El acceso de los chicos a las armas, otra arista preocupante

En la relación de los chicos con las armas hay muchos elementos que se cruzan para formar un cóctel siempre peligroso: aparecen las vulnerabilidades propias de la edad, una curiosidad potenciada que obedece a la misma razón, el interés por explorar los límites. Si eso se cruza en un momento determinado con una importante presencia de armas en la sociedad, la combinación es especialmente preocupante. Y la manera de contrarrestarla, cuando la condiciones son propicias, es con el diálogo permanente, según destacan los especialistas.

Según cifras oficiales hay en la Provincia de Buenos Aires alrededor de 639.000 armas declaradas, mientras que se calcula que por cada arma legal existe una ilegal que circula en el mercado marginal relacionados con el delito.

En este contexto, el contacto entre los chicos y las armas puede darse por dos caminos según indicaron a este diario especialistas vinculados a la Justicia.

El primero, el del delito: chicos que cometen robos o asaltos estando armados. El segundo, el de los chicos que se acercan algún arma que hay en la propia casa, ya sea porque el padre la usa para trabajar o porque se la tiene por razones de seguridad. Estos casos aparecen relacionados con la mayoría de los episodios de accidentes.

Para el fiscal platense Juan Benavídez “suele estar presente en la sociedad la idea de que el contacto de los menores con las armas es creciente, pero no es algo que se note especialmente. Los delitos protagonizados por menores armados con armas de fuego aptas para el disparo siguen siendo excepcionales y también los accidentes u homicidios culposos originados por menores que usaron armas que encontraron en el ámbito familiar”.

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Cuando hay un arma en la casa por razones de trabajo o seguridad el diálogo permanente de los adultos con los chicos es indispensable , dicen los especialistas

Según destaca el fiscal Benavídez “los delitos protagonizados por menores armados con armas aptas para disparar siguen representando un porcentaje menor, alrededor del 2% del total. En general, el menor que delinque lo hace utilizando un arma precaria, como un arma blanca, una varilla o una réplica de un arma de fuego o un arma de fuego que no está en condiciones de disparar y sólo se usa para amedrentar”.

Cuando el adolescente llega a un juzgado imputado por una causa en la que delinquió a mano armada, generalmente responde a una historia en la que aparecen elementos que se repiten: chicos que participan de delitos junto a mayores y que no es la primera vez que están involucrados en episodios de este tipo.

Se trata, dice Benavídez, de chicos relacionados, generalmente, con historias familiares en las que el uso de armas está naturalizado y que también tienen alguna relación con la marginalidad.

Pero hay otro tipo de contacto de los chicos con las armas que no resulta menos peligroso: el de aquellos que acceden a un arma presente en la casa por razones de trabajo o de seguridad.

“En las casas donde el arma está presente por razones de trabajo -por caso, cuando alguno de los integrantes de la familia son efectivos de las fuerza de seguridad suele haber, paralelamente un método de cuidado muy riguroso, por el cual se extreman permanentemente las medidas para evitar situaciones problemáticas”, dice Benavídez.

“Cuando el arma está en la casa por razones de seguridad, lo recomendable es que no sólo no esté al alcance de los adolescentes, sino que exista en torno a la cuestión un diálogo permanente”, dice Benavídez.

“Todo va a depender de la personalidad del chico y de la actitud de la familia, pero es una edad en la que la curiosidad se potencia y por eso es importante que estén presentes los padres para el diálogo”, indica Benavídez.