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Espectáculos |Destacado de la cartelera

Arturo Puig: “El teatro es un alimento para el alma del espectador”

El actor y director teatral llega hoy al Coliseo Podestá con “El Vestidor”, una obra dramática con toques de humor sobre una compañía shakesperiana que protagoniza junto a Jorge Marrale

Arturo Puig: “El teatro es un alimento para el alma del espectador”

Arturo Puig, en una escena de “El vestidor”, la obra con la que llegará esta noche al Coliseo Podestá / web

23 de Marzo de 2019 | 04:12
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En la plenitud de su carrera y tras una larga y exitosa trayectoria, Arturo Puig se está dedicando a disfrutar de este momento. En ese plan, el actor y director teatral llega esta noche a la Ciudad, otra vez en su rol de actor, tras dirigir el gran éxito de las últimas temporadas teatrales, “Sugar”, para interpretar en el Coliseo Podestá “uno de los mejores roles que he interpretado en mi carrera” en “El Vestidor”, obra de Ronald Harwood que dirige Corina Fiorillo, y que protagoniza junto a Jorge Marrale.

“Una obra que juega con los sentimientos, con momentos de humor y momentos muy dramáticos”, revela Puig, en diálogo con EL DIA, sobre la puesta, que indaga en el pequeño universo de un elenco teatral que está en gira en la Inglaterra en medio de la Segunda Guerra Mundial. La historia sucede en medio de un bombardeo, y retrata las relaciones entre los miembros de un compañía shakespeariana, y en particular, la que mantienen el protagonista, un consagrado actor inglés (Marrale) con su fiel vestidor, Norman (Puig), en medio de las bombas, de crisis de salud, de decisiones de continuar o no continuar con las funciones y, claro, de romances cruzados.

“Primero me propusieron hacer el personaje del actor, pero cuando la leí me gustó tanto el personaje del vestidor que propuse hacer ese personaje”, dice entre risas Puig de una criatura “que me demanda una actividad física y mental muy fuerte, pero que disfruto mucho”.

Norman ejerce el oficio olvidado del vestidor, ese ser que acompañaba al actor toda su vida y conocía todos sus secretos, pero aunque su trabajo resulte hoy lejano y la obra transcurra en la Segunda Guerra, hay cuestiones en “El Vestidor” que son universales y actuales: los romances, las amistades, ¿y los egos sobre escena? “El personaje de Jorge tiene un ego muy muy grande. Pero no es tan así”, dice risueño Puig sobre las miserias del mundillo del espectáculo, y aclara que en su rol de director, “me ha tocado trabajar con actores divinos, nos hemos llevado siempre muy bien”

Incluso a pesar de que su relación extra teatral con algunos de sus dirigidos, que podía suscitar problemas de autoridad: siempre es difícil dirigir amigos, pero el actor dice que ha tenido suerte.

“Pongo el ejemplo de Susana: es una actriz que mucha gente desconoce su profesionalismo. Es la primera que se sabe la letra, y cuando yo la dirigí ella obedeció en todo, incluso en cuestiones que no le parecían”, cuenta, y revela que la diva se resistía a un momento dramático dentro de la comedia, en “Piel de Judas”. “La gente quiere verme reír”, le decía Su a su director, pero finalmente accedió y “después la gente le comentaba que ese era su mejor momento en la obra”.

CRISIS Y TEATRO

La obra también teje paralelismos casi de forma involuntaria con el momento que atraviesa el teatro hoy, donde, aunque no hay guerra, también se debaten las compañías si seguir o no. “En este momento el teatro pasa por un momento difícil en nuestro país. Y como nosotros, aquellas compañías seguían haciendo teatro mientras las bombas caían alrededor”, analiza Puig.

¿Y por qué seguir, contra viento y marea, como es costumbre en el teatro, en tiempos de crisis? “El arte en general y el teatro en particular son un alimento para el alma del espectador: el público, durante esa hora y media, se introduce en el mundo que les presentamos y se olviden un poco de lo que está pasando afuera”, opina. “Por eso, curiosamente, en Londres, en plena guerra, los teatro funcionaban muy bien: la gente tenía la necesidad de olvidarse que en cualquier momento le caía una bomba en la calle. No es el caso nuestro, por supuesto… pero si hay varias bombas de otro tipo”.

Ahora, aún en tiempos de crisis, Puig ha tenido “la suerte y la decisión” de dirigir los grandes éxitos de la taquilla en los últimos años. El secreto, dice, estaba en los textos, clásicos y bien escritos: “Le prenom”, “Nuestras mujeres”, “Piel de Judas”, con Susana, y “Sugar”, que había hecho como actor con Susana y Darín, llenaron salas una y otra vez, aprovechando también la nostalgia del público de teatro por aquellas obras emblemáticas, en una era donde todo regresa.

Claro que regresar a trabajos que marcaron la carrera de uno, lugares donde uno fue feliz, pero desde lugares diferentes (Puig como director, Susana como productora) puede ser complejo, pero el director y actor afirma que la diva “no tuvo inconvenientes”, ayudada por el hecho de que “mi dirección fue muy distinta a la versión que hicimos”

“Hay una sola obra que ella se desmaya si la hacen: ‘La mujer del año’, que la hicimos juntos antes que ‘Sugar’”, dice Puig. “Es una obra que ella ama y creo que la va a volver a hacer. Pero Susana se cansa mucho en el teatro, y por ese motivo no lo ha hecho. El teatro es bastante sacrificado”.

Abocado a las tablas de lleno, el actor ha encontrado, tras más de 40 años de trayectoria, la forma de convertir ese sacrificio en disfrute. Aunque también pudo darse el gusto el anño pasado de volver al cine, en un rol diferente a los que acostumbra, en “Camino sinuoso”. ¿Y la televisión? “Tengo ofertas, pero coincidieron con los ensayos de ‘El Vestidor’, y ahora que los estudios están lejos de la capital se complica un poco. Pero una vez que deje de hacer teatro, tengo ganas de volver a la tele, me encanta hacer televisión”, cuenta Puig, marcado por su papel en la pantalla chica como el protagonista de “Grande, Pa!”, al punto de que “hoy todo el mundo en la calle me sigue gritando ‘grande, pa!’”.

Por eso, tras aquel mega éxito televisivo que llegó a marcar 62 puntos de rating, “me quise alejar unos años de la tevé”. Y fue al teatro, donde tuvo “ofertas para hacer papeles parecidos en teatro, pero yo me decidí por hacer ‘Cristales rotos’ de Arthur Miller, para mi uno de los grandes”. Después vendrían “Quién le teme a Virginia Woolf”, “Cartas de amor”, “El precio”... “Me dediqué a hacer el teatro que siempre había tenido ganas de hacer. Encontré refugio en el teatro”, reconoce.

“Después de ‘Grande, pa!’ me dediqué a hacer el teatro que siempre había tenido ganas de hacer”

 

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