La Ciudad es cada vez más “pet friendly”, pero sigue siendo un desafío alquilar con mascotas

En muchos edificios de la Ciudad, no permiten tenerlas. Y en un porcentaje no menor de los contratos de alquiler, en particular cuando se trata de departamentos, se las veta de manera explícita. Sin embargo, las mascotas están por todos lados. Los usos y las costumbres suelen pasar por encima de las restricciones impresas, pero cuando la fría letra de los documentos se impone, es un drama. Una encuesta reciente reveló que en la capital federal, ocho de cada diez inquilinos tienen dificultades para conseguir un hogar que permita tener animales; en La Plata, los protagonistas del mercado subrayan que “la realidad es mucho más tolerante”.

En todo caso, por estas horas, la búsqueda de un departamento para alquilar, monoambiente o de hasta un dormitorio, en una de las plataformas de Internet más visitadas del rubro, arroja para nuestra ciudad más de 180 resultados. Ahora, si se agrega al mismo procedimiento el filtro “se permiten mascotas”, las opciones se resumen apenas a 15.

“Todos te dicen que nunca pasa nada con el tema mascotas, pero si te pasa es un garrón” sentencia Daniela, una empleada pública provincial de 29 años, que vive junto a su perrita Dina en un edificio de 9 y 39: “antes de mudarme estaba en un dos ambientes muy parecido al actual, acá a cuatro cuadras, pero me regalaron a Dina y tuve algunos problemas”.

“Había otras mascotas, pero ella ladraba bastante de noche... Al final, unas señoras y una parejita con un bebé me hicieron lío y el reglamento interno les dio la razón” concluye la joven, que trabaja en una de las torres administrativas de plaza Moreno: “justo se venía la renovación de contrato y preferí buscar otro lugar. Qué va a ser... ahora Dina creció y ya no ladra casi nada”.

El marco de referencia en el que se deben inscribir las acciones de quienes residen en un edificio está dado por el Reglamento Interno del Consorcio, cuyo contralor queda a cargo de la administración. En ese documento se fijan límites y horarios para los ruidos, el uso de espacios comunes y la tenencia de mascotas, entre muchas otras cuestiones. Pero además, existe el Reglamento Interno de cada consorcio, con una segunda tanda o “capa” de consejos que buscan promover la buena relación entre los vecinos.

Los martilleros advierten que esto es algo que deben saber y plantearse quienes decidan comprar o alquilar un departamento, y tengan mascotas al momento de hacerlo, pero también quienes luego de mudarse deciden adoptar o comprar un perro o gato.

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“Muchas veces ni se mira el reglamento de propiedad, pero es vital para evitar malos entendidos, discusiones feas, ‘radio pasillo’, y algunas veces, cartas documento o instancias judiciales” señala un experimentado broker local.

Jurisprudencia dividida

En definitiva, hay varios textos en danza. La Ley Nacional 13.512, que rige la propiedad horizontal, dice que “queda prohibido a cada propietario u ocupante de los departamentos o pisos perturbar con ruidos o de cualquier otra manera la tranquilidad de los vecinos...”. Esto implica que por reglamento o por ley, los criterios que prevalezcan en una causa, por más que las prohibiciones no deban ser “abusivas ni discriminatorias”, la interpretación de esos conceptos dependerá, si las cosas llegan a mayores, de un juez y sus circunstancias. Quienes observan la jurisprudencia estiman que suele favorecer a los dueños de las mascotas, pero en general está bastante dividida.

Una flamante relevamiento del portal inmobiliario ZonaProp, realizado en coincidencia con el Día Mundial del Perro, muestra que en la CABA y alrededores, al 80 por ciento de los inquilinos le cuesta conseguir un hogar que permita mascotas. Al mismo tiempo,

A su vez, el 54% de los encuestados aseguró que no pagaría más por un inmueble que permitiera mascotas, mientras que el restante 46% sí estiraría su presupuesto hasta obtener un espacio donde le levantaran el pulgar a la tenencia de perros o gatos.

Sin embargo, la mayoría cree que no todo está perdido: siempre de acuerdo con el trabajo, los últimos años trajeron una ola creciente de aceptación de mascotas. Y el 64% de los encuestados percibió una mayor aceptación en restaurantes, locales comerciales y lugares públicos. Sólo un 19% considera que en la actualidad es más difícil encontrar donde vivir con ellas.

