Los taxistas, víctimas de una nueva espiral delictiva en la Ciudad

Hace más de tres décadas las crónicas policiales reflejaban la preocupación de los taxistas de La Plata, a raíz de que eran asaltados por delincuentes adultos y por menores de edad, en una situación novedosa entonces que, por sus implicancias, originaba tanta sorpresa como alarma. Sin embargo, esa nueva tendencia delictiva se vino acentuando y hoy los robos a mano armada y aún delitos más graves en perjuicio de los taxistas dejaron de sorprender, aunque desde luego siguen causando alarma.

Según se informó ayer en EL DIA, la tendencia se expresa en la actualidad en diversas modalidades, con asaltantes que sorprenden a los taxistas al lado de la ventanilla, se suben al coche como supuestos pasajeros o aplican un método novedoso: motochorros que los interceptan mientras esperan que el semáforo se ponga en verde.

Desde las organizaciones gremiales que los representan, como la Asociación de Taxistas, Peones y Choferes, indicaron que desde el primer día del año a la fecha sufrieron setenta robos, principalmente en lo que llamaron segundo cordón de la Ciudad, que comprende a las avenidas 90, 143, 520 y 120. A su vez, desde el Sindicato de Conductores Taxis platense se confirmó la preocupación existente en torno a la irrupción de la nueva maniobra violenta de motochorros, señalándose que los ladrones andan en pareja en motos de alta cilindrada, de 125 para arriba. Se ponen al lado del conductor y le sacan la recaudación. Eso sucede, por ejemplo en la cola del semáforo, dijeron.

Las crónicas de estas últimas jornadas reflejaron el caso de un chofer que se resistió frente a los delincuentes y que le dispararon tres veces, afortunadamente sin puntería, ya que uno de los balazos pegó en el baúl y los dos restante tampoco lo hirieron.

Se sabe que en las distintas épocas la delincuencia actúa dándole prioridad a distintas modalidades, sin por ello dejar de cometer delitos de diversa naturaleza. Así pasaron, entre otros, los períodos del robo de pasacasetes, salideras, piratería del asfalto, escruches, robos a jubilados y ahora son los taxistas las víctimas propiciatorias, que asumen un alto riesgo por el sólo hecho de salir a trabajar, en episodios cometidos, muchos de ellos, con desmedida e irracional violencia. La Policía debiera, por consiguiente, estar atenta ante la aparición de estas diversas modalidades.

En ese sentido, es muy importante que las fuerzas policiales y la propia comunidad no se resignen frente a la sucesión de delitos, como si lo natural fuera vivir todos con miedo y expuestos a cualquier cosa en cualquier momento. Lo cierto es que la inseguridad se ha enquistado en la vida cotidiana, al punto de que ni siquiera generan sorpresa los hechos que se producen día a día.

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Pero no cabe la resignación. Aún a pesar de las inconcebibles fallas que se advierten en la prevención e investigación policiales, así como de los erráticos cuadros normativos, de las también discutibles resoluciones judiciales y del pésimo sistema carcelario, el Estado debe reaccionar frente a una inseguridad que se ha convertido en uno de los más lacerantes flagelos de la actualidad.