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La Ciudad |HISTORIAS PLATENSES

Ronda de mujeres: formas colectivas de parir y criar

Son mujeres, madres platenses que se reúnen en grupos donde socializan la crianza y la información sobre los cuidados de los hijos. Fomentan el acompañamiento entre ellas partiendo del relato de sus propias experiencias.

Ronda de mujeres: formas colectivas de parir y criar

Las mamás y los bebés nacidos en julio y agosto, y Domingo, que dio sus primeros pasos en el Parque Saavedra.

17 de Febrero de 2018 | 03:33
Edición impresa

Por LUCRECIA BIBINI y VALERIA NATALIA SÁNCHEZ

En City Bell, en Villa Elisa, en la zona de Parque Saavedra, en la sede de la CTA, por las plazas Moreno y Malvinas, en el Gigante del Oeste en Olmos, en Berisso. En todos esos puntos – y aseguran, en muchos otros - se reúnen de manera abierta y gratuita para acompañarse, dialogar, resolver dudas e informarse sobre temas que las atraviesan como mujeres: parto respetado, puerperio, lactancia, alimentación saludable y crianza con apego.

Las páginas y grupos de Facebook “Mujeres en ronda La Plata” –500 miembros– y “Ronda de mujeres La Plata” –1470 miembros– también son espacios donde se invita a compartir experiencias, dudas, a recomendar médicos, obstetras, parteras, y a intercambiar objetos del mundo de la maternidad que ya no se utilizan, como mochilas, fulares y sacaleches. “Busqué este grupo porque estoy sola con mi marido. Tanto familia como amigos están muy lejos, por ende no tengo a nadie en quien apoyarme en esta hermosa pero difícil y solitaria tarea que es en mi caso ser madre”, dice un posteo, entre las innumerables publicaciones que se pueden encontrar y a las que otras mujeres responden para ayudar.

Mientras las demandas de las mujeres se vuelven masivas y superan el clamor por Ni una menos, al punto de que sus referentes ocupan horarios centrales en programas de chimentos, las rondas forman parte de los espacios en los que las mujeres se reúnen para compartir problemáticas y necesidades individuales del ser madre hasta convertirlas en grupales. Es que allí se sienten identificadas y fortalecidas en el rol que eligen: ser mamá.

EMBARAZO ACOMPAÑADO

En ronda, cinco mujeres y sus bebés se reúnen una calurosa tarde de febrero en Parque Saavedra. Domingo, de un año y dos meses, se aleja gateando. Lleva una remera con la bandera cubana y los rulos le caen a un lado de la cara. Su mamá, Micaela Santa María (41), lo vigila desde su sitio: “Ay, miren, es la primera vez que camina”, anuncia, de repente. Domingo da tres pasos descalzo sobre el pasto y cae sentado, mientras las mamás que comparten la ronda lo aplauden.

Micaela y las demás mujeres, Fanny Vilches (30), Laura Díaz (41), Luciana Lazarte (27) y Magalí Arocena (36) se conocieron en un grupo de gestación que impulsa consultas mensuales sobre distintas temáticas vinculadas a la maternidad. Cuando los hijos llegan continúan acompañándose en la crianza, reuniéndose y compartiendo experiencias por WhatsApp: “Una tiene la necesidad de continuar el trabajo colectivo que se nos propuso desde el embarazo, de compartir, de hablar con la otra, que es par, porque también le está pasando lo mismo que a vos, y muchas cuestiones se resuelven en el grupo”, explica Micaela.

Está bueno compartir todas las experiencias tras el parto”

 

El acompañamiento mutuo durante la gestación de sus bebés genera inquietudes que intentan resolver narrando sus experiencias y compartiendo información de manera grupal. “En el paradigma tradicional vos estás sola, llena de miedos y cada duda es un llamado al doctor porque ‘es el que sabe’. Nosotras resolvemos la mayoría de las dudas entre nosotras, porque nos pasó o nos está por pasar. ‘Chicas, ¿quién tiene acidez? ¿Esto es una contracción?’”.

