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Espectáculos |DESTACADO DE LA CARTELERA

Diego Capusotto: “Estoy tan lejos de contar mi intimidad en las redes como del veganismo”

El humorista llega a La Plata con un espectáculo distinto: reacio a hablar de sí mismo, se sienta a charlar con Nancy Giampaolo y revela su “lado C”. Mano a mano con EL DIA, reflexiona sobre las redes, el rock y los tiempos que corren

Diego Capusotto: “Estoy tan lejos de contar mi intimidad en las redes como del veganismo”

Diego Capusotto llega el viernes con su entrevista en vivo al Teatro Metro

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

31 de Julio de 2022 | 08:05
Edición impresa

Lejos de la televisión desde 2016, último año de “Peter Capusotto y sus videos”, Diego Capusotto interpretaba “Tadeys”, de Osvaldo Lamborghini, en el Cervantes y mostraba su “lado C” sobre escena con Nancy Giampaolo cuando atacó la pandemia. Tema recurrente, inevitable pero cansador en cada conversación con un artista, la pandemia fue para Capusotto la oportunidad de indagar sobre otra faceta poco explorada: publicó “Lo que teme la noche”, libro de poesía con fotos de Daniel Berbedés.

“Al frenar los proyectos teatrales, la pandemia hizo que pudiera tener tiempo para ubicarme en el lenguaje poético, que había hecho en contadas ocasiones. La pandemia permitió que pueda tener tiempo para armarme de un ritual y escribir, o salir a la calle y pensar un libro de poesía”, relata Capusotto, en diálogo con EL DIA, sobre ese salto al verso, versos cargados de “fantasmas que conozco hace rato” que se juntaron con “otros nuevos que tienen que ver con lo que pasó en la pandemia”.

Pero tras esa incursión poética, Capusotto está liberado otra vez en escena. En ese marco, trae el viernes a La Plata “El Lado C de Capusotto”, una especie de charla abierta donde se sienta a conversar con Nancy Giampaolo, y donde entre anécdotas, confesiones y entretelones, ofrece un costado desconocido.

Desconocido, sobre todo, porque Capusotto no es de mostrar su intimidad. Y de hecho, avisa, “esta es una charla donde pueden salpicarse cosas más interesantes que la propia autorreferencia. Puede aparecer algo que sea intercambiable para la gente, que no sea solo alguien contando su propia historia”.

Las preguntas sobre su vida y su arte están, claro, pero “además, esa historia propia puede ser inclusive direccionada para el lado de la ficción, porque siempre es interesante estar escuchando algo que puede ser conmovedor, o divertido… De eso se trata: probamos esto, y hasta aquí nos ha ido bien, en términos de que hay reciprocidad con la gente”.

Parte ya del acervo cultural, Capusotto es un personaje sin embargo elusivo, de pocas entrevistas y una intimidad bien resguardada. No tiene, por ejemplo, redes sociales: “La intimidad contada en las redes es algo de lo que estoy tan lejos como del veganismo”, lanza, y agrega que “el escenario teatral es mucho más interesante que estar sentado frente a la computadora intercambiando opiniones, que me resulta impersonal, que no me interesa”.

El arte, además, es mucho más revelador, avisa: “Yo he visto contar la intimidad, y me parece que me cuentan mucho mejor los personajes, que es como un fugarse de uno para hacer algo más interesante. Esta, claro, es una opinión totalmente personal”.

A CONTRACORRIENTE

Hay algo a contracorriente en Capusotto, algo de “dado vuelta estás vos” en un artista que siempre jugó al límite, y al otro lado del límite, con sus propuestas artísticas. Sus programas, de hecho, sufrieron siempre en materia de rating, parecían de nicho, hasta que “Peter Capusotto” se transformó en un fenómeno cultural.

Tampoco ese éxito cambió sus costumbres, su nivel de exposición o sus decisiones en torno a su arte. “Hice lo correcto porque era lo que tenía ganas de hacer”, le explicó, sencillamente, a Giampaolo. Aunque eso no implica, según confesó en esa charla, que haya podido vivir al margen del sistema. “He transitado por cosas en televisión que no me han gustado como espectador, aunque cuando intervine la pasé bien. Hubo un programa en el que laburé que era una porquería, pero puesto a optar entre estar en una oficina o estar haciendo ese programa, reafirmé la elección de la segunda alternativa”, lanzó.

“Peter Capusotto” sí le permitió poder ser más selectivo. Fueron once temporadas, entre la TV Pública y TBS, tras el cambio de gobierno, donde desfilaron algunos de los personajes más emblemáticos de la tevé. En esos once años, entre 2006 y 2016, esos personajes mutaron como el programa: lo que comenzó como un programa de rock fue filtrando criaturas de otros ámbitos, algunos de ellos aparentemente adelantados a una época de griterío y fascismos.

“Es que el rock es un recorrido que tiene su limitación”, dice sobre esos cambios Capusotto. “Y finalmente”, agrega, “lo más interesante es sentarse a escuchar música, en vez de ser atravesado por la cultura del rock. La cultura del rock tiene sus desniveles, no sé si es tan interesante. Quizás cuando sos adolescente… pero creo que ya no tanto”.

Ante esa limitación, entonces, “empezaron a aparecer personajes ligados a otros mundos, que tenían una relación con el programa porque fueran lo que fueran estaban relacionados con el mundo de lo musical. Entonces tenía una entrada en el programa que estaba bien, teniendo en cuenta que siempre fue armado como un programa de rock, aunque eso haya terminado siendo una excusa”.

Asomaron durante ese período personajes como el Padre Progresista o Juan Domingo Perdón, que parecieron anticipar el presente. “¿Nos anticipamos? No se”, responde al respecto Capusotto, para quien en realidad esa aparente anticipación refleja cómo “la propia historia nos cuenta”.

“Yo he visto contar la intimidad, y me parece que me cuentan mucho mejor los personajes, que es como un fugarse de uno para hacer algo más interesante”

 

“Vivimos en Argentina, donde hace 200 años hay algo en torno de lo político que sigue girando de la misma manera. Cuando mataron a Güemes, era un salvaje menos. En el 55, la Fusiladora declarando que hicieron la revolución para que el hijo del barrendero también lo sea, algo muy parecido a eso de ‘los pobres nunca van a llegar a la facultad’”, dispara Capusotto.

Ante ese estado de cosas cíclico, crítico, dice, el arte, el humor, como potenciales herramientas de combate, de corrosión del estado de cosas. “La única minoría que está visibilizada y no se ataca es la que acumula el capital, que obviamente no lo va a repartir: entonces, o se capitula o se lo combate, con técnicas y políticas que tengan una referencia directa a la inteligencia y no al artificio de la retórica. Aún en esta complejidad, no veo otra forma de lucha”.

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