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Fue de madrugada, en un terreno de la ruta 6, a la altura del kilómetro 34. Actuaron cinco hombres, que dijeron ser policías y simularon un allanamiento por drogas. Se llevaron 30 mil pesos, un auto y celulares
Hace tres meses que una familia de quinteros de nacionalidad boliviana se instaló en una zona de producción hortícola de Etcheverry.
En seis casillas ubicadas a más de 1.000 metros de la vera de la ruta 6, a la altura del kilómetro 34, viven un matrimonio mayor, sus cinco hijos y los nietos.
En esas viviendas rodeadas de extensas hectáreas y desde donde se divisan, a las perdidas, algunas construcciones e invernaderos, todos fueron sorprendidos a la 1 de la mañana de ayer por cinco asaltantes que tenían armas y la decisión firme de no ahorrar violencia para salirse con la suya.
Previamente, la banda tuvo como primeras víctimas a los seis perros de esta numerosa familia. “Los envenenaron con fertilizantes líquidos”, contaron los damnificados en una charla con este diario.
En los rostros de algunos de estos quinteros curtidos por el trabajo se reflejaban las secuelas de los golpes que les dieron los ladrones, y en su voz, la angustia que les provocó el incidente.
Uno de los que accedió a relatar la pesadilla que vivieron durante la madrugada de ayer fue Beymer Velásquez (22).
Según el joven, estuvieron a merced de la banda “entre la una y las cinco de la mañana”. Fueron cuatro horas de violencia, robo y constantes amenazas de muerte.
“Estábamos todos durmiendo. Yo en mi casilla, con mi mujer y mi nene de dos años y medio, y en el cuarto de al lado un hermano de 23 años. Golpearon la puerta gritando que eran policías; que les abriéramos para ver si había droga. Dijeron que si no encontraban nada, se iban enseguida”, recordó.
Pero la desconfianza los llevó a no acceder al pedido. Y no estaban equivocados, porque unos minutos después los delincuentes abrieron la puerta de madera a patadas.
“Uno de ellos agarró de los pelos a mi mujer y la sacó afuera, donde quisieron estrangularla”, indicó, apuntando visiblemente conmovido que su hijito les gritaba “a mi mamá no”, mientras lloraba. “Después me dijo que un policía había querido matar a la madre”, agregó el muchacho.
Momentos después, Beymer vio que uno de los delincuentes apareció en su cuarto con su hermano de 23 años. “Lo fueron a despertar y lo metieron en la pieza con nosotros”, explicó. Ambos fueron golpeados.
También contó que sólo uno de los cinco intrusos estaba encapuchado, por lo que llegaron a ver que tenían entre “27 y 35 años”.
“Sólo uno de ellos le pedía al más violento que no nos siguiera pegando”, acotó.
Mientras todo esto pasaba en la casilla de Beymer, una odisea parecida se vivía en las otras cinco viviendas, en una de las cuales estaba el matrimonio mayor de quinteros.
Allí los sujetos se ensañaron particularmente con el papá de Beymer, a quien le desfiguraron la cara a golpes.
“Le pegaron varias trompadas que le dejaron el rostro hinchado, sobre todo en la zona de mejillas, la boca y en un ojo”, detalló el muchacho.
El hombre en cuestión es Nicanor Velásquez (63), quien a su vez le dijo a este diario que “nos golpearon y ataron con cordones de zapatillas a toda la familia, en las seis casillas”.
Nicanor se mostró especialmente mortificado porque “decían que iban a matarnos como a los perros y que iban a volver para asesinarnos con ametralladoras”.
“A mi quisieron estrangularme con un rebenque y a una nuera le hicieron lo mismo pero con las manos. Nos llevamos un susto grande”, reveló.
Por fin, la banda escapó con 30.000 pesos, un auto Chevrolet Cruze bordó modelo 2014, un televisor de 32 pulgadas, un dvd y seis celulares.
“También quisieron llevarnos una camioneta Ford Ranger modelo 2016, pero no pudieron porque se les encajó en el barro”, explicó Velásquez, sin pasar por alto que los asaltantes les advirtieron que volverían por el vehículo.
Ayer al mediodía, cuando esta familia todavía intercambiaba comentarios por la noche de terror que padecieron, un hombre en moto llegó hasta el lugar. Beymer dijo que “era uno de los que estuvieron acá. Miraba sospechosamente y luego pidió agua, pero no le dimos y se fue”.
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