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Información General |OCURRIÓ EN LA PLATA

La doble vida del Sátiro Millonario y las andanzas del Loco de la Cuchilla

Les dejaba a sus víctimas un rollo con billetes como forma de “compensación”. Extraños casos que causaron pánico e incertidumbre en la Ciudad

La doble vida del Sátiro Millonario y las andanzas del Loco de la Cuchilla

El Sátiro Millonario consumó más de una decena de ataques en la zona norte de la ciudad

Hipólito Sanzone

Hipólito Sanzone
hsanzone@eldia.com

10 de Julio de 2022 | 03:17
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“Y... me regaló plata”.

Si un tema ha dado letra a la ficción en todas sus formas es el de la doble vida. Personas intachables que al mismo tiempo resultan depravados, asesinos y capaces de cualquier horror. La Plata conoció las andanzas del Sátiro de la Linterna, que resultó ser un avanzado estudiante de ingeniería que después de 15 ataques fue apresado por detectives de la Brigada de Investigaciones en una redada espectacular y una persecución por los techos del vecindario del Instituto de Diagnóstico donde había atacado a una enfermera. Se llamaba Héctor Hugo Mata y su entorno familiar no cabía en su asombro cuando se conocieron detalles de su doble vida.

El Pega-Pega en tanto, rondaba las paradas de colectivos en las zonas de los parques Saavedra, San Martín y Castelli. Golpeaba a sus víctimas, casi todas mujeres de entre 50 y 60 años, con una manopla. Identificado por la policía se supo que sus primeros delitos los había cometido antes de cumplir los 10 años y aunque no pudieron reunirse pruebas suficientes se creía que podría ser el mismo sujeto autor de otros abusos a punta de tijera.

La primera denuncia sorprendió. El abusador le dio dinero antes de huir

 

EL LOCO DE LA CUCHILLA

Un evadido del neuropsiquiátrico Alejandro Korn, identificado como José Alberto Romero, resultaría ser el “Loco de la Cuchilla”, autor de una decena de ataques en la zona del Bosque platense. El comisario Eloy González, de la seccional de Villa Argüello, logró darle alcance después de una larga pesquisa y a partir de un certero identikt confeccionado por una de sus víctimas. Se trató de un niño que no fue abusado pero sí acuchillado por resistirse. Ocurrió en la esquina de 120 y 64 a metros de la Facultad de Medicina, por donde rondaba. Antes de su detención la policía había apresado a unas 12 personas que respondían a las características del Loco del Cuchillo. Había personas en situación de calle, con antecedentes por ebriedad y mendacidad, como se decía entonces.

En los finales del siglo XX la Ciudad se sacudió con algunas historias de sujetos de doble vida, emparentadas con los delitos sexuales y en algún caso con ribetes increíbles, como el caso del que se dio en llamar “El Sátiro Millonario”.

Los ataques denunciados -se cree que hubo otros que no salieron a luz- arrancaron a fines de mayo de 1990.

“Ante la primera denuncia que recibimos no sabíamos qué hacer. Era un relato durísimo como el de toda persona que es atacada sexualmente, pero cuando dijo que el depravado le había regalado plata, nos quedamos mudos”.

ROLLITOS CON DINERO

Fue una seguidilla que se dio en cuestión de pocos meses. En algunos casos no pasaba de la amenaza y en otros el abuso tomaba la forma del manoseo. Lo que sorprendía era el patrón común: el rollito con billetes que iban desde los 50 mil a los 200 mil australes. Y no era dinero falso, como en principio habían supuesto los investigadores que creían estar ante un depravado que, además, la iba de bromista.

A fines de mayo, desde la comisaría 13° de Gonnet le avisaban al juzgado de la doctora Sara Berta Rodríguez de González que podía haber novedades en el asunto, que no se resignaban a tratar como “de un depravado” e insistían con “el loco de los billetes”. Pero casi al mismo tiempo la jueza y el resto de la policía tomaba conocimiento de otro hecho que hablaba a las claras de que el tema no era para tomarlo a la ligera y que se estaba ante un loco, pero peligroso.

Fue cuando en la comisaría Primera los padres de una menor de 13 años denunciaron que su hija había sido atacada en la zona de 3 y 48.

