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Espectáculos |ESTRENO EUROPEO EN LOS CINES

“La culpa”: un retorcido policial sobre el lado oscuro de las llamadas de emergencia

El aviso de un secuestro dispara la trama de un filme que pone la cámara durante todo el filme en el oficial que atendió el teléfono

“La culpa”: un retorcido policial sobre el lado oscuro de las llamadas de emergencia

Jakob Cedergren, protagonista excluyente de “La Culpa” / Outnow

22 de Abril de 2019 | 04:21
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El actor Jakob Cedergren, protagonista de “La culpa”, la película que eligió Dinamarca para participar este año de los Premios Óscar y que llega el jueves a las salas argentinas, asume el reto interpretativo de cargar con 85 minutos de thriller sólo con su rostro, utilizado por el director Gustav Möller como un lienzo sobre el que interpretar una trepidante banda sonora.

“Me ceñí al guion al pie de la letra. Trabajamos durante cinco meses para un rodaje de trece días. Y confié en mi instinto”, afirma en una entrevista el actor sueco, conocido en Europa por su papel en “Submarino” (2010) que le valió una nominación en los Premios Europeos del Cine.

“La culpa” cuenta a tiempo real cómo el policía Asger Holm (Cedergren), un agente relegado a trabajar atendiendo llamadas del 112 mientras se aclaran las circunstancias en las que mató a un hombre, intenta ayudar a una mujer que dice haber sido secuestrada.

Una historia envolvente, que a través de un cuidado trabajo sonoro y una puesta en escena mínima y arriesgada, se retuerce y gira de manera sorprendente y a veces aterradora.

“Me encantó el guion, me pareció increíble, atrevido, inteligente, de esos que te llegan en muy pocas ocasiones. No tuve la menor duda en aceptar el papel. Fue inmediato”, ha señalado el actor.

La trama se desarrolla en las dos habitaciones que son las oficinas policiales, con el rostro de Cedergren portando un auricular telefónico como toda referencia.

El espectador sigue la historia a través de una cuidadísima banda sonora que “hace ver” todos los escenarios, un ejercicio realmente envolvente que, a pesar de lo claustrofóbico del planteamiento, no desfallece ni por un momento, de modo similar a “Buried” (2010), de Rodrigo Cortés, o “Locke” (2013), de Steven Knigth.

La película se desarrolla con el rostro del protagonista como toda referencia

 

“El sonido tiene un papel muy importante, desde luego, Philip Flindt ha hecho maravillas, todo el departamento de sonido es fantástico, pero creo que el secreto es que el espectador no espera que sea una película tan entretenida. Quizá el mejor adjetivo para describirla sea ‘fascinante’”, considera su protagonista.

Desde el principio, el espectador ve cómo el policía es capaz de desmantelar con un par de preguntas las falsas emergencias, un trabajo rutinario y aburrido del que se encargan agentes casi al borde de la jubilación. Se siguen los protocolos y el engranaje funciona.

Sin embargo, las cosas cambian cuando Asger recibe la llamada de una mujer que ha logrado contactar con emergencias simulando hablar con su hija pequeña por teléfono.

“Gustav deja entrar el caos sabiendo que puede controlarlo y llevarlo en la dirección que le interesa. Es un gran cineasta, muy bien preparado, capaz de crear límites y, a la vez, dejar libertad dentro de dichos límites”, declara el actor sobre Moller, un danés de treinta años, autor también del guion, que debuta con esta cinta en el largometraje.

UN ÉXITO EN VARIOS PAÍSES

La película “ha sido un éxito allá donde va, ha ganado varios premios del público en diversos países como Estados Unidos, Rumanía, Holanda y Francia, además de otro Premio en Valladolid y el premio del Público del Festival de Sundance”, recuerda Cedergren.

“Sé que la película está en la carrera a los Óscar, pero no sé si llegaremos hasta el final, y menos aún si ganaremos. Como dice la canción ‘It’s a long way to Tipperary’ (’Hay un largo camino hasta Tipperary’)”, sonríe citando el título de una vieja canción que hicieron himno los soldados británicos durante la Primera Guerra Mundial.

Además, la película se mete sutilmente en otros asuntos; de los protocolos policiales a las alertas falsas, el hastío de la policía o la violencia, contenida y explícita, incluso del propio policía. Y ahí están también los malos tratos, el abandono infantil y las enfermedades mentales.

Cedergren, que trabajó con verdaderos agentes durante el periodo de documentación de la película, confirma que atender emergencias en Dinamarca es un trabajo “tranquilo, sin grandes sobresaltos”. Pero “a veces, se tienen que enfrentar a situaciones realmente críticas y créame, no se pasa nada bien”.

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