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Amores unipersonales

Amores unipersonales

Alejandro Castañeda
Alejandro Castañeda

10 de Noviembre de 2024 | 05:56
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El matrimonio clásico hace tiempo que viene a los tumbos. Lo acechan los costos, la rutina, el cansancio, el desamor y las tentaciones cercanas. Antes, al menos, parecía ser el paso obligado para conseguir hijos y placer. Pero hoy, entre formatos varios y probetas milagrosas, el casorio tuvo que romper su vieja sociedad con la cigüeña, mientras el deseo se las ingenia para ganar de visitante cuando la localía no da resultados.

Por eso la Sologamia empieza a ganar terreno. Se llama así a la decisión de casarse con uno mismo. El movimiento ya llegó a nuestro país. Es un mini consuelo para solitarios engreídos que imaginan no necesitar del otro. Sus militantes acaban siendo fieles al espejo y a la masturbación. Comenzó en Estados Unidos y Gran Bretaña y no para de extenderse. La ceremonia incluye anillos, votos, testigos. No es legal, pero a esta altura, qué es legal. Ya hubo un caso aquí cerca: Sasha Cagen, de 40 años, una norteamericana enamorada del tango que vive en Buenos Aires, que hace dos años se autocasó en el Jardín Japonés. Entre amigas y flores se propuso casamiento y dio el sí. Esta vez aquello de “hasta que la muerte nos separe” fue incuestionable. Sasha se eligió cuando escuchó esos tangos quejumbrosos que invitan a la desesperación más que al éxtasis. Si la cosa aquí –habrá pensado- es tan sufrida, mejor me las arreglo sola. Y se fue de luna de miel, calladita y aburrida.

La pionera de estas solitarias casamenteras fue Yasmin Eleby: acudió solita y resignada al altar en una fastuosa ceremonia celebrada en el Museo Afroamericano de Houston, en la primavera del 2014. Cuando le preguntaron, Yasmin dijo que se lleva muy bien con ella, que no es poca cosa en estos días. La “recién casada” se fue de luna de miel a Dubai. Y contó que se había prometido que, si al cumplir 40 años no había encontrado aún el amor de su vida, se casaría consigo misma. Como no apareció, decidió apostar a lo seguro e indisoluble.

Y hace tres años se casó Laura Mesi en Italia, una tana de flamantes 40 años (parece ser la edad donde el maridaje tambalea) que venía a los tumbos tras una relación fallida que se prolongó durante 12 años. Según el diario Il Corriere della Sera, decidió casarse consigo misma y convertirse así en la “única esposa soltera de Italia”.

Ahora Britney Spears se sumó a esta infantería de señoras de ellas mismas. La cantante anunció en redes sociales que contrajo matrimonio ¡con ella! Sí, aunque suene poco creíble. Lo hizo tras anunciar la separación de Sam Asghari con el que estaba desde 2016, aunque casados poco más de un año. “El día que me casé conmigo misma... puede parecer vergonzoso o estúpido, pero creo que es la idea más brillante que he tenido en mi vida”, ha escrito junto al post que contiene un video corto en el que Britney, vestida con un vestido color crema y un velo de encaje, trata de enamorarse de su figura y divorciarse de sus malos recuerdos. Los amigos creen que la batalla feroz que mantuvo con su padre y la sucesión de fracasos amorosos la convencieron de que había que escapar del prójimo, ensimismarse y olvidarse de las ganas y las ilusiones. ¿Podrá? Tendrá que aprender a gestionar este nuevo repertorio de abstinencias.

No nos engañemos: sin caricias deseadas, todo empieza a pesar. Hay una línea restauradora que trata de lograr que, cuando el amor se agota, no genere tantas ruinas y penas. Para la justicia ya no es gratis dejar de querer. El abandonado/a a veces encuentra una compensación material que se encarga de achicar sollozos y remembranzas. Pero el plan de estas exnovias desoladas es no volver a sufrir por un metejón imposible. El remedio es mezquino, pero lo adoptan como un mal menor, aunque es difícil librarse del deseo, que es –como decía Hegel- presencia de una ausencia. Britney por ahora se ha elegido a sí misma para afirmarse en un campo –el de los afectos- que le ha venido regalando más padecimientos que alegrías. Y como otras enamoradas de sí misma, apelará a la masturbación, que hoy es curativa y ha sido siempre un amante fiel y disponible.

Como dijo Woody Allen: “El sexo es como jugar al bridge. Si no tienes un buen compañero, más vale que tengas una buena mano”.

¿Podrá Britney andar sola? Tendrá que aprender a gestionar este nuevo repertorio de abstinencias

 

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