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La Ciudad |UNA CONEXIÓN CLAVE QUE PROVOCÓ UN CAMBIO DECISIVO

Sin las gestiones de La Plata, la Autopista no hubiera nacido

Durante más de medio siglo los platenses reclamaron por una vía directa con la Ciudad de Buenos Aires

Sin las gestiones de La Plata, la Autopista no hubiera nacido

El cartel de bienvenida a la Ciudad, cuando se llega a La Plata desde Buenos Aires / Gonzalo Calvelo

19 de Noviembre de 2022 | 05:27
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La autopista La Plata-Buenos Aires, que lleva el nombre del dirigente radical platense Ricardo Balbín, significó el final de un prolongado proceso y, a la vez, la alternativa para que miles de habitantes de nuestra ciudad pudieran acudir con mayor facilidad a la capital federal, no sólo para llegar a sus trabajos, sino para hacer compras y concretar distintos tipos de paseos. Asimismo, ella facilitó el acceso de miles de visitantes que vienen también por sus trabajos y a conocer los múltiples atractivos que ofrece la capital de la Provincia.

Pero lo que corresponde enfatizar es que esa obra fue reclamada en forma insistente por todos los platenses, a lo largo de por lo menos seis décadas del siglo pasado, en requerimientos a los distintos gobiernos que no dejaron de reiterarse.

La necesidad de una autopista era, además, imprescindible si se tomaba en consideración el estado de profundo deterioro que sufrió durante mucho tiempo el servicio ferroviario, atendido por formaciones cada vez más obsoletas, en una situación que perduró hasta una fecha aún reciente cuando llegó la electrificación del ramal Quilmes, entre La Plata y Constitución.

A poco que se revise, se advierte que las autopistas modernas se plasmaron en las primeras décadas del siglo XX, a inspiración de grandes proyectistas y urbanistas italianos y alemanes. Las primeras nacieron con dos calzadas separadas, aún cuando todavía contaban con los inconvenientes y peligrosos cruces a nivel. Esas primitivas autovías surgidas en Italia, Alemania y España comenzaron a atender los crecientes flujos de automotores.

Lo cierto es que la habilitación de las Autopistas significó para muchos países un adelanto de primer nivel, mientras que los urbanistas del siglo pasado fueron definiendo las características básicas que hacen a cada una de esas vías: manos separadas, caminos cerradas de punto a punto, sin cruces a nivel, con velocidades mínimas y máximas según los carriles y necesidad de contar con vías alternativas, sin peaje en estos.

Una vista aérea de los trabajos que se realizaban sobre terrenos donde pasaría la Autopista / EL DIA

En el caso de La Plata fueron ingenieros platenses, en trabajos realizados en la Revista de Vialidad, los que en 1938 realizaron el primer reclamo para la construcción de la Autopista La Plata-Buenos Aires, una ejecución que se volvió cada vez más necesaria a medida que crecía la población, se incrementaba el parque automotor y hacía falta una comunicación vial más fluida entre la capital de la Argentina y nuestra ciudad.

Esos especialistas comprendieron que el crecimiento poblacional tanto de Buenos Aires como de la capital platense, necesitaban cuanto antes el tendido de una autopista que pudiera unirlas, con una mayor rapidez.

El tránsito hacia Buenos Aires por los cada vez más atestados caminos Belgrano y Centenario, con sus prolongaciones hacia Ranelagh y luego Gerli por el primero de ellos, y el segundo a través de la extensión de la ruta 2 -en el tramo entre Alpargatas y Florencio Varela- para enlazar luego con el Camino Calchaquí y la Avenida Mitre, fue convirtiendo esos viajes en verdaderos flagelos para los automovilistas, transportistas de carga y pasajeros de ómnibus.

UN CLÁSICO

La necesidad de la Autopista se convirtió, como tema, en una suerte de clásico de la política provincial. Prácticamente desde los gobernadores conservadores, como Manuel Fresco y Rodolfo Moreno y los peronistas de Domingo Mercante y Carlos Aloé -en las décadas del 40 y 50- el reclamo para realizar esa obra que, necesariamente, debía contar con la participación presupuestaria de Nación, se reiteró desde todas las administraciones provinciales.

En unos casos la indiferencia con que se recibía el pedido en la Casa Rosada, en otro los altísimos costos del nuevo puente sobre el Riachuelo que debía construirse, demoraron todas las iniciativas. Algunas de las administraciones militares también se sumaron.