Micaela cuestiona la medicalización del parto que establece que la mujer tiene que estar en un hospital, ir al médico constantemente, hacer dieta y alimentarse con suplementos. Sus compañeras asienten con la cabeza y Magalí, con Amadeo en brazos, aclara que lo que ellas plantean no es que el embarazo no requiera de un seguimiento: “Hablamos de un acompañamiento, no un control”.

La charla continúa y acostados sobre una manta están Julia, Amadeo, Aurora (5 meses) y Eva (6 meses). Luciana levanta a Eva para amamantarla y las demás hacen lo mismo, como por reflejo. Fanny alterna sus acciones entre cebar mates y atender a Aurora: “Lo normal antes era parir entre mujeres y socializar las experiencias y de repente un sistema médico se vino sobre el cuerpo de la mujer a apabullar y silenciar ese saber, y ahora hay que desandar ese camino”, dice.

Luciana plantea la idea de la sumisión a la que la mujer ha estado sometida socialmente y la vulnerabilidad que te genera el embarazo: “Se ha creído o se cree que al embarazo y al parto no podés transitarlo sola, sin supervisión médica”.

Desde el 2004, durante el mes de mayo, se celebra la Semana Mundial del Parto Respetado por iniciativa de la Asociación Francesa por el Parto Respetado (AFAR) y en Argentina, la Ley Nº 25.929, conocida como “de Parto Humanizado o Respetado”, establece que la mujer tiene derecho a ser informada sobre las diferentes intervenciones médicas que se le pueden realizar durante el parto y postparto, y a decidir acerca de las alternativas que puedan existir. También insta a que la mujer sea considerada como persona sana para que esto facilite su participación como protagonista de su propio parto y que sea respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, sin prácticas invasivas o el suministro de medicación que no estén justificados.

El debate sobre estos temas fue generando espacios en donde se comparte la maternidad: “Las madres nos damos cuenta que con una sola persona a cargo del cuidado de los chicos no alcanza, que está bueno compartir el post parto, el puerperio, el inicio de los chicos con los pañales, el jardín”, cuenta Fanny.

Belén Castrillo, socióloga y becaria doctoral CONICET, explica que “las rondas de madres se entroncan con los movimientos de mujeres por el parto respetado que vieron la necesidad de continuar con el acompañamiento entre mujeres. Responde a grupos específicos de mujeres, en general profesionales, trabajadoras, con inquietudes feministas que buscan deconstruir ciertos mandatos sociales sobre el ser madres”.

“TE SENTÍS UNA GUERRERA, TE LLENÁS DE PODER”

Después de un primer parto traumático a causa de la maniobra de Kristeller – donde el médico presiona el abdomen hacia abajo– y que es desaconsejada por la Organización Mundial de la Salud, Micaela parió a Domingo en su casa, informada, acompañada y respetada. “Te sentís una guerrera”, asegura, “te llenás de poder”.

Aunque coinciden en que este tipo de partos son más frecuentes en ciertos sectores sociales, lamentan este hecho. “Yo me endeudaría de por vida por tener otra experiencia como esa”, afirma Micaela. Si bien los costos de los controles mensuales del embarazo no varían, los honorarios del equipo de profesionales se elevan en los partos no tradicionales.

Micaela dio un primer paso en la batalla contra las obras sociales y logró que le reconocieran los gastos de algunos de los profesionales de manera individual: el obstetra, la partera, las enfermeras, y no como grupo de parto. Esto constituye un precedente para que otras mujeres puedan asegurarse un parto respetado y que los gastos corran a cuenta de la obra social.

Magalí, acompañada por su compañero, Juan, añade: “Es un momento muy particular y deberíamos tener la posibilidad de elegir de manera informada y no que tengamos que buscar “lo extraño” para terminar siendo “la logia”. Todas ríen y Fanny cierra la charla con una frase del médico obstetra francés, Michel Odent: “Para cambiar el mundo hay que cambiar la forma de nacer”.

