Lo más importante, algo que aprendí de ella, es el optimismo ante situaciones difíciles: no dejarse caer, reinventarse, salir adelante y apostar a crecer. Yo al principio estaba derrotista, pensaba ‘todo terminó’, y vi en ella una energía que me revitalizó”.

Y el futuro también asoma “difícil”, acepta Beresñak. “Nunca fue fácil, la verdad: estamos acostumbrados, solo cambia de dónde viene la piña. Pero se viene una temporada difícil, no se sabe cuándo se va a poder retomar la actividad de los shows, que es de lo que vivimos músicos, managers, plomos, sonidistas… Esa parte es la más incierta”.

Sobre todo cuando se repite que lo último que volverá es la música, el teatro: los shows. Pero Beresñak está en contra de esa idea: “Siempre que me dicen que los shows son lo último que va a volver, trato de impedir que esa idea se imponga: para la salud psicoemocional de la sociedad, la música, el arte en general, es algo que nos cura el alma. Para mi vida, y sé que para muchos otros, es algo muy importante. Entonces me parece que estaría bueno que le demos el lugar a la cultura que tiene en nuestras vidas, que no lo dejemos para lo último”, opina el músico porteño.

El vivo da vida a Beresñak, y por eso no se lo ha visto tanto por las redes, armando vivos, como a sus colegas. “Me cuesta sentir lo mismo que siento en un show, desde mi pieza, tocando solo”, confiesa. “Ya de por sí, no soy de andar metido en las redes, de andar mostrando mi vida: prefiero, justamente, sacar un disco, mostrar lo que hago cuando me pongo a componer”. 

De hecho, agrega, “la sobreexposición me aburre un poco, incluso de los otros artistas, siento que todo el mundo estamos llenando espacios, estar todo el tiempo de estreno, todo el tiempo con algo nuevo. Por eso también aposté a sacar un álbum y no singles todos los meses: quería aparecer una vez, mostrar una obra, que sea conceptual, tanto poéticamente como tímbrica y musicalmente, y volver a desaparecer, para regresar con otro disco más adelante”.

Un manifiesto contra una era acelerada: “Estamos acostumbrados a las cosas que duran un minuto, la vida se aceleró un montón. Pero apuesto al que tiene el ratito para detenerse y apreciar otras cosas, pone música mientras se detiene a tomar un mate o está cocinando. Son canciones que sirven para conectarse a uno mismo, para tener un momento emotivo con el arte, con la música: siento que eso se logra tomándose un rato, y no tanto en la vida veloz de las redes”.

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