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Información General |Distinguido por el MIT Technology Review

Invento de raíz platense: Artemis promete salvar vidas

El ingeniero biomédico Franco Kraiselburd elaboró un innovador parche de regeneración celular que cura lesiones al impulsar la reparación de la piel lastimada

Invento de raíz platense: Artemis promete salvar vidas

El Ingeniero Biomédico Franco Kraiselburd, con su invento / Web

7 de Diciembre de 2024 | 02:26
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La Ciudad tiene una raigambre especial con la investigación y el desarrollo científico. Tal es así que las familias platenses mantienen una relación cercana con la academia, como es el caso del ingeniero biomédico Franco Kraiselburd, un joven de 22 años que vive en Cleveland, Estados Unidos (aunque se siente argentino), cuyo padre, Santiago, es oriundo de la Capital bonaerense. La historia del muchacho, apasionado por la innovación, es tan atrapante como estimulante para quienes creen que es posible salvar vidas a través del conocimiento.

El protagonista fue premiado como el pionero del año -entre puñado de científicos menores de 35 años- por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, popularmente conocido como MIT, tras su publicación en la revista de tal institución, llamada Technology Review. ¿A qué se debió la distinción? Al invento de un parche de regeneración celular que mejorará la vida de millones de personas.

Según contó Franco Kraiselburd a La Nación, su creación “podría ser la próxima ‘curita’” ya que “no es que previene” sino, más bien, “cura”. De este modo, el desarrollo genera “actividad celular, actividad antimicrobiana, actividad coagulante”. Así es como este invento, que se llama Artemis, es descripto como un “andamio celular”.

“Es un biomaterial con un sistema de proteínas que puede mandar al organismo a hacer las células que quieras. Es como una esponja que tiene microporos y dentro de ese microporo entran entre 10 y 20 células que se aglomeran, se juntan y van creciendo, expandiéndose hacia otros agujeros”, definió el joven sobre Artemis.

Es una solución desarrollada por el ingeniero biomédico para tratar heridas, la cual puede curarlas al reactivar la generación del tejido celular. Así será como se espera que este parche se aplique a gran escala, con bajo costo y que se destine, de manera especial, a las lesiones de las personas que padecen diabetes. Al mismo tiempo, la creación del científico con raíces platenses evitará infecciones y amputaciones.

El parche de regeneración celular cambiará los tratamientos médicos de, por caso, los pacientes con diabetes. En esa línea, el nacido en el estado norteamericano de Ohio, explicitó: “Las células madre son células capaces de liderar la construcción de otras células y tejidos. Al principio, una célula madre embrionaria es capaz de construir cualquier célula. Pero el gasto energético es tan potente, que a medida que te hacés más viejo y tenés que gastar menos energía, las células madre se hacen menos potentes y, de ser capaces de hacer cualquier célula del cuerpo quedan para hacer solo la piel, o solo los músculos, o los huesos, o la sangre, etc. Estas son las llamadas células madre mesenquimales”.

Como si fuera poco, Franco es el CEO de Asclepii, una empresa de biotecnología que creó junto a su padre en Cleveland. Además, cabe remarcar que la firma especificada será la encargada de lanzar Artemis al mercado. De acuerdo a lo que aseguró, en un año se comercializará en EEUU y para 2028 llegaría al país.

“Dígale a su hijo que tiene razón”

Santiago Kraiselburd, su padre, se encontraba en plena realización de un doctorado en Harvard cuando Franco nació en Boston. Luego, los avatares de la vida de una familia dedicada a la innovación científica llevaron al joven a vivir un lustro en España, para, después, aterrizar en Brasil. Allí, en el país limítrofe, fue donde -en un lapso de ocho años- el ingeniero biomédico potenció su desarrollo, cuando era adolescente.

Las conversaciones entre los maestros del investigador con raíces en La Plata y su padre tenían un tenor particular. “Dígale a su hijo que tiene razón”, era una de las frases que más le repetían al jefe de la familia con tal de controlar a su hijo cuando atravesaba sus estudios, producto de su afán por el saber. Esa era la pasión de Franco, avanzado en cada uno de los niveles, lo cual generaba a los educadores un problema para coordinar la cursada del resto de sus compañeros.

A modo de ejemplo, el joven inventor compara su sentir por la ciencia en la que se especializa con lo que sienten los futboleros por el deporte rey en el mundo.

Precisamente en San Pablo fue donde se consolidó el interés del joven por la investigación científica. Resultó ser que, al no llevarse muy bien con el portugués, una docente de biología guió sus pasos al inscribirlo en un programa de preiniciación científica. Si bien allí comenzó con tareas de revisión de publicaciones de investigación, tiempo después logró presentar un proyecto.

A tal entrega llegó tras el apoyo docente de Carolina Lavini, una científica que tenía una maestría en células madre mesenquimales. De ese modo, Franco Kraiselburd, con tan solo 12 años, comenzó a dedicarse de lleno en la investigación de ese tipo de células que lo llevaron al desarrollo de Artemis.

El secreto de cómo nació Artemis

Con el apoyo de la educadora mencionada, el joven entró al laboratorio Nucel, en cooperación con la Universidad de San Pablo, para trabajar sobre la forma de poner las proteínas que estimulan la migración de las células madre hacia las heridas en un hidrogel. Tras probarlo en roedores con resultados promisorios, el ingeniero biomédico encontró el sentido más solidario de su invención.

Conoció a María, una paciente de un hospital cercano al laboratorio paulista donde trabajaba, que se encontraba en la parada de micro. De acuerdo a su descripción, la mujer tenía diabetes y muchas heridas, sobre todo en los pies, producto del padecimiento. Ella, trabajadora doméstica, iba regularmente a la unidad sanitaria para recibir la atención debida por no disponer del acceso a tratamientos más avanzados para curarse. Tal es así que llegó a perder un dedo del pie, con suerte de no haberle sido amputada una pierna a causa de la enfermedad no transmisible.

Esta situación, que tocó de cerca a Franco, motivó su interés por hurgar en las estadísticas y descubrió que, en 2021, hubo cuatro millones de amputaciones y siete millones de muertes a causa de la diabetes en el mundo.

Tras tres años de trabajo en Brasil, el cambio de trabajo de sus padres lo trajo a la Ciudad para terminar los estudios secundarios en el Instituto Bivongi.

Tiempo después, de nuevo en EE UU, apuntó a ingresar a la Universidad Case Western Reserve (CWRU, por sus siglas en inglés), en Cleveland, Ohio. Una vez dentro de la institución, comenzó a realizar investigaciones con el doctor, profesor y científico Arnold Caplan, conocido como el padre de las células madre mesenquimales debido a que, en 1991, publicó su paper Mesenchymal Stem Cells (Células Madre Mesenquimales). En efecto, el investigador, oriundo de Chicago (EE UU), creó la primera terapia celular.

Si bien al ingeniero biomédico le encomendaron estudiar cáncer, él tenía decidido encarar su carrera por lo que es su pasión: la cicatrización de las heridas. En ese contexto, el joven con raíces en la Ciudad se encontró en el “epicentro de la medicina regenerativa mundial”.

A la par, Franco Kraiselburd seguía sus estudios en Ingeniería Biomecánica y, antes de recibirse en mayo pasado, fundó con su papá la empresa de biotecnología Asclepii con el objeto de dotar de estructura legal la postulación a fondos.

 

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