Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Información General |Una historia bien platense

El Museo del Automóvil: la quijotada que hicieron posible dos hermanos, uno de los cuales jamás manejó

Los Rau se hicieron coleccionistas tras comprar un Ford T de 1927. En 1985 salvaron de la demolición a un edificio de 1875. Más de 20 años después, inauguraron un espacio que rescata del olvido al patrimonio cultural

El Museo del Automóvil: la quijotada que hicieron posible dos hermanos, uno de los cuales jamás manejó

Jorge Rau, uno de los fundadores del Museo, al lado de un Ford Crown Victoria de 1955

Alejandra Castillo

Alejandra Castillo
acastillo@eldia.com

13 de Noviembre de 2022 | 03:50
Edición impresa

Evelin Rau es una de esas personas que no ven en la cinta de una vieja máquina de escribir un pedazo de banda digna de descarte, sino a las cartas que escribió aquella cinta. Y, detrás de las cartas, a las historias que nos hacen y nos cuentan, porque, después de todo, no somos mucho más que eso que dejamos en la memoria de los otros, muchas veces con la ayuda de la memoria de las cosas.

El amor de Evelin por las antigüedades y el patrimonio cultural creció con ella al lado de su padre, Jorge Rau, y su tío Cecilio, fundadores de un museo que proyectaron desde chicos y lograron montar después de muchos años. Para calibrar el valor que esa apuesta de vida tenía para ellos, basta con saber que Cecilio se dedicó a coleccionar autos que jamás manejó.

“Mi amor fueron los autos, mi pasión, las carreras, mi admiración, los corredores. Junto a Jorge imaginamos un museo y lo tenemos… dos veces tuve carnet de conductor y nunca lo pude usar, nunca me animé a manejar”. Cecilio murió en 2005, un año antes de que el Museo abriera sus puertas, “pero él fue feliz armándolo, colgando cosas”, recuerda Evelin.

El Museo del Automóvil y Ramos Generales “Colección Rau” funciona en 1 entre 34 y 35, una propiedad con brillo propio por su historia y con protección de patrimonio, ya que antes de que La Plata existiera ese edificio ya servía como primera capilla oratorio de Nuestra Señora del Carmen. Es de 1875 y uno de los más antiguos que se conserva en pie. Funcionó allí un edificio público. “En fotos anteriores al año 1884, tomadas por el prestigioso fotógrafo Bradley, se ve un escudo ovalado y dos porta banderas en su fachada”, dice Evelin mostrando una imagen en la que el edificio resalta sobre una anchísima avenida 1, conocida por entonces como el antiguo camino a Magdalena. Después de que la Iglesia tolosana fuera trasladada a su sede actual, en 115 y 530, el derrotero de la propiedad no está del todo claro. Dicen que fue inquilinato, conventillo, almacén y zapatería, hasta que alguien le colgó el cartel de “venta para demolición” y ahí aparecieron los hermanos Rau, resueltos a anudar definitivamente su historia a la de esa casona. La compraron el 30 de octubre de 1985, a cambio de 12.000 australes.

EL TEATRO, EL BAR Y EL CABARET

“Era exactamente lo que buscábamos” -escribió Cecilio para una crónica que se publicó poco antes de su muerte- “sabíamos que había muchos arreglos que hacer. Empezamos por limpiar”.

Jorge y Cecilio compraron su primer Ford “T” 1927 cuando ellos tenían 18 y 20 años respectivamente, pero para ser justos hay que decir que “coleccionaban cosas desde que eran chiquitos”, aclara Evelin, no sólo vinculadas con el automovilismo.

“Por ejemplo, compraron las bases de las columnas del Teatro Argentino después de que se incendió en 1977 y las portadas del bar El Tropezón”, uno de los cinco restaurantes más antiguos de Buenos Aires al que le cantó Edmundo Rivero en el tango Pucherito de Gallina, el plato que Carlos Gardel amaba degustar en la mesa 48. Estas verdaderas reliquias fueron sumadas al Museo como parte de su estructura. El portón de entrada perteneció al Teatro Odeón, que estaba en Corrientes y Esmeralda, fue dos veces declarado patrimonio arquitectónico e igual terminó demolido en 1991.