Del otro lado del mostrador, el 87 por ciento de los propietarios aseguró aceptar mascotas, y el resto, las vetó por diversas razones: que arruinan el inmueble, emiten ruidos molestos, ensucian, no tienen espacios verdes a disposición O existen restricciones reglamentarias en el consorcio.

Se cree que en Argentina el 85% tiene un perro como mascota. Los gatos son los segundos del podio (con un 36% de las preferencias), mientras que sólo 5 de cada cien tienen otras especies.

“Todo indicaría que en Buenos Aires serían mucho más amigos de los animales, teniendo en cuenta el enorme mercado que existe” se sorprende el agente inmobiliario local Ramón Penayo: “acá en La Plata todavía hay reglamentos de copropiedad que a mi juicio son anacrónicos, y que estipulan que las unidades no se adquieran o alquilen a quienes tengan mascotas. Esto está fuera de tiempo, porque hoy en día no hay tanto lío. Los perros están acostumbrados a comportarse bien en interiores, y por supuesto los gatos igual o más”.

“Mucha gente que está sola y vive en departamentos necesita una mascota. Les da vida” afirma Penayo: “me pasó un caso puntual, que lo puedo transparentar, por el cual decidimos regalarle un perro a un familiar que estaba solo y no se levantaba nunca de la cama... estaba siempre en pijama. Le llevamos al animal. Entonces se vio obligado a levantarse para sacarlo y ejercitar. Cambió su calidad de vida. Hay situaciones en las que la gente está sola y necesita compañía, y negársela no parece positivo”.

“En La Plata, algunos reglamentos muy viejos no permiten tener mascotas, pero actualmente es difícil que te manden una carta o un documento del consorcio por poseerlas, porque ya son parte de la gente” admite el profesional: “en los edificios que nosotros gestionamos, casi todos tienen perros que además, no son ya esos que ladraban todo el tiempo; están adaptados a su medio. Y mucha gente está necesitando esa conexión, ese cable a tierra”.

Una de cal y una de arena

Desde el grupo Perritos Rescatados, que viene llevando a cabo en nuestra ciudad una valiosa campaña de salvamento, tránsito y entrega en adopción de canes, cuentan que no todo es color de rosa. “Un caso que nos pasó hace poco fue que dimos dos perritas a una chica, cuyo padre lo permitió; pero cuando empezaron a crecer, una dañó una pared y el hombre obligó a que nos las devolvieran. Sabemos que hay gente que no puede adoptar aunque quisiera porque nos cuenta que se tendría que mudar, o porque teme problemas en sus consorcios”.

“Siento que en los departamentos que alquilamos, ya todos tienen mascotas” hace notar Ramón Penayo: “por supuesto, algunas nos traen conflictos, ciertamente, porque ladran cuando no están los dueños o hacen sus necesidades en el jardín o patio común, y otros lugares inapropiados, y eso trae consecuencias. Pero no hay mayores reclamos generalizados, y esta todo bastante amigable. Normalmente se le pregunta al inquilino cuál es su grupo familiar antes de entablar una relación contractual, porque por una cuestión económica no se puede avalar que vivan siete personas en un monoambiente, por ejemplo. Y la respuesta cada vez más frecuente es ‘mirá, soy yo, mi esposo -o esposa-, mi hijo y un perro’. Ahí indagás qué tipo de perro y varias cosas más. Es un trabajo que hacemos, investigar si el reglamento lo permite, y cuán flexible es ese reglamento. Creo que los edificios viejos, que tienen aquellas prohibiciones muy terminantes, deberían reformarlas”.

Los expertos señalan que, cuando pese a la prohibición expresa, el consorcio tolera la presencia de mascotas, no cabrían acción legales contra unos infractores en supuesta discriminación de otros. Pero si existiera alguna situación que produjera molestias graves, el administrador podría echar mano del reglamento de copropiedad y exigir el retiro de ese animal, pese a que otros consorcistas tuvieran mascotas. En ese caso en particular, existe tolerancia pese a la prohibición, pero ante perjuicios demostrados, el administrador puede actuar haciendo valer el reglamento.

En nuestra ciudad, desde hace varios años, avanzan ordenanzas y proyectos “pet-friendly”. Uno de ellos fue el que habilitó el ingreso de “animales domésticos” -concretamente perros y gatos- al Palacio Municipal y a todos sus edificios públicos.

“Todos te dicen que nunca pasa nada con el tema mascotas, pero si te pasa... es un garrón”