Juan Palomino: “Romper la cuarta pared es toda una epopeya”

Fue Martín Fierro, Perón y Maradona. Gitano, boxeador, terapista ocupacional y rompecorazones. Hizo Shakespeare, Chejov, Molière. También Discépolo, Cossa, Kartun y O’Donnell. Y ahora, a los 61 años, Juan Palomino vuelve a dar muestra de su versatilidad, al dejar la comodidad del establecido -la actuación clásica-, y lanzarse a la vertiginosidad de la performance de la mano de “Sex”.

Junto a Iliana Calabró, el actor nacido en La Plata encabeza el elenco de la troupe de Muscari que, desde la semana pasada y hasta finales de febrero, hará temporada en el Teatro Melos de Villa Carlos Paz, algo en lo que también está debutando. Y no la pasa nada mal: junto a su compañera, la cantante Charo Bogarín, comparte tardes de ocio y noches de trabajo.

“Muchos colegas me miraron como diciendo ‘con tu recorrido, ¿qué vas a hacer ahí?’”

Palomino, que viene de interpretar la etapa de grandes excesos y polémicas del 10 en “Sueño Bendito” (Amazon), una serie que anunció su segunda temporada pero de la que duda se vaya a realizar, dice que tuvo que vencer varios prejuicios para decirle que sí a Muscari, amo y señor de esta experiencia sensual y sensorial que lo ha llevado al límite con su “complejísimo mecanismo casi de relojería” que lo ha puesto a hacer cosas a las que parecía haber renunciado, como el baile por ejemplo, pero con las que se pudo amigar.

LE PUEDE INTERESAR

Las aguas bajan turbias: en el cine del presente, el vital elemento no es refugio o postal

LE PUEDE INTERESAR

Anuario 2022: los programas que marcaron el año de la tevé de aire

La mañana posterior al debut, con un cielo cordobés trayendo alivio en forma de gotas tras semanas de pedidos de agua, Palomino charló largo y tendido con EL DIA sobre este y otros proyectos.

-¿Cómo viviste el estreno de “Sex”?

-Fue increíble porque, obviamente, mi recorrido no tiene que ver con la perfo, con el show. Romper la cuarta pared es toda una epopeya. Yo soy un actor clásico, formado en la Escuela de Teatro de La Plata, donde la cuarta pared es la cuarta pared. Soy de una generación de actores formado con una cierta sintonía. Y ayer fue increíble. Habíamos ensayado mucho pero ayer el espectáculo se completó con el público, obviamente, que es el que le imprime un latido. Para mí fue revelador. Algo inquietantemente bello y celebro esta posibilidad que me da la vida a mis jóvenes 61 años de poder saltar con un paracaídas armado por otro y confiado.

Palomino y Calabró son los anfitriones del ritual erótico

-Mencionabas a tu formación clásica y viendo tu recorrido imagino que no habrá sido fácil decirle que sí a Muscari. ¿Tuviste que romper con varios prejuicios?

-Obviamente que tiene que ver con el prejuicio. Como cuando me pusieron el rótulo de galán, del que yo renegaba, hasta que lo asumí. Acá aparecía más que nada la inquietud por la hegemonía del cuerpo, haciendo yo una lectura prejuiciosa de lo que es “Sex”, de lo que había visto en Gorriti. Y realmente, cuando me llamó Muscari, que me mandó a ver el espectáculo junto con Charo, que también es parte del show, salimos como distanciados, pensando en cómo nos podría incluir. Charo sí estaba incluida porque había canciones, pero yo no me veía. Yo me comparaba con Diego Ramos y decía mirá lo que es él y yo estoy en mi etapa de retroceso de peso evocando al Juan que fui hace dos años después de Maradona. Pensaba en cómo me iba a insertar en ese universo donde pareciera ser que la hegemonía del cuerpo, las líneas y el hedonismo es el que talla la escena. Y Muscari me dice: “mirá loco yo no quiero eso de vos. Yo te llamo por lo que representás, por tu camino. No te quiero desnudo. Y si querés hacerlo, hacelo, pero no es lo que quiero: quiero tu sintonía, tu latido, tu mirada, tus silencios, tu forma de ser, a la edad que tenés, en este marco. ¿Te interesa?”

