Cristina va por la presidencia del PJ nacional: pide debate y unidad

En una extensa carta pública colgada ayer en sus redes sociales, donde analizó los desafíos que afronta el peronismo luego de la derrota electoral del año pasado, Cristina Kirchner prácticamente avisó que se postulará para presidir el PJ nacional, que debe elegir nuevas autoridades el 17 de noviembre próximo.

El partido está acéfalo, manejado por una mesa provisoria que no se reúne, desde la caída de Alberto Fernández por el pobre final de su gobierno y el escándalo de violencia de género.

Es un cargo que hasta ahora Cristina siempre ha desdeñado. Nunca le interesó lo que en la intimidad llamaba el “pejotismo”, una referencia a la rosca interna y la burocracia partidaria. Es que, en verdad, ella siempre ha sido la jefa del espacio sin necesidad de ese tipo de oropeles o jinetas formales.

En su misiva, la expresidenta explica lo que la llevó a tomar esa decisión: básicamente que el justicialismo es un caos, algo habitual cuando le toca ser oposición a un partido que sólo se concibe en el poder. Pero ahora con la particularidad de que ha estallado una pelea -a esta altura abierta- entre el gobernador bonaerense Axel Kicillof y el hijo de Cristina, el diputado Máximo Kirchner.

Axel está insinuando un proyecto de despegue nacional porque quiere ser candidato a presidente en 2027. Y el líder de La Cámpora es el titular del PJ bonaerense, que también revalidaría títulos el 17 del mes próximo. ¿Un Kirchner a la sede de la calle Matheu 130 y otro en la oficina provincial de La Plata? Aparentemente todo se encamina a eso. Habrá que ver qué hace el gobernador riojano Ricardo Quintela, que ya avisó que también pretende pelear por la presidencia del peronismo nacional, aún enfrentando a la exvice de Alberto Fernández.

“Está claro que hay que enderezar lo que se torció y ordenar lo que se desordenó. Esto plantea la necesidad de crear un ámbito de discusión y participación que hoy no existe y que su ausencia sólo genera confusión y vacío. No tengo dudas que, en esta etapa, el partido es el lugar más apropiado para desarrollar el continente que genere el contenido y que este, además, tenga dirección y objetivos”, afirmó Cristina en su carta.

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Agregó: “Quiero decirles que estoy dispuesta, una vez más, a aceptar el desafío de debatir en unidad porque si algo tengo claro también, es que acá no sobra nadie. Sin embargo, la unidad necesita dirección y proyecto para construir el mejor peronismo posible en una Argentina que se ha vuelto imposible para la mayoría de sus habitantes”.

Operativo clamor y algo más

Agradeció Cristina el “operativo clamor” que se desplegó en los últimos días, en realidad cuidadosamente planeado desde el Instituto Patria y con poco de espontaneidad, con voces muy ligadas a ella que pidieron su entrada activa a la cuestión partidaria. Como Wado de Pedro, Juliana Di Tullio, Mayra Mendoza y demás cristinistas confesos.

Esta decisión que comunicó Cristina corona una movida de actos con su presencia, posteos muy críticos sobre la economía del gobierno de Javier Milei, un extenso diagnóstico también publicado en redes sobre porqué el peronismo ha dejado de encantar a la gente (un trabajo interesante porque la pone en el rol de analista, como si ella no hubiera tenido nada que ver en todos estos años) y una reciente aparición -una visita sorpresa, digamos- en el populoso La Matanza, uno de los distritos en los que mejor mide y que es manejado por un sector del PJ que hoy asoma enfrentado a Máximo.

Se trata del intendente Fernando Espinoza -según fuentes cristinistas, una mancha venenosa por la denuncia de acoso sexual en su contra- y la vicegobernadora Verónica Magario, ambos en el esquema de perfil semi-insurrecional de Kicillof. Lo de “semi” es porque, en verdad, el gobernador no quiere romper con la expresidenta, algo que le susurran algunos de sus coroneles todo el tiempo.

A lo largo de su exposición de ayer, una nueva pieza extensa, Cristina explica porqué cree que el PJ debe explorar un espacio de discusión para salir del estado de confusión interna en que cayó por el ascenso de Milei, un candidato que los humilló en el balotaje de año pasado y frente al que los justicialistas sienten vergüenza de haber perdido.

Cristina está convencida de que a Milei le va a ir mal con la economía porque abona un modelo expulsivo de los sectores populares, según fuentes de su espacio. Un párrafo de su texto define esta idea: “Debemos poner en marcha el segundo trasvasamiento, incorporando las nuevas generaciones en los secundarios, universidades, sindicatos, movimientos sociales y, desde ahí, recomponer la presencia en las barriadas populares junto a las iglesias, las sociedades de fomento, los clubes de barrio y todas aquellas instituciones organizadas desde la comunidad”.

Se hace una pregunta interesante, provocadora, tal vez destinada a ser el nudo del debate que pretende plantar en un partido con cifras históricamente bajas de representación (por primera vez desde el 83 no maneja el Senado nacional y tiene menos de 100 diputados nacionales): ¿Cómo llegamos a este momento inédito? ¿Es solo por el fracaso de los dos últimos gobiernos democráticos? ¿O es que una parte de nuestra sociedad está dispuesta a soportar cualquier cosa antes de que gobierne un peronista?”, plantea Cristina.

Muchos sondeos dicen que el espanto a los ya visto y alguna cuota de esperanza sobre un futuro mejor ligada a la figura de Milei explican que el Presidente, en medio de un duro ajuste, aún conserve niveles de adhesión popular respetables. Según fuentes del Patria, la exmandataria ha planteado en la intimidad la creencia de que desde el peronismo puede llegar a aparecer una expresión de extrema derecha que capitalice el eventual enojo social con Milei con algún otro personaje disruptivo. Ella, enrolada en el pensamiento de la Patria Grande latinoamericana, vendría a ser el antídoto para que eso pase y por eso pretendería direccionar el debate ideológico interno.

Un bastón que nadie se hizo cargo

En los hechos, será la jefa formal del principal partido opositor. Aquel “bastón de mariscal” que ella cedió a fines de 2022 y nadie tomó quedará en sus manos otra vez, se verá si con intenciones electorales el año que viene. Porque ahora todo el peronismo habla de que Cristina será candidata a diputada nacional en los comicios de medio término, en la boleta del PJ bonaerense o del frente que se integre para la ocasión.

Un referente de La Cámpora revela un detalle ante este cronista: en su reciente visita a La Matanza usó la misma campera -en tono celeste- que vistió cuando fue al mismo lugar antes de avisar que sería postulante al Senado en 2017. ¿Una Cristina afecta a las cábalas?