Mientras tanto, numerosas entidades profesionales, sociales y civiles de la Ciudad, entre ellas los centros de ingeniería, conocidos urbanistas y la Federación de Instituciones Culturales y Deportivas reiteraron a través de múltiples comunicados esa aspiración. Esos protagonistas fueron, en verdad, los incansables fogoneros de una obra que no terminaba de aceptarse en los niveles nacionales. Pero el reclamo nunca cesó.

En EL DIA fueron numerosos -a lo largo de más de cinco décadas- los artículos de opinión firmados por profesionales en los que se reclamó por el mismo objetivo, mientras que la columna editorial de este diario también se expidió en forma insistente. Mientras tanto, el viaje por vía terrestre entre Buenos Aires y La Plata se había convertido en un verdadero calvario para los automovilistas, en el contexto, además, de la pronunciada decadencia en que había caído el servicio del ferrocarril Roca -con formaciones obsoletas, vías pretéritas y otras múltiples fallas-.

En las décadas del 50 y del 60 fueron los gobernadores Oscar Alende (Partido Intransigente) y Anselmo Marini (UCR) los que alzaron el estandarte de la autopista y alcanzaron a presentar proyectos, aunque nunca llegaba la hora de la ejecución de los trabajos.

En marzo de 1979 la dirección nacional de Vialidad y su par bonaerense firmaron un convenio por el que ambas entidades llamarían mancomunadamente a licitación internacional la obra correspondiente a la Autopista Buenos Aires-La Plata, dividiéndose en tres secciones: la primera entre el barrio de La Boca y Hudson, incluyendo el puente sobre el Riachuelo, la segunda entre Hudson y La Plata y la última desde el distribuidor cercano a la Avenida Martín García hasta la Avenida 9 de Julio. Este convenio fue refrendado mediante el Decreto-Ley Provincial 9.343.

Sin embargo, nuestra ciudad debió esperar y fueron entonces las administraciones de Alejandro Armendáriz, y Antonio Cafiero las que impulsaron la realización, aunque sólo pudo conseguirse el inicio de la primera etapa durante la administración de Eduardo Duhalde, cuando en septiembre de 1994 se iniciaron los primeros trabajos.

Algunos de los Trabajos para la construcción de la Autopista La Plata-Buenos Aires / EL DIA

El 1 de julio de 1995 se abrió al tránsito el tramo Buenos Aires-Quilmes usando parte de la traza del Acceso Sudeste. El 17 de noviembre del mismo año se completó la conexión con la Ruta Provincial 36 en Juan María Gutiérrez, que conduce al sudeste de la provincia de Buenos Aires. Finalmente, el 24 de mayo de 2002 se terminó el trayecto desde Hudson hasta La Plata.

Si bien la Autopista quedó habilitada, no le faltaron ni le siguen faltando problemas y severas deficiencias técnicas. En cuanto a las obras civiles faltantes, la bajada de City Bell, que aliviaría a Villa Elisa del exigente tránsito de quienes viven en la zona norte y utilizan el diagrama callejero de esa localidad. Casos reiterados de animales sueltos que aparecen en la autovía, de ataques a piedrazos a colectivos y vehículos y, en los últimos tiempos, de defectos en la capa asfáltica, constituyen parte de los problemas pendientes de solución.

Desde un punto de vista político corresponde insistir en que la Autopista no se hubiera realizado nunca si la ciudad de La Plata -sus principales entidades, sus dirigentes políticos, sus urbanistas e ingenieros- no hubieran bregado en forma incansable.

Ese impulso que podría llamarse “federal”, chocó, sin duda, contra el concepto “unitario” con que los gobiernos nacionales encararon la obra, considerándola más como un empalme rápido hacia la ruta 2 que lleva a Mar del Plata que como un lazo con la capital bonaerense.

A tal punto es así que en los trabajo existentes en Vialidad nacional, cuando se hablaba del tramo faltante que llegaba a La Plata y que tardó varios años en concretarse, se lo describía como el “empalme con la ruta 11”, es decir de la inauguración de otra conexión con los balnearios atlánticos para favorecer, básicamente, al clásico diagrama convergente hacia la urbe porteña. Pero los platenses saben que, sin los esfuerzos de más de medio siglo realizados por La Plata, la Autopista no hubiera existido.

 

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