“Nos interesaba el portón, que era hermoso y muy antiguo. Había sido construido en 1886 para el Teatro. La compra fue una batalla con muchas idas y venidas hasta que llegamos a la firme suma que nos hizo acreedores del portón que por poco lo compran de Estados Unidos. Ese día es histórico para nosotros, para ser exactos el 30 de mayo de 1991. Después colocarlo fue otro infierno, pero finalmente está colocado y reluciente. Es nuestro portón de entrada”, escribió Rau. Y es verdaderamente precioso.

También compraron seis columnas de fundición del viejo cabaret Premier, que funcionaba en diagonal 80 y 116, después de que fue demolido en 1987. “Era una época difícil y no teníamos mucha plata, pero las compramos y decidimos ir por etapas”, escribió Cecilio para la revista El Satélite, en 2005. Las otras seis columnas que se necesitaban para sostener el techo y la estructura original, las consiguieron en un remate de Pasco. Para mayo del ‘88, las 12 estaban en pie.

“Fueron juntando piezas culturales”, explica Evelin parada al lado de un par de butacas del cine Roca y a pocos metros de los faroles de subterráneo de la línea C, las vitrinas de la Farmacia Latina de 12 y 62 y la cafetera del bar Sportman de Berisso. Y sigue: “Ellos acumulaban cosas en galpones”, algunos alquilados y otros de su propiedad, pero lo que pretendían era armar un espacio que no fuera sólo de exhibición, sino un museo “con todas las letras, un lugar que resguardara aquellas piezas que conforman nuestro patrimonio y también objetos cotidianos que se van perdiendo si no se les da el espacio físico que necesitan”.

La puesta a punto del Museo demandaba un doble trabajo. Acondicionar una edificación centenaria, conseguir piezas de colección y, en el caso de los autos, restaurarlos en un tiempo donde las comunicaciones no eran lo que son. Jorge quedó viudo muy joven, cuando sus tres hijos -Andrés y las mellizas Evelin y Carla- todavía eran chiquitos. Cecilio no se casó ni tuvo hijos.

“Todo se hizo con muchísimo esfuerzo. Mi tío y mi papá amaban el museo”, confirma Evelin, la única de los tres hermanos que sigue fuertemente ligada y a cargo del lugar.

UN DÓLAR, AUSTRALES 55

“Creo que ya entraremos en la recta final, he terminado mi casa de Las Toninas, cosas a realizar más importantes no hay, algún viaje en este momento de la economía de nuestro país, imposible. Mes de abril de 1989, 1 dólar, Australes 55, me dije le voy a dar con todo al Museo, quizá sea la única forma de poder ver terminado el Edificio y con cosas adentro”, reflexionaba Cecilio en una suerte de bitácora en la que contó los derroteros de la obra en un país que nunca ahorró obstáculos económicos.

“Pusieron el piso, pero no dejaron juntas de dilatación y se les levantó todo. Hubo que cambiarlo completo. También acondicionaron el techo, hicieron el patio y los baños” -refiere Evelin-, donde resaltan los inodoros floreados ingleses anteriores a 1900, las llaves de luz de porcelana que se prenden y apagan siempre girándolas hacia la derecha y los pisos que los Rau encargaron especialmente en la fábrica de José Cortez e hijos, fundada en 1903, porque de allí eran los cerámicos del Congreso de la Nación.

“Fueron muchos años de sacrificios y dejamos vacaciones de lado en busca de algún auto preciado”

Si el Ford T de 1927 convirtió a esos dos hermanos en coleccionistas, la decisión de rastrear autos antiguos por todo el país, comprarlos y restaurarlos, se les hizo obsesión. “Tenían dateros que les informaban dónde había alguno a cambio de una comisión”, explica Evelin, aunque con algunos coches se toparon por casualidad.

Como aquella vez que viajando hacia Chile se enteraron, en San Juan, de que estaba a la venta un Ford T en muy buen estado. ¿Qué hicieron? Usaron la plata del viaje para la seña, volvieron a La Plata para pedir un préstamo y regresar a esa provincia cuyana para traerse el coche. Poner a punto este tipo de vehículos, claro, no es fácil, por la falta de piezas originales y mecánicos especializado, lo cual obliga a trasladarse a distintos lugares para reparar distintas partes. “Mi papá y mi tío hacían algunas cosas chiquitas, o los moldes o dibujos de lo que necesitaban, pero requiere mucha investigación e internet no es hoy una fuente confiable”, explica Rau, quien recientemente viajó a la provincia de Salta para conseguir información de un automóvil Renault 1910 original como el que ellos están restaurando desde hace casi 16 años. “A un auto moderno le cambiás la pieza y ya está. En estos tenés que restaurarla averiguando cómo era la original; eso te puede llevar meses”.