La piba fue abordada por el degenerado cuando caminaba la cuadra históricamente bombardeada del predio del ex mercado. Una zona cubierta de pastizales, baldosas rotas y mugre de diferente naturaleza que en ese tiempo, como en otros, carecía de iluminación al punto de llevarse el remanido mote de “boca de lobo”. El abuso se tradujo en un manoseo con la menor arrinconada contra uno de los paredones y en medio de fuertes amenazas. Paralizada por el miedo la chica sólo atinó a responde con un llanto ahogado. Vaya a saber qué hizo desistir al depravado de seguir avanzando, pero lo cierto es que antes de liberar a su víctima intentó convencerla de dejarse someter “por las buenas” y le mostró un rollo de billetes. La chica sólo decía que no con la cabeza mientras trataba de tomar aire, ahogada en su llanto. “Bueno, tomá”, le dijo el sujeto, le dejó los billetes y se perdió en la oscuridad.

MANO LARGA

Hacia mediados de julio de ese año, el Sátiro Millonario ya había atacado una decena de veces, casi todas en el área de la periferia norte de la Ciudad, con preferencia en una City Bell que no tenía el movimiento de estos días.

El comisario de Gonnet, Gerardo Maldonado creía haber encontrado una pista firme a partir de la denuncia de una joven vecina de la zona que apuntaba a un comerciante, un hombre de unos 35 años que, luego se sabría, no era el sátiro pero sí un “mano larga”. Esto último argumentó su abogado defensor cuando al tipo se le había venido el mundo abajo y lo procesaban por Tentativa de Violación. Pasó algunos días detenido hasta que logró zafar gracias a que no fue reconocido por otras víctimas.

El Sátiro Millonario atacaba con las primeras sombras de la noche que a esa altura del año empezaban a caer poco antes de las seis de la tarde. En ese contexto atacó en 19 y 11, de City Bell a una menor de 14 años a la que obligó su subir a un “alta gama” que, por otra parte, las víctimas no lograban ponerse de acuerdo en modelo y marca y sólo referían color: azul metalizado.

En ese caso el depravado no consumó su obra y tras media hora de cautiverio la dejó ir con un rollito de billetes, unos 50 mil australes, y un susto inolvidable. Una semana más tarde en Lacroze y Constitución atacó a una ciclista de 19 años que en un descuido se le escapó. Esa chica dio datos que permitieron confeccionar un identik que dio parecido al comerciante: un hombre de unos 35 años, morrudo, semi calvo y con barbita candado. La víctima también coincidió en que el sujeto había arrancado con amenazas, mostrando un arma y que luego trató de convencerla diciéndole algo así como que si consentía la relación iba a evitarse sufrimiento y, además, se llevaría un “regalo”.

Unos 200 mil australes, suma nada despreciable para esa época, dejaría en manos de una empleada de comercio céntrico que en la tarde noche del 14 de julio fue abordada en 17 y 520, a pocos pasos de la parada de los colectivos. Cuando hizo la denuncia en la comisaría de Ringuelet la chica contó que el tipo se bajó del auto, le puso un arma en la cintura y la obligó a subir al auto.

Fingía ser médico para “revisar” a mujeres internadas en el hospital de Gonnet

 

“Había gente cerca pero nadie hizo nada porque además yo quedé muda, paralizada por el miedo”.

En un descampado la molió a golpes pero no logró abusar de ella y la dejó bajar del auto cerca de las vías del ferrocarril.

Una de las víctimas ayudó a hacer un identikit que resultó clave para apresar al Loco de la Cuchilla

EL DOCTOR

La inquietud social iba en aumento mientras se conocían otros casos “raros” como el de un sujeto que solía colarse por la guardia del hospital de Gonnet en horas de poca vigilancia y vestido con un guardapolvo de médico manoseaba a las pacientes que se le presentaban. Cayó después de atacar a una chica de 17 años que estaba internada por un cólico renal. El sujeto la “revisó” de manera tal que la joven inmediatamente se dio cuenta de que ese tipo era cualquier cosa menos un médico pero por temor, no dijo nada.

“Mañana o pasado me doy una vuelta a ver cómo seguís”, le dijo el falso médico.

En la siguiente visita lo esperaba el comisario Maldonado.

El juez Federico Atencio lo procesó por abuso deshonesto reiterado y luego se sabría que se trataba de un sujeto de doble vida. Era ingeniero, tenía familia, trabajo y círculo social. Pero de vez en cuando se le daba por “jugar al doctor”.

Cuando cayó, la policía creyó haber resuelto otro caso resonante ocurrido un par de años antes en el Hospital Rossi. Otro depravado que se disfrazaba de médico. Se sospechaba que podía ser un estudiante residente, pero nunca lo apresaron y del relato de las víctimas surgió que no se parecía en nada al “ingeniero” del Hospital de Gonnet.

 

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