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Soledad Villamil: “El teatro es la esencia de lo humano”

Tras varios años abocada principalmente a la música, y siempre con un pie en el cine, la actriz platense regresa a las tablas tras 17 años con “Para mí, para vos”, que se estrena en mayo

Soledad Villamil: “El teatro es la esencia de lo humano”
Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

23 de Abril de 2023 | 07:39
Edición impresa

Masha vuelve a su casa, derrotada. Actriz de gran fama, éxito y popularidad durante su juventud, con cinco décadas de vida es descartada por el siempre voraz circo, y ante la evidencia de encontrarse ante el ocaso de sus sueños, regresa por un fin de semana a la casa donde habitan sus hermanos, Vanya y Sonia. Cada uno con sus propias neurosis, claro.

Masha es el personaje que ha provocado que Soledad Villamil esté a punto de regresar al escenario después de 17 años. Es la protagonista de “Para mi, para vos”, adaptación de la obra ganadora del Tony de Christopher Durang que desde el 5 de mayo se podrá ver en el porteño Multitabaris, una comedia terrible, bien chejoviana (ya desde los nombres), dirigida por Héctor Díaz y con Boy Olmi, Laura Oliva, Paula Ransenberg, Tupac Larriera y Ailin Zaninovich.

Pero “no tenía contados la cantidad de años cuando Tomás Rottemberg (productor de la pieza) me mandó la obra”, confiesa Villamil, en diálogo con EL DIA. La obra la tentó, y mientras charlaba con el productor, “él me hizo dar cuenta: yo tengo la sensación de que nunca paré de trabajar, pero es verdad que teatro hacía mucho que no hacía”.

 

“El humor es un canal extraordinario para poder decir cosas que en términos dramáticos serían insoportables”

 

La actriz de “El secreto de sus ojos”, una de las favoritas de los cineastas por el modo en que magnetiza a la cámara, llevaba casi dos décadas fuera del teatro. Desde entonces, no solo el cine había llenado sus horas: pasó buena parte de este siglo abocándose principalmente a su carrera musical, volcando toda su voz profunda y aterciopelada al servicio de canciones que recorrían el tango y el folclore, que quedaron plasmadas en cuatro discos de estudio.

“Ella en mi cabeza”, en 2005, había sido su última vez en escena. Pero Masha le cantó como una sirena. “Una actriz en medio de una gran crisis de su vida, una actriz con todas las letras, totalmente identificada con su fama, con su éxito, y encontrándose en un momento de la vida donde todo eso se le empieza escurrir de las manos. Si viví para construir este personaje, siempre en relación al aplauso, entonces, ¿ahora quién es?”, describe a su criatura.

Un personaje que, confiesa, “me conmueve, me da una ternura vital: es todo un momento de la vida, y ella que está tan pegada a su imagen externa, llegan los 50 y ¿qué pasa? Ya no va a ser joven deseada por todos. ¿Por dónde pasa la vida ahora? Se le viene el mundo abajo”. Por supuesto, adelanta, “el encuentro con estos hermanos saca a la luz todo: los tres atraviesan una crisis personal y en ese momento se encuentran, y le hacen ver al otro quién es. Uno se puede mentir mucho a uno mismo, pero los vínculos cercanos te conocen”.

El momento de Masha coincide, al menos en la edad, con el de Villamil: nacida en 1969 y criada en La Plata hasta sus 8 años, la intérprete vuelve al teatro con 53 años, aunque con una relación que, al menos desde lejos, parece bastante menos tóxica con la fama. Lejos del afán expositivo, ha cultivado siempre el perfil bajo, se ha dedicado a trabajar y a implicarse en su arte.

Aunque ella no está tan segura de que sean tan distintas. “Los personajes a veces nos dan la posibilidad de ir al máximo de emociones que están en todos, el personaje habilita una zona. Yo no me siento tan capturada por la autoimagen, por la necesidad del reconocimiento, en términos personales… pero es algo que nos pasa un poco a todos, de fondo: todos queremos ser queridos y aplaudidos, seamos actores o no. Es un aspecto de lo humano, esa necesidad de valoración”, analiza.

“Además”, agrega, “es un lugar tradicional, que tenemos en común los que nos dedicamos a esto, porque es la fuerza que necesitás para subirte al escenario. Si no tuvieras esa necesidad de expresar y de que otros te escuchen, te vean, te aplaudan, no te animarías a subir”.

COMEDIA EN CALLE CORRIENTES

“Para mí, para vos”, que irá de miércoles a domingo, reencontrará entonces a Villamil con ese aplauso anhelado: una comedia atravesada por los dramas familiares tradicionales: amor, celos, deseo y locura conviven en un absurdo fin de semana en el que Masha vuelve a la vieja casa familiar, donde Vanya y Sonia viven esperando que suceda algo que ni ellos saben qué es. Su llegada no sería tan incómoda si no fuese por la presencia de su nuevo amor: un aspirante a actor, 20 años menor que ella, que se desnuda y luce su “lomazo” ante la menor excusa, levantando la temperatura de todos los que lo rodean.

Es una comedia de “arquetipos de neurosis”, describe Villamil entre risas. Y eso es parte de lo que le atrajo de interpretar a su criatura al borde de un ataque de nervios. “La comedia habilita una zona de juego, de exploración, de empujar los límites más allá de lo naturalista”, afirma.

- Hablando de comedia. Hasta “Corazón loco”, en cine al menos, no habías incursionado mucho en la comedia. ¿Qué te interesa de trabajar en este género?

- Es la posibilidad de hacer algo que siempre me gustó. Es verdad que mi derrotero personal quizás no tuvo tantas posibilidades de experimentar por ese andarivel, aunque hay cosas, en “El mismo amor…” y en “El secreto de sus ojos” tuve la posibilidad de tocar algo del humor… Y es algo que me encanta hacer. Mis shows musicales son casi un stand up. Por no decir que son un stand up, un stand up interrumpido por algunas canciones. Me encanta. Me escribo cosas todo el tiempo para el show, disfruto del humor como actriz, como espectadora. Entonces, siento estas posibilidades como si me dieran las mejores posibilidades para jugar, la mejor pelota, los mejores compañeros, la mejor cancha, para que disfrute.

- “Para mi, para vos” es una comedia, pero esconde un drama detrás del humor, aprovecha la comedia para atravesar varios temas que incomodan al espectador. ¿Creés que la comedia tiene la posibilidad de decir algunas cosas que el drama no?

- Es por eso que creo que me interesa el humor: es un canal extraordinario para poder decir cosas que en términos dramáticos serían insoportables. Eso pasa entre los personajes de la obra, se dicen cosas tremendas, hacen cosas tremendas. Y de repente, pasándolas por el humor, se abre una posibilidad catártica. Ocurre en la vida también. Muchas veces lo que trae un chiste es una información, un contenido duro, preciso, que podría ser hiriente si no estuviera mediado por el humor.

- Al autor de la obra, Durang, se le remarca que es una obra “chejoviana”, ya desde los nombres. Chejov ha sido solemnizado mucho, e incluso no faltará quien lo piense como un autor que no encaja demasiado en la Calle Corrientes y su tradición cómica.

- De hecho, creo que es algo que los productores quieren que no digamos demasiado (risas). Es que hablar de una obra chejoviana podría sonar elitista… Pero la verdad es que él mismo quería ser considerado un escritor de comedias: sus personajes son tremendamente patéticos, y resultan cómicos por ese patetismo, esa desesperación, esa imposibilidad de vincularse de una manera sana. Eso hizo Chejov: arquetipizó distintas neurosis y las puso a jugar, y eso hace esta obra.

- Más allá de Chejov, de todos modos, no deja de ser una comedia sobre una familia. Algo que a los espectadores nos encanta ver en el teatro: familias peleándose… ¿Por qué pensás que pasa esto?

- Porque creo que habla de todos nosotros: la familia es el lugar donde se vinculan todos nuestros fantasmas, mi fantasma con el de mi hermana… Pero al estar en la intimidad, estamos habilitados a decir cosas, por la extrema confianza que nos tenemos. Y eso muchas veces conduce al desencuentro. Y todos nos sentimos en esa imposibilidad de encontrarnos: nos queremos, nos amamos, tenemos extrema confianza, pero nos es muy difícil comunicarnos, decirnos las cosas de una manera que no sea agresiva o violenta. No sabemos cómo hacerlo. Creo que estamos todos, como seres humanos, en esa búsqueda de vincularnos de una manera donde la emocionalidad, la frustración, nuestras crisis personales que arrastramos, no se las vomitemos al otro. Creo que por eso cuando vemos historias de familias, nos sentimos identificados, porque ¿a quién no le pasa? ¿Qué Navidad transcurre en armonía?

- Todavía no has vuelto a las funciones, pero sí a los ensayos. Y los ensayos de teatro son bien distintos al cine, a la televisión. ¿Cómo estás viviendo esa vuelta también?

- Me encanta ensayar. Siempre disfruté de eso en el teatro, soy una persona bastante ritualista. El otro día tuve el “insight” de decir: estamos haciendo algo que se hace igual hace miles de años. Tan básico como eso: nos ponemos una ropa, interpretamos unos personajes y subimos al escenario a contar con nuestros cuerpos, nuestras emociones. El público quiere ver eso: el teatro es la esencia de lo humano. Es espectacular que esté viviendo este momento, el teatro, en esta ciudad. Necesitamos ese alimento.

- Hablás del momento del teatro. Tu regreso será tras el parate pandémico que a vos te cerró las puertas también de los shows musicales. ¿Cómo viene siendo el reencuentro con el público?

- La verdad, después de la pandemia lo que más hice fue filmar, hice pocos shows, así que lo espero con ansias. Vengo acá, y circulo por la Calle Corrientes, y los fines de semana está lleno de gente… Yo lo asocio mucho a una necesidad física, de estar en el lugar, de estar con otros, de compartir este ritual del teatro, del show en vivo, de estar en un momento que es único, que se va a repetir. Estoy ahí, con todos mis sentidos, en ese momento. Y eso es de los dos lados: en la platea y en el escenario.

 

“Yo no me siento capturada por la necesidad del reconocimiento, pero es algo que nos pasa un poco a todos, de fondo: todos queremos ser queridos”

 

- Te mencionaba los recitales. ¿Cómo organizás tu carrera, entre la música y el teatro? ¿Decidís cuándo querés abocarte más a una actividad, o vas decidiendo a medida que aparecen las propuestas?

- Bueno… es un poco una mezcla. Hay cosas que me propongo, por momentos, pero también hay cosas que van sucediendo. Sí le di, durante bastante tiempo, prioridad a la música: esta no es la primera obra de teatro que digo “me gustaría”, pero en ese momento mi proyecto musical era una prioridad. Lo sigue siendo, pero siento que ahora lo puedo poner en “stand by” y volver. Pero fomentar la sensación de desarrollarlo, investigarlo, instalarme en ese espacio musical fue una decisión más consciente

- De todos modos una alimenta a la otra.

- Totalmente. Yo me siento básicamente una actriz, incluso cantando. Y también, con todos los shows, hoy subo al escenario como actriz con esa experiencia, con zonas, niveles que fui desbloqueando en mi propia investigación expresiva.

Soledad Villamil encabeza el elenco de “Para mi, para vos” con el que regresa al teatro

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