El museo tiene hoy en exhibición 13 automóviles, un carruaje y un tractor. “Y todos andan”, dice Evelin, que aprendió a manejar en un Ford T y suele sacarlos a la calle con frecuencia, para llevarlos a exhibiciones o para disfrutarlos en un paseo con sus tres sobrinos, Lucio (11), Facundo (11) y Julieta (12): “A ellos les gusta mucho venir y me acompañan en algunas exposiciones”, suma.

MUDOS TESTIGOS DE OTRAS ÉPOCAS

Los hermanos Rau arrancaron como camioneros, pero siempre vivieron del comercio: tuvieron una casa de demolición, un local de venta de repuestos de autos y una casa de remates. “Somos clase media”, apunta Evelin, “por eso tardamos más de 20 años en levantar el museo”, antes de inaugurarlo el 4 de marzo de 2006. “Fueron muchos años de sacrificios y dejamos varias vacaciones de lado en busca de algún auto preciado”, reconoce Jorge Rau.

El Museo tiene espacios bien definidos: un taller, montado con herramientas de Adolfo Rau (el padre de Jorge y Cecilio); el Patio, coronado con un aljibe al que rodean objetos típicos de casonas del 1900; un bar con la impronta de las pulperías en el que cada fin de semana suena una radio rusa a querosene y un sector de ramos generales al que no le falta nada. El lugar atesora una de las colecciones nacionales más importantes de carteles enlosados de publicidad y adminículos que en algún momento estuvieron en todas las casas y hoy son una rareza, como el “atrapamoscas de agua y azúcar”, la estufa de bolsillo con bencina, el exprimidor de carne o la botella de la bolita.

Los reyes, claro, son los autos. Destacan el Ford T Tonw Car de 1917, galardonado en 2011 por la FIVA (Federación Internacional de Vehículos Antiguos) como el vehículo mejor conservado en estado de originalidad absoluta; el Ford T 1924/1925 utilizado en la película “Amanda: el día que Einstein vivió en La Plata”; un Durand de 1929 y un Monoposto de 1942, entre muchos otros.

“Nosotros queremos que todo lo que tenemos y lo que vamos a conseguir, quede como mudo testigo de otras épocas. Pensamos que el Ford T transportó hace mucho tiempo a nuestros antepasados y que a la luz de una lámpara cargada de años se reunió una familia”, escribió Cecilio antes de morir. Hace pocos días, Evelin eligió no tirar las viejas cintas de una máquina de escribir, por respeto a las historias que escribieron. La herencia de la memoria está en muy buenas manos.

Distinciones
En los últimos años, el edificio histórico y Museo fue declarado de interés Provincial Cultural, de Interés Cultural-Legislativo y de interés Turístico y Cultural por el Concejo Deliberante de La Plata. En 2012, Jorge Rau fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura, por su labor de recopilación, restauración y fundación del Museo del Automóvil.
Días y horarios
El museo abre algunos fines de semana (hoy está abierto), de 15 a 19 horas, fechas que anuncian con anticipación a través de las cuentas de Facebook e Instagram de Museo del Automóvil Rau. La entrada vale 400 pesos; los menores de entre 6 y 12 pagan 150 pesos y para los menores de 6 el acceso es gratuito.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE a esta promo especial
Multimedia

Jorge Rau, uno de los fundadores del Museo, al lado de un Ford Crown Victoria de 1955

Los hermanos Jorge (al volante) y Cecilio (parado) junto a un Ford T que compraron para su colección

Evelin creció mientras su padre y su tío armaban el Museo en la casona de 1, 34 y 35. Hoy lo dirige / Gonzalo Calvelo

MESSERSCHMITT 1959, con Carrocería tipo carlinga / Gonzalo Calvelo

Evelin junto a su sobrino Lucio y el perro de la familia, Nano, paseando en un Ford T por La Plata

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Full Promocional mensual

$650/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $6100

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme

Básico Promocional mensual

$500/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3950

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme
Ver todos los planes Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional mensual
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$500.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $3950.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla