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La Ciudad |FUE DOCENTE EN LA FACULTAD DE INGENIERÍA Y AQUÍ COMENZÓ SU ACTIVIDAD LITERARIA

Ernesto Sábato: en La Plata, se formó como científico y se inició en las letras

Nacido en Rojas, se estableció en la Ciudad para cursar el colegio secundario y luego graduarse en ciencias físico-matemáticas en la Universidad local. Se casó y tuvo su primer hijo aquí

Ernesto Sábato: en La Plata, se formó como científico y se inició en las letras

Ernesto Sábato, uno de los escritores más importantes de la Argentina

2 de Marzo de 2025 | 00:05
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“Aquella fue la época más feliz de mi vida. Quizá la única en que fui feliz”

De esa forma y ya entrado en años, el reconocido escritor Ernesto Sábato se refirió a una buena parte de los muchos años que vivió en nuestra ciudad, a la que se mudó con su familia para estudiar el secundario después de completar en Rojas la escuela primaria.

Hay que tener presente que durante la mayor parte de la primera mitad del siglo pasado, salvo en las ciudades más importantes, las poblaciones del amplio territorio bonaerense no contaban con escuelas secundarias. De ahí que numerosos jóvenes viajaran a La Plata o a Buenos Aires para iniciar el secundario, muchos de los cuales se radicaron en alguna de esas ciudades.

Sábato, precisamente, fue uno de ellos. Pero por sus condiciones intelectuales y su visión de la vida, ya de adolescente lo comenzaron a impulsar a un destino que trascendería ampliamente el ámbito platense, para adquirir una gran dimensión que incluso lo hizo ser reconocido a nivel internacional.

Un joven Ernesto Sábato en un viaje en barco

También es preciso señalar que si bien en nuestra ciudad, en la que se hizo un fervoroso simpatizante de Estudiantes, estudió una carrera de las denominadas “ciencias duras”, ya desde la adolescencia se entregó a la actividad política de forma creciente y dio la mayor cantidad de sus primeros pasos en el plano literario, hasta decidirse a abandonar el mundo científico para entregarse por completo a las letras.

Siempre sostuvo que La Plata fue el ámbito propicio para desarrollarse armónicamente como persona desde adolescente y tomar contacto con un ambiente intelectual sumamente rico y variado, marco en el que conoció a “grandes maestros” entre los que destacó fundamentalmente a Pedro Henríquez Ureña, con quien inició una profunda amistad cuanto lo tuvo como profesor en el secundario.

Junto al expresidente Raúl Alfonsín por el “Nunca Más”

DE ROJAS A LA PLATA

Ernesto Roque Sábato nació el 24 de junio de 1911 en la ciudad bonaerense de Rojas; sus padres fueron Francesco María Sábato y Giovannina Ferraro, inmigrantes italianos procedentes de Calabria. Su familia pertenecía a la clase media y el propio Sábato la definió como “clásica y jerárquica”, al tiempo que contó en cierta oportunidad en una entrevista que “mi padre era severísimo y yo le tenía terror, mi madre me escondía debajo de la cama matrimonial para evitarme un castigo”.

Fue el décimo de once hijos y nació poco tiempo después de la muerte de su noveno hermano, Ernesto José, por lo que a él le pusieron el primer nombre del fallecido.

Desde chico escribía y pintaba, dos pasiones que lo acompañarían toda su vida.

En 1923 egresó de la primaria en la Escuela Nº 1 de Rojas y al año siguiente sus padres lo enviaron a La Plata, a vivir con su hermano Juan, quien aquí cursaba ingeniería, y Ernesto comenzó el secundario en el Colegio Nacional “Rafael Hernández”. Un tiempo después su familia también se radicó en nuestra ciudad, en el barrio Meridiano V, en donde sus padres adquirieron una casa grande con un amplio terreno arbolado y parquizado.

