

Klaus Fuchs fue una mente brillante y un físico admirable / web
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El físico alemán Klaus Fuchs fue clave para que la Unión Soviética lograra desarrollar su bomba atómica
Klaus Fuchs fue una mente brillante y un físico admirable / web
Uno de los mayores éxitos del espionaje en la historia fue el protagonizado por Klaus Fuchs, un físico alemán nacionalizado británico, cuya brillantez científica y compromiso ideológico marcaron un antes y un después. A los 19 años se unió al partido comunista y luchó contra el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, para luego integrarse al Proyecto Manhattan, liderado por Robert Oppenheimer en Estados Unidos, donde participó en el desarrollo de la bomba atómica.
Gracias a él Rusia pudo lanzar hace 80 años su programa nuclear, el 18 de octubre de 1945, basándose en toda la información que Fuchs suministró sobre la bomba de plutonio y la bomba de hidrógeno, convirtiéndose en uno de los espías más decisivos de la historia atómica.
Gran parte de esta historia y sus complejidades se reflejan en la película Oppenheimer, que retrata el desarrollo de la bomba y los dilemas morales de sus protagonistas.
Desde sus primeros años, Fuchs mostró una fuerte oposición al nazismo. Su familia sufrió persecución: su padre, un teólogo que se convirtió a cuáquero, y su hermana fueron encarcelados por ayudar a judíos perseguidos, mientras que su madre se suicidó en medio de las penurias familiares.
Fuchs fue atacado por las tropas nazis y tuvo que huir a Francia y luego a Gran Bretaña, donde se doctoró y comenzó a trabajar en proyectos nucleares.
En 1939, cuando estalló la guerra, fue considerado “extranjero enemigo” y enviado a Canadá, pero gracias al apoyo de físicos británicos destacados como Rudolf Peierls y Max Born, pudo integrarse al programa atómico británico llamado “Tube Alloys”.
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En 1941 se convirtió en ciudadano británico y aceptó la Ley de Secretos Oficiales, pero su compromiso comunista ya era conocido y las autoridades lo investigaron repetidamente sin encontrar pruebas concluyentes.
El giro decisivo en la vida de Fuchs fue la invasión alemana a la URSS en 1941, que consolidó su vínculo con el comunismo soviético. A través de contactos comunistas en Londres, comenzó a pasar información a la inteligencia soviética, incluyendo datos sobre el desarrollo de la bomba atómica.
En 1943 fue transferido a Estados Unidos para trabajar en Los Álamos -siendo continuamente vigilado por el FBI y la CIA-, donde participó en la implosión del núcleo fisionable de la bomba de plutonio, sin dejar de enviar secretos a Moscú.
Su espionaje fue tan efectivo que los cálculos posteriores indicaron que adelantó al menos dos años el desarrollo nuclear soviético. Fuchs utilizó una red de contactos que incluía a otros agentes soviéticos como Harry Gold y David Greenglass, quienes también fueron condenados por espionaje en Estados Unidos.
La caída de Fuchs comenzó en septiembre de 1949, cuando la inteligencia estadounidense detectó una prueba nuclear soviética y alertó a sus aliados británicos.
El análisis de mensajes descifrados del Proyecto Venona llevó a identificar a un espía con el código “Rest”, que coincidía con Fuchs. Fue invitado a un almuerzo en Oxfordshire por la contrainteligencia británica, donde fue confrontado y terminó confesando voluntariamente.
Klaus Fuchs fue reconocido con las órdenes de Mérito de la Patria y Karl Marx
Fuchs admitió haber pasado toda la información posible sobre la bomba atómica a la URSS, justificando su acción con su confianza en la política soviética y su creencia de que los aliados occidentales permitían que Rusia y Alemania se desgastaran mutuamente.
Fue condenado a 14 años de prisión, la pena máxima por divulgar secretos oficiales, aunque cumplió poco más de nueve.
Su confesión tuvo un impacto enorme en el mundo del espionaje. Reveló nombres de otros agentes soviéticos en Estados Unidos, incluyendo a Harry Gold, cuya cooperación llevó a la captura de David Greenglass, y a través de él, a Julius y Ethel Rosenberg. Los Rosenberg fueron acusados de pasar secretos atómicos a la URSS y ejecutados en 1953, en uno de los procesos más polémicos de la Guerra Fría.
Tras su liberación en 1959, Fuchs emigró a la República Democrática Alemana, donde recuperó la ciudadanía alemana y continuó su carrera científica como subdirector del Instituto Central de Investigación Nuclear. Fue reconocido con las órdenes de Mérito de la Patria y Karl Marx por su contribución científica y política. Se jubiló en 1979 y falleció en Berlín en 1988.
Más allá de su perfil de espía, Fuchs fue un hombre discreto, respetado por sus colegas y comprometido con sus ideales comunistas. Su relación con científicos como Richard Feynman, con quien compartió confidencias en Los Álamos, revela la complejidad de su personalidad: un brillante físico que arriesgó todo por sus convicciones políticas en una época marcada por la tensión mundial y la amenaza nuclear.
La historia de Klaus Fuchs es un reflejo de los dilemas éticos y políticos de la Guerra Fría, donde la ciencia, la lealtad y el espionaje se entrelazaron en un juego de poder global. Su legado sigue siendo objeto de análisis para comprender el desarrollo de la energía nuclear, la dinámica del espionaje y las motivaciones detrás de sus actos.
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