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Opinión |Enfoque

Trump y su nostalgia por los objetos de antaño

Trump y su nostalgia por los objetos de antaño

Robin Legrand

14 de Febrero de 2025 | 01:22
Edición impresa

Columnista de AFP

Cocinas a gas, duchas, bombillas incandescentes... Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump tiene la mira puesta en las normas medioambientales que afectan a muchos objetos cotidianos, e insiste: las cosas de antes eran mejores.

El magnate republicano ordenó que su administración vuelva “inmediatamente” a los estándares de su primer mandato (2017-2021) en el uso de “lavabos, duchas, inodoros, lavadoras, lavavajillas, etc.”.

Trump, de 78 años, se queja desde hace años de los cabezales de las duchas que, según él, ahora tienen un caudal de agua demasiado bajo.

“Si sos como yo, no podés lavar tu hermosa cabellera adecuadamente”, había dicho en 2020.

Durante su primer gobierno, se promulgaron normas para que los cabezales de ducha utilizaran más agua, normas que luego fueron revocadas por su sucesor, el demócrata Joe Biden.

En los últimos años, Trump también hizo campaña sobre la idea de que los demócratas quieren prohibir las estufas de gas y los automóviles con motor de combustión, convirtiendo el asunto en una cuestión de libertad de elección para los consumidores estadounidenses.

Frecuentemente critica el uso extendido de bombillas LED, que sustituyeron gradualmente a las incandescentes durante la última década.

“Sentido común”

“No soy una persona vanidosa, pero me veo mejor bajo una lámpara incandescente que bajo estas luces locas”, dijo en 2019.

El martes anunció que firmaría un decreto para volver a disponer de “normas de sentido común sobre las bombillas”.

Para Andrew deLaski, de la asociación local Asap, las preocupaciones de Trump “parecen obsoletas”.

“Hoy existe una amplia gama de productos modernos y eficientes que están entre los que mejor funcionan”, afirmó el director ejecutivo de esta organización que lucha por estándares de eficiencia energética para productos de uso diario.

Asap, por ejemplo, sostiene que las bombillas LED “reducen los costos energéticos de los hogares y las empresas y reducen la contaminación” ambiental.

De manera similar, “las normas que regulan sobre cabezales de ducha ahorran dinero a los consumidores en sus facturas de agua y electricidad, y ayudan a proteger el medio ambiente”.

Pero la cruzada del presidente republicano, un escéptico del cambio climático, parece tener menos que ver con un razonamiento ecológico o económico que con un apego teñido de melancolía por los objetos de antaño.

Desde su espectacular entrada en la escena política estadounidense en 2015, el multimillonario ha utilizado la nostalgia como una poderosa arma electoral.

Volver al pasado

“Donald Trump parece comprender esos momentos de nostalgia, y quizás él mismo sea sensible a ellos”, consideró Spencer Goidel, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Auburn (Alabama).

El investigador, que estudió la cuestión de la nostalgia en el ámbito político, estableció un paralelo con los gustos musicales.

“La mayoría de los estadounidenses piensa que la mejor época de la música fue cuando eran adultos jóvenes”, seleccionando las mejores canciones y olvidando las malas, explicó.

“En la sociedad ocurre lo mismo: los grandes hombres y mujeres de la Historia son inmortalizados; los hombres y mujeres mediocres (a veces corruptos o incompetentes) son olvidados”, añadió.

No es de extrañar, pues, que los políticos se apoderen del sentimiento nostálgico, porque “elaborar un mensaje orientado al futuro es difícil”, subrayó Goidel.

Según el investigador, “es mucho más fácil abogar por un regreso” a los viejos tiempos.

El lema favorito de Donald Trump, omnipresente en su campaña, ha sido en sí mismo una invocación del pasado, el deseo de “hacer a Estados Unidos grande otra vez”, las mediáticas siglas MAGA (Make America Great Again).

Aunque Goidel sostiene que “la nostalgia no es inherentemente demócrata o republicana”, su trabajo con otros investigadores muestra que ese sentimiento está más “asociado con actitudes racistas y sexistas, una mentalidad autoritaria y el voto republicano”.

Y además, según su estudio, las personas que muestran fuertes sentimientos de nostalgia tienen más probabilidades de “apoyar a un hombre fuerte que rompa las leyes y perturbe las instituciones” democráticas. (AFP)

 

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