Ernesto Sábato con la camiseta de Estudiantes en la cancha de 57 y 1

Y fue precisamente en ese establecimiento educativo de la UNLP en donde conoció al profesor de castellano Pedro Henríquez Ureña,​ a quien años después citaría como inspiración para su carrera literaria, y a Ezequiel Martínez Estrada.

ACTIVIDAD POLÍTICA

En el secundario fue cuando Sábato comenzó a desarrollar sus ideas políticas más cercanas al anarquismo que al comunismo, manteniendo largas y frecuentes charlas con jóvenes de ambas tendencias.

 

Desde chico escribía y pintaba, dos pasiones que lo acompañarían toda su vida

 

Su primer año en nuestra ciudad no le resultó fácil, tal como lo señaló una vez al recordar que “muchas lágrimas derramé en aquel año infinito. Y sufrí muchas humillaciones por mi condición de chico de campo en medio de los que venían de la escuela primaria de la Universidad, que se conocían, que eran amigos. En mis doce años me imaginaba que se reían de mi porte payucano y me sentía absolutamente solo”. Pero ya al cursar segundo año en 1925 sus compañeros habían fraternizado con él y al año siguiente comenzó a participar en la política vinculándose con jóvenes de su misma edad, algunos de los cuales militaban en el anarquismo y otros en el comunismo, aunque, como se dijo, Sábato era más afín al primer grupo.

Dos años más tarde, durante el último año del bachillerato, entabló amistad con el profesor de literatura de otra división, nada menos que Ezequiel Martínez Estrada, con quien compartía su pasión por el ajedrez. El rojense se había consagrado campeón del juego ciencia del Colegio Nacional, pero poco después perdió el interés por esta actividad.

A todo esto, ya se había identificado con el anarquismo y al ingresar en 1929 a la facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de la Universidad Nacional de La Plata comenzaron sus dudas políticas. Al año siguiente se volcó al comunismo, sumándose a la juventud de ese partido.

En 1930, al producirse el golpe militar de Uriburu, Sábato pasó a la clandestinidad y comenzó a descuidar sus estudios, que luego abandonó.

“AMOR A PRIMERA VISTA”

En 1933 fue nombrado secretario de la Juventud Comunista de La Plata, pero además, ese año conoció a la estudiante de ingeniería Matilde Kusminsky Richter, quien se convertiría en su esposa. El encuentro fue en casa de Hilda Schiller, hija del conocido geólogo Walter Schiller, en donde Sábato daba un curso sobre marxismo. La bella joven cursaba ingeniería en La Plata y era amiga de Hilda.

“Fue un caso de amor a primera vista -contó décadas después el escritor-. Fue todo bastante complejo. Se combinaron muchas cosas. Era un momento de cambios cruciales en mi vida, un momento en el que se mezclaba el amor que despertaba en mí un ser tan personal, de una inteligencia que me había encandilado y que al mismo tiempo me conmovía por su apasionada sensibilidad y las ansias de remediar males ancestrales”.

En esa misma época dejó sus estudios y llevó una vida turbulenta, usando nombres falsos y viviendo en varias pensiones de distintos puntos del Conurbano para evadir la persecución de una fuerza política especial que, contra el comunismo, había creado el primer gobierno de facto argentino.

En 1934 el Partido Comunista lo envió por dos años a las Escuelas Leninistas de Moscú.

Pero como antes de viajar a la capital soviética, Sábato debía participar de un congreso comunista en Bruselas, allí se alojó en una pensión en donde su compañero de cuarto lo alertó sobre lo que podría pasarle en Moscú, ante lo cual, se fue a París y regresó a nuestro país ya alejado del comunismo, para concluir su carrera universitaria.

Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, en una charla de café

INICIO LITERARIO

En 1936, luego de haberse recibido, se casó con Matilde Kusminsky Richter por civil, con autorización de un juez de menores y en 1937 obtuvo su doctorado en Ciencias Físico-matemáticas.

Unos meses después escribió un trabajo científico para la Revista Astronómica, de la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía.

El 25 de mayo de 1938 nació en La Plata Jorge Federico, su primer hijo.