-Te debe haber dejado regulando. ¿Qué te ayudó a tomar la decisión?

-Mis hijas. Sofía, la mayor, me había dado su opinión y me dijo “papá, es una oportunidad que está buena”. Y Floriana, la menor, que vive en Brasil con la mamá, me dijo “papá, tenés 61 años, ya todo el mundo sabe todo lo que hiciste, salí de tu zona de confort y empezá a hablar de un tema que va más allá de las edades y de la diversidad y del cuerpo hegemónico”. La escuché atentamente y dije, “esta chica tiene razón”.

“Yo me siento más pleno a nivel sexual ahora, a los 61 años, que cuando tenía treinta y pico”

-Vienen con otro chip los pibes de ahora.

-Sí, me empujó. Charo también me había dicho que lo tenía que hacer porque es una buena forma de poder reencauzar un montón de cosas que están planteadas de una forma desde la televisión, desde el cine, pero que en estas épocas hay que replantearlas y ponerlas otra vez en plano. Así que lo llamé y le dije “che, Jose, vamos para adelante”. Y acá estamos.

-Es un espectáculo que no habla de los cuerpos, ni hace alusión a la hegemonía estética, sino que propone vivir el sexo en libertad, tengas 20 o, como en tu caso, 60 años. Es un buen mensaje.

-Sí, totalmente. Cuando uno abre el plano y ve en los 360º el espectáculo aparece cierta mirada que vos decís, “epa”. Yo me siento mucho mejor ahora, mucho más pleno a nivel sexual, a nivel disfrute, a nivel sensual, que cuando tenía treinta y pico, que estaba ocupado de otra cosa. Obviamente que uno no se puede olvidar de las circunstancias de cada uno, del país, del mundo, de lo económico, porque sino uno se abstrae y pareciera ser que la vida de una persona está al margen de lo cotidiano. Pero a pesar de muchos pesares, estoy convencido de que estoy en un momento muy gratificante de mi vida.

-¿Te pesó la mirada ajena?

-Sí. Hubo muchos colegas que me miraban como diciendo “¿qué vas a hacer ahí, chabón? Con el recorrido que tenés, ¿qué vas a hacer ahí?”.

-El que no lo ha visto tiene como una mirada despectiva sobre un show que presenta todo un mecanismo que no debe ser fácil. Tenés performances, coreos, momentos en grupo, otros individuales. No debe ser fácil, ¿no?

-Es complejísimo. Todo es un mecanismo de relojería. Pareciera ser que uno está improvisando todo el tiempo, porque uno se relaciona con el público, y cada función es distinta en ese sentido, pero todo tiene que funcionar con el tiempo exacto. No está nada librado al azar. Hay cambios de vestuario, danza. Mi gran dificultad es el baile, obviamente, digo obviamente porque siempre tuve problemas con el baile (risas) pero lo tratamos de subsanar. Pero sí es una gran precisión en todo, el tempo tiene que ser exacto, y necesitás un buen equipo detrás.

A los 61 años, Juan Palomino se animó a nuevas aventuras profesionales y se lanzó por primera vez a la vertiginosidad de la performance

-¿Qué proyectos te esperan en 2023?

-Una película la dirigida por Juan Valdano, con quien hemos hecho “Los Ángeles”, que habla sobre un tema complejo como es el suicidio. Los personajes están anclados en un espacio, que es un edificio, donde el protagonista, que es Lautaro Delgado, es un limpiavidrios de altura. También voy a seguir con “Islas de fuego”, el oratorio sureño que habla sobre Malvinas, donde los protagonistas son la cacica María La Grande y el Gaucho Rivero, que escribió Gabriel Lerman con la música de Fernando Lerman. La hemos presentado en La Pampa con la Sinfónica de La Pampa y en el Chaco con la Sinfónica de Chaco, y la primera semana de marzo, cuando vuelva de hacer la temporada, nos vamos a la Base Marambio a hacerla allá, lo cual me parece una experiencia increíble. Después, el 30 de marzo la estrenaremos en el CCK con la Orquesta Juan de Dios Filiberto. También voy a hacer un homenaje a Hamlet Lima Quintana.

