Las plagas invasoras que no se pueden detener en el país

Castores, cotorras, jabalíes, conejos, caracoles y tantas otras especies consideradas “invasoras”, se despliegan a lo largo y ancho del país causando todo tipo de estragos, con el agravante de que, muchas de ellas, no se pueden detener. En algunos casos, como el de los jabalíes, en distintas provincias se autorizó su caza sin límite de ejemplares debido a los estragos que ocasiona en áreas productivas; en el sur se propuso un plan de control de conejos utilizando gas fosfina que despertó una enorme polémica; y para la erradicación de castores se invirtieron cuantiosos fondos sin lograrse el éxito esperado. ¿Qué hacer entonces para detener a estos ejemplares que parecieran ser incontenibles?

“Gran parte de la sociedad -señala el doctor en Ciencias Biológicas Adrián Schiavini- cree que toda las especies animales y vegetales que vemos hoy alrededor nuestro forman parte de “la naturaleza”, lo que lleva al error de considerar que las especies exóticas invasoras integran el patrimonio natural de un lugar. Recientemente la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), organismo multilateral del que Argentina forma parte como país, elaboró un ranking de las 100 peores especies exóticas invasoras del mundo, y a muchas las tenemos en el país. De esas 100 especies 14 son mamíferos, y por ejemplo seis están en un mismo lugar, como por caso en Tierra del Fuego, donde hay exceso de cabra, ciervo colorado, conejo europeo, gato doméstico, rata negra y laucha. El problema es más grande de lo que se cree”.

A la hora de evaluar daños, los castores, por ejemplo, destruyen bosques, modifican paisajes, alteran ecosistemas, contaminan ríos que abastecen ciudades y benefician la proliferación de otras especies invasoras. A los conejos se los describe como “una amenaza concreta para las especies nativas, para el suelo en el que se desarrolla la vida de otros organismos y para la salud humana”. Y de los jabalíes se sostiene que ocasiona estragos en diferentes áreas productivas.

EL DRAMA DE LOS CASTORES

El mayor impacto de los castores se está dando en Tierra del Fuego, aunque se despliega por toda la Patagonia. Fueron introducidos a territorio fueguino desde Canadá, en 1946, con el objetivo de desarrollar una industria peletera, pero la adaptación de la especie a la región, donde además no tiene predadores naturales, hizo que se multiplicaran hasta llegar a unos 100 mil ejemplares dispersos por toda la Patagonia, de acuerdo a los últimos relevamientos oficiales.

El último proyecto experimental para la erradicación de castores fue implementado entre 2016 y 2018, a través de un financiamiento del Fondo Ambiental Global (GEF). El objetivo era eliminar a la especie de siete áreas piloto ubicadas en la cordillera, el ecotono y la estepa, pertenecientes a la esfera pública o privada, es decir, desde áreas donde funcionan parques nacionales hasta tierras fiscales y estancias.

“La idea fue demostrar si era posible o no erradicar por completo al castor de superficies pequeñas, y también evaluar cuáles eran los beneficios de esa remoción -explica Schiavini- para ello Argentina recibió fondos de un proyecto mayor llamado “Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras”. Se invirtió casi un millón de dólares en la adquisición de equipamientos (cuatriciclos, trampas) en el adiestramiento de cazadores y en la puesta en funcionamiento de un centro logístico”.

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Schiavini, quien es actualmente miembro del Grupo de Especialistas en Especies Exóticas Invasoras de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, describe que “si bien el proyecto dio resultados positivos, porque se logró la erradicación de los animales en las zonas señaladas e incluso se midieron signos de recuperación ambiental, las tareas se interrumpieron cuando finalizó el financiamiento y la provincia no se hizo cargo de mantener una dotación mínima de cazadores. Había que continuar con una fuerza de cacería a menor escala y aprovechar la experiencia, incluso, para otras especies exóticas. Pero eso no sucedió y entonces los castores empezaron a recolonizar los sitios experimentales”.

“Cuando los animales regresan a embalses o diques abandonados -agregó el especialista- el perjuicio es todavía peor, porque atacan árboles jóvenes con ramas más chicas y más fáciles de procesar, en lugar de estar obligados a talar bosque maduro, que les lleva más tiempo. Con ello se afecta la regeneración del bosque autóctono. Es muy triste porque la provincia tuvo una oportunidad de oro para crear una unidad exclusiva afectada al manejo de especies exóticas invasoras, y la dejó pasar”.

Mientras tanto, según resume Andrea Goijman, investigadora del Instituto de Recursos Biológicos del INTA. los castores llevan inundados unos 40 kilómetros cuadrados de bosque, y además de la modificación del paisaje y la alteración de ecosistemas, “contaminan ríos que abastecen ciudades, e incluso benefician la proliferación de otras especies invasoras como el visón”. Justamente el visón americano es la segunda plaga patagónica tras la descendencia de los castores que, a falta de osos y lobos, sus predadores naturales, se reprodujeron como en ningún otro lugar del mundo.

“La UICN elaboró un ranking de las 100 peores especies exóticas invasoras del mundo y muchas están en el país”

Adrián Schiavini, doctor en Ciencias Biológicas

Estos roedores semiacuáticos, de pelo marrón y sin rival en la cadena alimenticia local, con sus poderosos dientes derribaron árboles para construir diques que inundaron zonas bajas, pudrieron gran parte de los bosques, y diezmaron notablemente varias especies de la zona, sumando además el riesgo de enfermedades para el humano a través del agua, pues pueden depositar parásitos cuando orinan y defecan en los cursos en los que habitan, a razón de una o dos colonias por kilómetro.

CONEJOS Y JABALÍES

Recientemente, un organismo científico patagónico, el Cadic, anunció que la proliferación de conejos en inmediaciones de su edificio estaba erosionando el suelo y generando inconvenientes ambientales, por lo que pondría en ejecución un plan de control de la especie, incluyendo la utilización de gas fosfina, lo que implicó una enorme polémica.

Los castores, por ejemplo, destruyen bosques, modifican paisajes y alteran ecosistemas

“El principal motivo para tomar medidas urgentes -dijo el organismo- es ecológico. La invasión de conejos es una amenaza concreta para las especies nativas, para el suelo en el que se desarrolla la vida de otros organismos, para la salud humana y para el patrimonio histórico, porque se afectan yacimientos arqueológicos”.

Pero la polémica fue tal con entidades protectoras que se opusieron a la medida, que una medida cautelar obligó a detener la matanza de los animales.

Reacciones similares se producen con los jabalíes. En la provincia de Buenos Aires, en la ciudad de Carmen de Patagones son considerados una plaga porque su reproducción es constante al no tener depredadores naturales, y los cazadores lo consideran un animal inteligente con enorme capacidad de adaptación. Allí se autorizó, inclusive, su caza utilizando jaurías de perros.

“Cuando los animales regresan a embalses o diques abandonados el perjuicio es peor”

También en la provincia de Corrientes se declaró plaga al jabalí, una especie europea que provoca estragos en áreas productivas. La ley indica que el denominado “sus scrofa” es una especie exótica invasora, y junto con sus diferentes cruzas, en estado salvaje o asilvestrado, por sus efectos dañinos y su rápida reproducción, son consideradas plagas.