En ese mismo tiempo la Asociación Argentina para el progreso de las Ciencias, mediante intervención del Dr. Houssay le otorgó una beca para trabajar en el laboratorio Jolliot-Curie de París, a donde viajó con su esposa e hijo y comenzó a escribir su novela “La fuente muda”.

En 1940 regresó a La Plata, con la decisión de abandonar la ciencia pero, para cumplir con quienes le habían dado la beca, enseñó en la Universidad de La Plata en la cátedra de ingreso a Ingeniería y en un postgrado sobre Relatividad y Mecánica Cuántica.

Un año después apareció lo que según Sábato fue su primer “trabajito literario”, un artículo sobre “La invención de Morel”, en la revista Teseo de La Plata, y seguidamente publicó su primera colaboración en la revista Sur, gracias a la intervención de Pedro Henríquez Ureña. Luego, José Bianco, del comité de colaboración de la revista, citó a Ernesto y, aparte de ofrecerle seguir publicando, le encargó la sección “Calendario”.

También publicó trabajos en algunas otras revistas literarias de la época, y se vinculó estrechamente con consagrados escritores como Victoria Ocampo, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges.

En 1943 se mudó a la ciudad de Buenos Aires y en 1945, cuando ya había dejado toda actividad científica para volcarse por entero a la literatura, nació su segundo hijo, Mario.

FANÁTICO PINCHARRATA

Pese a residir en Buenos Aires, la vinculación de Sábato con La Plata prosiguió siendo muy fuerte porque viajaba mucho para ver a sus padres, que continuaban residiendo aquí, a sus amigos, y para ver partidos de Estudiantes del que, como se dijo, ya desde su adolescencia se había convertido en hincha fanático.

Su vida se sumergió en la literatura. Su obra narrativa consiste en tres novelas: El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador. También se destacó como ensayista en libros como Uno y el Universo, Hombres y engranajes, El escritor y sus fantasmas y Apologías y rechazos, en los que reflexionó sobre la condición humana, la vocación de la escritura o los problemas culturales del siglo XX.

En 1975, Sábato obtuvo el premio de Consagración Nacional de Argentina. En 1976, se le concedió el premio a la Mejor Novela Extranjera en París por Abaddón el exterminador, mientras que en Italia recibió el premio Medici al mejor libro extranjero en 1977 por la misma obra.​ En 1978, le otorgaron la Gran Cruz al mérito civil en España. En 1979 fue distinguido en Francia como comandante de la Legión de Honor.

En 1984 se convirtió en el segundo argentino galardonado con el Premio Miguel de Cervantes luego de Jorge Luis Borges (1979).

También recibió el Premio Konex en 1984, como uno de los cinco mejores novelistas con obra publicada antes de 1950 en la Argentina. Además, el mismo año, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires lo nombró Ciudadano Ilustre, recibió la Orden de Boyacá en Colombia y la OEA le otorgó el premio Gabriela Mistral.

 

El vínculo de Ernesto Sábato con La Plata siempre fue muy fuerte

 

Dos años más tarde, en 1986, se le hizo entrega de la Gran Cruz de Oficial de la República Federal de Alemania. En 1989 se le concedió el premio Jerusalén en Israel y fue nombrado Doctor honoris causa por la Universidad de Murcia (España) y en 1991 por las universidades de Rosario y de San Luis; lo propio ocurrió en 1995 en la Universidad de Turín (Italia) y en 1996 en la Universidad Nacional de Río Cuarto.

Ernesto Sábato, pintando

“NUNCA MÁS”

Tras el regreso de nuestro país a la democracia y por solicitud del presidente Raúl Alfonsín, presidió la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), cuya investigación, plasmada en el libro “Nunca más”, abrió las puertas para el juicio a las juntas militares de la dictadura militar en 1985.

Ernesto Sábato falleció en su hogar en Santos Lugares durante la madrugada del 30 de abril de 2011, 55 días antes de cumplir 100 años, a causa de una neumonía derivada de una bronquitis, que lo aquejaba desde hacía algunos meses.

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