-El año pasado hiciste un trabajo que te demandó muchísimo esfuerzo físico y psicológico para interpretar al Diego tal vez más excedido en “Sueño Bendito” y, tras su estreno, se confirmó la segunda temporada pero no se ha hablado más del tema. ¿En qué quedó?

-Me encantaría que se haga. No tengo ningún tipo de noticia. Yo estoy desde hace más de un año, casi dos, fuera de contrato. Habían anunciado la segunda temporada pero no tengo ningún tipo de información oficial. A mí me gustaría que se haga, obviamente. Igual me parece extraño cómo fue la serie. Fue, a título personal, medio ninguneada en algún sentido.

“La serie sobre Maradona fue ninguneada... Se trató de perderla entre la neblina”

-¿Por qué lo decís?

-Porque fue nominada muy pocas veces la serie. ¡Y hay que hacer una serie sobre Maradona! Hay que atreverse a hacerla, hay que atreverse a actuarla y realmente me llamó poderosamente la atención que la serie no haya tenido aunque sea una nominación en los Premio Platino o en los Cóndor de Plata. Y después la serie se perdió... o la perdieron. Pasó como inadvertida, se trató de perderla entre la neblina. Esa es la sensación que tengo. Una serie sobre uno de los personajes más icónicos del siglo XX que es conocido en todo el mundo, y que se ha hecho todo lo posible para transar esa posibilidad. Creo yo que tiene que ver con las historias de estos tiempos: cierra los ojos, cierra la boca, tápate los oídos y el mundo dale que va. No necesitamos Maradonas. Salvo las actitudes increíbles que tuvo Messi, que parecía poseído por el Diego, y algunos de los integrantes de la Selección, que me pareció increíble lo que hicieron los chicos, son tiempos donde pareciera ser que la corrección es lo que tiene que funcionar, y bajar la cabeza y no decir nada es lo que conviene. Creo que hay mucho de eso: de reverencia al poder, un poder que al mismo tiempo te baja al pulgar. Pensé, realmente, que la serie iba a tener más trascendencia.

-Una oportunidad perdida...

-Sí. Pero no es que lo lamente sino que hago una reflexión, siempre a título personal, al respecto. Y esa reflexión tiene que ver con la actitud de Maradona con lo bueno, lo malo, lo brillante y lo oscuro que fue Diego Armando Maradona. Creo que hay muchas cosas en las que no han querido profundizar. Así que ya a esta altura, me parece que no creo que se haga la segunda temporada. Porque, además, cada uno de los actores está en su historia, tienen otros proyectos. Para mí no se va a hacer. ¡Ahí tenés un título! (risas).

-Bueno, pero si se llega hacer, que no te vuelvan a hacer engordar, Juan...

-No, no. Ese había sido un acuerdo con el director, Alejandro Aimetta, que me dijo “perdón por hacerte engordar pero era bueno el desafío”. Fueron 30 kilos. Pero ya se había hablado que, en caso de hacerse, iba a efectos. Yo tampoco quiero engordar otra vez, para nada.

-Igual ya estás otra vez en tu peso, ¿o no?

-Me faltarían unos tres kilos más, más o menos.

-Pero cuando termines la temporada de “Sex”, con todo lo que te movés, ya vas a estar en tu peso ideal.

-(risas) En diez días debo haber bajado dos kilos y medio. Me faltaban cinco, y en estos días bajé bastante, porque el vestuarista, que me había medido en Buenos Aires, cuando probamos el vestuario en VCP, se sorprendió porque todo me quedaba grande. He bajado, si. Creo que para el final del verano ya estaré otra vez en mi peso.

Como Maradona en “Sueño Bendito”