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El Mundo |Valentía y estrategia para darle una oportunidad a 330 mil soldados acorralados por los nazis

A 80 años del “milagro” de Dunkerque, un rescate que cambió la historia de la Guerra

Se desarrolló entre el 26 de mayo y el 4 de junio de 1940 y torció el rumbo del gran conflicto bélico en favor de los aliados

A 80 años del “milagro” de Dunkerque, un rescate que cambió la historia de la Guerra

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28 de Mayo de 2020 | 02:20
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Por estos días, el mundo recuerda los 80 años de un “milagro bélico” que comenzó a inclinar el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, “el milagro de Dunkerque”, que ocurrió entre el 26 de mayo y el 4 de junio de 1940 y que catapultó como un líder emblemático al por entonces premier británico Winston Churchill.

Todo había comenzado la noche del 26 de mayo de 1940, cuando cerca de 400.000 soldados británicos, franceses y belgas se amontonaban en las playas de Dunkerque, al norte de Francia, luego de haber sido arrinconados por el ejército alemán tras su rápida ofensiva en el frente occidental, iniciada solo dos semanas antes. Con los aviones de la “Luftwaffe” sobrevolando sus cabezas, los combatientes permanecían a la espera de un “milagro”, el de ser evacuados por la Royal Navy hacia Inglaterra, lo que parecía absolutamente imposible.

Y culminó el 4 de junio de ese mismo año con un histórico discurso del primer ministro británico pronunciado en la Cámara de los Comunes, en el que señalaba que “lucharemos en las playas, lucharemos en los aeródromos, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas. Jamás nos rendiremos”.

Que ocurrió en el medio. Ocurrió el milagro de Dunkerque.

UNA SITUACIÓN DESESPERANTE

Las fuerzas expedicionarias británicas habían desembarcado en Francia en septiembre de 1939 al mando del general John Gort para prestar ayuda a sus aliados continentales frente a un eventual ataque alemán. Tras varios meses de espera, período que se conoció como la “guerra de broma”, el 10 de mayo de 1940 comenzó la ofensiva.

Y el avance de los alemanes fue impresionante. En solo diez días cubrieron 250 kilómetros; avanzaron por el norte invadiendo los neutrales Países Bajos, y por el oeste, atravesando la “impenetrable” región boscosa de las Ardenas, hasta llegar al canal de la Mancha, lo que ocurrió el 20 de mayo.

Como consecuencia de este ataque envolvente, conocido como “golpe de hoz”, las fuerzas anglofrancesas quedaron atrapadas entre Bélgica y el canal de la Mancha. Tras un intento fallido de romper el cerco por el sur, tras la batalla de Arrás, los aliados se retiraron hasta el puerto más cercano, el de Dunkerque.

Ante la inesperada derrota del ejército francés, que hasta ese momento era considerado el más poderoso del mundo, y con el grueso de las fuerzas británicas a merced del enemigo en las playas de Dunkerque, una parte del gabinete de guerra británico pensaba que lo más sensato era negociar.

Pero la opinión del premier Winston Churchill era muy distinta, y sostenía que Hitler nunca aceptaría un acuerdo de paz con Gran Bretaña en unos términos que pudieran considerarse razonables.

Con la mente puesta en una futura ayuda por parte de Estados Unidos, Churchill confiaba en que su casi intacta fuerza aérea y naval bastaría para repeler los primeros intentos nazis de invasión. Gran Bretaña debía seguir luchando, y el primer paso para hacerlo era evacuar a las tropas de Dunkerque.

Miles de soldados hacían cola en las playas y el puerto para subir a buques de la Royal Navy

 

No había tiempo que perder. Tras la derrota aliada en Arrás, las tropas alemanas avanzaban rápidamente por la costa hacia Dunkerque. El plan de evacuación, conocido como “Operación Dinamo”, se coordinó en secreto desde el cuartel general subterráneo del castillo de Dover, iluminado por generadores a dinamo y de ahí su nombre.

Se preparó una flota de unos doscientos navíos, cuarenta de ellos destructores, y se contó con el apoyo de cientos de pequeñas embarcaciones, barcos mercantes, de pesca, yates, lanchas motoras, que fueron requisadas por el gobierno, de las que muchas fueron tripuladas por reservistas y propietarios voluntarios que se ofrecieron para colaborar en el rescate, en una intervención muy valiosa, ya que se precisaban embarcaciones de poco calado para trasladar a los soldados desde la playa hasta los buques apostados en alta mar.

Pero además ocurrió algo inesperado, un “parate” alemán que obró como un milagro. Las tropas germanas estuvieron tres días detenidas junto al río Aa. Y los aliados aprovecharon esta imprevista tregua para descansar y reorganizarse; franceses y belgas se prepararon para lanzar una contraofensiva, y los británicos para ser rescatados.

El 26 de mayo, mientras las tropas francesas asumían la defensa del perímetro, miles de soldados británicos hacían cola en las playas y en lo que quedaba del puerto para subir a los buques de la Royal Navy.

Los tres primeros días fueron caóticos por el acoso de la aviación alemana, que hundió varios barcos, con soldados heridos y otros en pánico, y con algunas embarcaciones que se dieron vuelta antes de llegar a la costa.

Tras los primeros días, la situación mejoró. El mar se mantuvo en calma, la defensa francesa continuó resistiendo y la enérgica actuación de la fuerza aérea británica consiguió contener el ataque alemán. Fue tal la entrega que, tiempo después, Churchill homenajeó a los pilotos con la emblemática frase: “Nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”.

El 2 de junio partió el último barco hacia Inglaterra. En total fueron trasladados 338.226 hombres, de los cuales 225.680 eran británicos y el resto franceses y belgas; unos 68.000 fueron capturados o murieron durante los combates, y el 4 de junio los alemanes entraron en Dunkerque. El 22, Francia se rindió.

A pesar de la derrota, este episodio se vivió en Gran Bretaña como un triunfo. Churchill sacó un gran rédito político y propagandístico de lo que, en realidad, fue un colosal desastre militar. Las pérdidas humanas y materiales fueron cuantiosas, y la posibilidad de una invasión alemana nunca estuvo tan cerca. Pero el “espíritu de Dunkerque” caló hondo en la sociedad y sería clave para ganar la Guerra.

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