Un rol militar durante la Segunda Guerra y sus charlas con Churchill

Sin dudas, la Reina Isabel II ha sido protagonista de diferentes momentos icónicos de la historia. Y uno de ellos fue su rol en la Segunda Guerra Mundial, donde integró el ejército inglés en la lucha bélica contra Adolf Hitler. Antes de conventirse en la monarca más antigua, fue la primera mujer de la familia real británica en alistarse como miembro activo de las Fuerzas Armadas.

Sus primeros pasos

Su primer contacto con el ejército fue en 1940, a sus 14 años. Como heredera al trono, les envió un cálido mensaje a los militares que lucharon en el campo de batalla, en el programa de la BBC Children´s Hour que se emitió por radio: “Estamos tratando de hacer todo lo posible para ayudar a nuestros valientes marineros, soldados y pilotos. También estamos tratando de llevar a nuestra propia parte del peligro y la tristeza de la guerra. Sabemos, cada uno de nosotros, que al final todo estará bien”.

Años más tarde, enfrentó a su padre, el Rey Jorge VI, para unirse al ejército. Le costó un año para encontrar el sí de él y de su madre, la Reina Isabel I, por lo que a principios de 1945, se le dio el permiso para alistarse. En febrero, a sus 18 años, se unió al Servicio de Mujeres del Territorio Auxiliar bajo el nombre de Isabel Windsor y con el número 230873. Luego, se formó como conductora y mecánica, con el rango de Segunda Subalterna y cinco meses más tarde, fue ascendida a Comandantye Junior (equivalente a Capitán). Fue así que se ganó su apodo de la “princesa sin miedo a ensuciarse las manos”, por su audacia y fortaleza.

Lo curioso del hecho, es que Isabel II condujo la ambulancia del Ejército para trasladar a los heridos en combate y también algunas motocicletas, sin tener el carnet de conducir. Hasta el día de su deceso, fue la única mujer de Reino Unido que no tuvo licencia profesional ni tampoco matrícula, ya que jamás tuvo que realizar un exámen teórico o práctico para demostrar sus habilidades al volante.

la RELACIÓN CON CHURCHILL

Uno de los que tuvo una fuerte tarea durante la Segunda Guerra Mundial fue Winston Churchill, quien fue el primer ministro británico entre 1940 y 1945 (también estuvo en el cargo entre 1951 y 1955). Durante su primera etapa, comenzó una gran relación con la entonces princesa Isabel II y años más tarde, el vínculo se volvió muy fuerte. Esto se debió a varias cosas: en primer lugar, porque Churchill fue miembro del parlamento que más tiempo estuvo en Reino Unido, mientras que ella fue la monarca más longeva. Después, porque él fue el primer ministro con el que trabajó y también porque ella fue la última soberana con la que estuvo Churchill. Y también porque Winston fue elegido miembro del Parlamento, mientras Isabel II se convirtió en reina a sus 25 años.

Si vamos a los registros, el primero nace en 1928 durante una carta de Churchill a su esposa desde el castillo de Balmoral, donde hablaba de la pequeña hija del Rey Jorge VI, quien en ese entonces tenía 2 años. “Es todo un personaje. Tiene un aire de autoridad y reflectividad impresionante para un infante”.

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Tras la muerte del Rey en 1952, Churchill tuvo una gran relación de amistad con la joven reina, por su inteligencia y su personalidad. “Rápidamente ella lo cautivó y él cayó ante su hechizo. Creo que captó desde muy temprano su inmenso sentido del deber, y solía esperar con ansias, sus juntas cada martes con la joven monarca”, afirmó la hija de Winston anos más tarde.

A sus 18 años, se alistó al Servicio de Mujeres del Territorio Auxiliar (ATS)

Incluso, se ha afirmado que Isabel II lo consideró como su primer ministro favorito, por “ser muy divertido”. Inclusive, Daily Mirror detalló que ella le escribió una carta cuando él se retiró del cargo por problemas de salud, algo inédito. “Nadie podría reemplazar el lugar de mi primer ministro, a quien mi esposo y yo le debemos tanto. Y aquien por siempre, le agradeceré profundamente su sabua guía durante los primeros años de mi reinado”, destacó.

Otro de los puntos a remarcar del extenso vínculo y respeto que se tenían, fue durante el funeral de Churchill. La Reina rompió el protocolo al llegar antes que su familia al lugar, ya que ella debe ser la última en llegar a cualquier cia.

Inclusive, la monarca pidió que el funeral sea de Estado, algo que solo se había hecho con dos primeros ministros anteriormente.

Después, ella pidió permiso para que el cuerpo permaneciera en Westminster Hall por tres días.