20 de Septiembre de 2002 | 00:00
El gesto desesperado de los que perdieron a sus hijos
chocaba ayer con el alivio de los padres que recibían la noticia de que
los suyos estaban a salvo y todo hacía una dolorosa mezcla de sentimientos
que envolvía ayer a la Escuela 39 de Merlo.
Un simple pizarrón escolar se convirtió en el centro geográfico del drama.
Sobre él se clavaban decenas de miradas cargadas de angustia: las de los
padres envueltos entre la incertidumbre y la esperanza a medida que se
iban anotando los nombres de las víctimas fatales.
Ahí se vivieron las peores escenas entre familiares desesperados. Los
que podían sentirse aliviados porque sus hijos no estaban en la lista
terrible no tenían palabras de consuelo para los otros. El dolor arrasó
todo a su paso.
Entre los llantos se oyeron algunos insultos enredados en la misma pregunta
sin respuesta: "¿por qué subieron todos juntos si el puente no daba para
más de tres personas a la vez?.
Un grupo de chicas se abrazó en medio de la calle para llorar juntas por
alguna compañerita o algún hermano.
"Vivieron una pesadilla en medio de su sueño -dijo un hombre, antes de
dar la vuelta la cara para ocultar sus lágrimas-. Estaban tan contentos
que no se dieron cuenta de lo que hacían".
Otras mujeres pasaron de la mano con lágrimas en los ojos. Lloraban por
la directora, Graciela Antinucci, a la que conocían desde hace muchos
años: "No hizo más que hablar de su viaje en la última reunión de directores
de escuela de la zona", contó su colega Marta Cabral.
"¿La conocías a la Daiana?", le preguntó una vecina a la otra y la respuesta
fue un gesto afirmativo con la cabeza y los ojos llenos de lágrimas. Un
nudo en la garganta le impidió contestar.
Extrema tensión
En un momento la tensión llegó a tal extremo que una antigua maestra
de la escuela decidió borrar el pizarrón y desalojar la escuela dejando
solamente a los familiares de los niños muertos. Así empezó la organización
del viaje a Chubut en un avión de la Fuerza Aérea especialmente fletado
para los padres de las víctimas. Al mismo tiempo se daba la noticia de
la inminente llegada de los sobrevivientes, en otra aeronave oficial.
"Anoche llamaron para contar que no sólo habían visto las ballenas sino
también los lobos marinos; estaban muy entusiasmados", relató el padre
de Erica, después de hablar con su hija. El hombre tenía los ojos rojos
de haber llorado mucho en muy poco tiempo.
Las noticias desde Chubut iban llegando con cuentagotas haciendo crecer
la angustia y, como en toda tragedia que explota sin aviso, al gran dolor
de la noticia se le sumaba la inmensa tristeza de los pequeños recuerdos.
Así, los padres de los alumnos recordaban con una angustia incontenible
"lo contentos y entusiasmados" que los chicos estaban con el viaje a la
Patagonia y la permanente ilusión que tenían de ver de cerca a las ballenas.
Cinco años de ilusión
La expectativa por un viaje soñado los había empujado, durante todo este
tiempo, a hacer un gran esfuerzo. Hacía cinco años que estaban preparando
la excursión, en un proyecto que fue aprobado por el Consejo Escolar de
ese partido del oeste del Conurbano bonaerense. Los alumnos de la escuela
número 39 "Fragata Libertad" habían realizado un trabajo sobre los avistajes
de las ballenas, y posteriormente se contactaron con el gobierno de la
provincia de Chubut, que el percatarse del interés de los chicos, los
invitó a conocer esa zona patagónica.
Esta era la primera vez que este grupo de estudiantes viajaba hacia Chubut.
Fueron especialmente invitados por la gobernación de esa provincia, según
explicaron las autoridades del Distrito Escolar de Merlo. El gobierno
nacional facilitó los micros que transportaron a los alumnos; el Consejo
Escolar de la Provincia aportó los víveres y el gobierno chubutense dispuso
los lugares de alojamiento.
En el viaje fueron los chicos de quinto y séptimo grado, de entre 10 y
13 años, acompañados por varias personas mayores, a razón de una cada
10 alumnos, entre maestras, padres y personal de la escuela.
Los padres de los alumnos debieron pagar, los que pudieron, 50 pesos,
mientras que algunos chicos pudieron viajar por la solidaridad de todos,
dado que habían realizado rifas y otros eventos para recaudar el dinero.
"Esto era todo un proyecto ejemplar pero terminó con una tragedia", indicó
una directiva del Consejo Escolar de Merlo, quien aseguró que los docentes
que fueron con el contingente "eran los que correspondían", ya que si
no, no hubiera sido autorizado.
Indignación
En medio de la congoja y la incertidumbre que todavía flotaba, algunos
padres se mostraron indignados por lo sucedido. "Los hicieron subir al
puente como si fueran a un matadero, criaturitas de Dios...", dijo una
madre que no podía contener su angustia.
"Nos dijeron que nuestro hijo está bien, que no está muerto ni desaparecido,
Gracias a Dios", señaló la madre de Rodrigo Mansilla, de quinto grado,
uno de los chicos que salvó su vida en la excursión.
La mujer, sin poder contener el llanto, dijo que su hijo estaba muy "ilusionado"
con el viaje, e indicó que ahora sentía un profundo dolor por los otros
chicos que fallecieron en el accidente.
Escenas desgarradoras
Escenas desgarradoras se vivieron durante toda la jornada en la escuela
número 39 de Merlo. En medio de lágrimas y rostros que reflejaban el nerviosismo
y la desesperación por conocer lo que pasó en el dique chubutense, las
autoridades del colegio trataron de llevar calma a los padres y allegados
al contingente.
Cuando los nombres de las víctimas y desaparecidos fueron escritos en
el pizarrón de una de las aulas, algunos de los familiares estallaron
en llanto y en crisis de nervios, por lo que tuvieron que intervenir médicos
para calmar a los más afectados e incluso atender a una madre que se desmayó.
Datos, recuerdos
Mientras tanto, a través de distintos medios llegaban nuevos datos sobre
lo ocurrido. Daniel Loria, el chofer de uno de los dos micros que llevó
hasta la zona del dique Florentino Ameghino al contingente escolar contó
que las maestras les habían dado sólo una hora para que se divirtieran
en el lugar. "Paramos para presentar este lugar, como hacemos habitualmente,
y los chicos bajaron y se desbandaron corriendo" hacia el puente. "Se
juntaron, corrieron arriba del puente, se desprendió y cayeron", dijo
el chofer.
Anoche, el padre Héctor, de la parroquia Nuestra Señora del Rosario de
Fátima recordó, al terminar la misa convocada a pedido de la comunidad
de Merlo para recordar a las víctimas de la tragedia, que antes de partir
la directora Graciela Andinuchi le había pedido que bendijera al contingente
y que cuando vió a los chicos a bordo del ómnibus "los vi quietitos, cuando
lo normal para chicos de esa edad hubiera sido que estuvieran en movimiento,
pero se notaba que tenían miedo de viajar. "Jamás pensé que alguno de
ellos no iba a volver".
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