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Información General |IMPRESIONES ENTRE EL HUMOR Y LA REFLEXIÓN

Los Triaca, un hogar laborioso y ubicado

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

21 de Enero de 2018 | 03:39
Edición impresa

Mail: afcastab@gmail.com

Habíamos comentado que a Mariana Triaca, hermana de Jorge, ministro de Trabajo, le habían otorgado sorpresivamente un sillón de directora en el Banco Nación. No fue la única que aprovechó las cercanías ministeriales. Los Triaca han formado una familia estatal laboriosa y ubicada. La esposa fue nombrada coordinadora de la Unidad de Financiamiento Internacional del ministerio de Salud. Una hermana, Lorena, es directora de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional. Y al cuñado lo designó en el SOMU. La vida hogareña se afianza mucho con estos nombramientos de entrecasa. Pero, como los parientes se le iban terminando, Triaca apeló a sus allegados para poder seguir nombrando. A la empleada doméstica Sandra Heredia la puso como delegada y al hijo del jardinero lo acomodó para cargar facturas. Los dos en el SOMU, un sindicato portuario donde vienen atracando los acomodados.

Pero lo que se supo ahora es mucho más grave. Triaca tenía en negro a Sandra Heredia, la empleada doméstica de la residencia familiar. Y cuando ella le pidió un aumento, Jorge se olvidó de las paritarias y eligió lo más fácil y lo más barato: la nombró delegada con 28 mil pesos de sueldo en el gremio de los portuarios, aunque Sandra sólo conocía el agua del baño y de la cocina. Una barbaridad en un sindicato acostumbrado a las barbaridades.

El ministro nombró a la empleada doméstica y al hijo del jardinero en el SOMU, el sindicato portuario donde atracan los acomodados

Lo que pasó después, todos lo saben: furioso porque Sandra demoraba en abrirle una mañana el portón de la residencia familiar, el ministro largó un insulto demoledor que puso a la patoteada de Sampaoli a la altura de una cortesía: “La concha de tu madre, pelotuda”. En esa casa, la casa que limpia y atiende esa pelotuda, celebra sus reuniones de trabajo el poblado gabinete familiar. Pero no hay que asombrarse por este ataque de furia. Los ministros siempre exigen que cuando ellos lleguen todas las puertas se abran. Sandra había demorado mucho esa mañana y Jorge estaba impaciente. El apuro es parte del activo de un funcionario que con mucha prisa se ha venido encargando de darle buenos trabajos a su entorno. Pero lo grave, más allá del terrible insulto, es que haya usado un gremio intervenido para amontonar allegados con buen sueldo y para costearse una empleada de la residencia particular. Una burrada en medio de un gremio que había sacado de circulación a un “Caballo” y que ahora tiembla con esta metida de patas. El ministro a manera de descargo ha dicho que no se reconoce en esas expresiones. “Pido disculpas por el exabrupto (…) no condice con mi manera de actuar ni refleja mi forma de ser”. ¿Cuál será su “forma de ser”? ¿Nombrar y/o putear? La función pública suele extraer lo peor de los que se creen mejores.

Ahora Triaca se tomó vacaciones forzadas en Chapadmalal. Las mucamas del balneario andan a las corridas para no demorarse con las puertas. Todas las mañanas, mientras le pide a Casa Rosada más guardavidas para salvarse, Jorge mira el mar y se consuela escuchando a Luis Miguel susurrar “dicen que la distancia es el olvido”. ¿Será así? Esta semana, el clan familiar y algunos funcionarios le gestionaron un super perdón nacional aprovechando la visita del gran perdonador del Vaticano tras la Cordillera. ¿Pero habrá que perdonarlo? Lo mejor que podía hacer Triaca es agarrar la parentela y quedarse para siempre puertas adentro, sin cargos ni pelotudas ni olvido. Al final, a la pobre Sandra Heredia, protagonista de esta patética comedia, la echaron. ¿A Triaca, no?

Enero accidentado. Con el Papa y el Dakar maniobrando en circuitos peliagudos. Y mucha gente recaliente, porque no sólo el termómetro vino con aumentos. Mensaje de Bergoglio a la Patria. Frío y en inglés. ¿El próximo será en latín? Una semana con reproches, lluvia, incendios, derrapes y desaires. El Papa, el Dakar y Macri lo sufrieron. Lo mejor fue ese pichicho que logró rescatar al andinista perdido. Su logro pareció reflejar a un poder desorientado al que le sobran perros y le falta olfato.

 

(*) Periodista y crítico de cine

 

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