“NO HAY RECETA PARA SER MADRE”

Cuando Rosario Hasperué (36) abre las puertas de su casa, pide perdón por el desorden: “Es una casa donde viven chicos”. En el patio hay una pelopincho donde sus hijos y los de Julieta Paez (38), su amiga y compañera de militancia, entran y salen con total libertad, intercalando el chapuzón con algún bocado de muffin casero. Pero ese “desorden” es atípico: no hay cochecitos, andadores, ni corralitos, ni tampoco el ruido de la tele. Para ella, una casa para chicos significa que corran en libertad, que jueguen, que estén en contacto con el piso, andar descalzos, salir y entrar de la pileta las veces que quieran.

Rosario tuvo a Salvador, su hijo menor, acompañada por un grupo de gestación. Julieta decidió tener a su última hija, Ramona, en su casa luego de haber pasado por dos cesáreas. “Cuando decidimos con mi compañero tener un tercero, dije que iba a parir en mi casa. No quería que me corten un centímetro más del cuerpo. Me atendía con un médico que me siguió con los controles del embarazo y en mi casa parí con una partera”, cuenta.

Parir distinto, respetadas, elegir dónde, cómo y con quién, para ambas solo significó el principio de algo más. “El parto y el nacimiento son procesos fisiológicos vinculados a la naturaleza, y al ser nosotras naturaleza, podemos parir sin demasiadas intervenciones”, reafirma Rosario. “Y nos dimos cuenta que el saber está en nosotras”, agrega Julieta, que explica cuál fue el concepto que dio forma a la Ronda de Mujeres de la cual las dos forman parte.

Le seguís dando pecho; lo crías como lo hicieron con nosotros”, dijo la abuela

 

Este espacio funciona en la sede platense de la CTA (54 entre 8 y 9) y está conformado por madres que en el periodo del puerperio comparten sus experiencias y se acompañan en la crianza de sus hijos. Comenzó como un encuentro mensual, luego fue quincenal y ahora alrededor de 20 mujeres se reúnen una vez a la semana. Es abierto, gratuito y horizontal. De allí también salió la campaña “madres solidarias”, para aquellas mujeres que se habían quedado sin trabajo y una feria de madres emprendedoras.

No hay nada determinado porque para ellas no hay receta de cómo ser madre. Creen que no existe la madre perfecta y tampoco quieren serlo: “Nos ayudamos entre nosotras pero nadie la tiene súper clara; buscamos criar a nuestros hijos respetuosamente, responsablemente. Es negativo pensar el ideal de la maternidad ya que vuelve a las mujeres muy culposas. La realidad es distinta. Si no pudiste darle la teta, no importa, podés hacer otras cosas”.

Julieta y Rosario, más que imponer ideas, plantean deconstruir normas y formas impuestas por la sociedad que te dicen cómo criar a un hijo. “Se compran juguetes, chupetes, todo lo que ayude a criarlo, cuando lo que necesita es la mirada y el brazo del adulto”, explica Rosario.

Para ser más visual, Julieta problematiza la idea de los últimos tiempos, en donde la leche comprada parece ser mejor que la materna. Recuerda el día que estaba amamantando a Tomás, que tenía dos años, y la vió su suegra. “Le seguís dando el pecho, lo estás criando como nos criaron a nosotros”; recita la frase textual y abre los ojos como lo hizo la abuela de Tomás. Para ella, revivir lo que hacían antes las mujeres es una manera de empoderarse.

También dan charlas sobre alimentación. Para el cumpleaños de Salvador se realizó un festejo con comida más nutritiva. “Estamos enfermando a nuestros hijos sin darnos cuenta”, afirma Julieta. Pero también son conscientes de que no todos pueden o quieren cambiar ese hábito y eso también es válido. “Hay algunas que son re fundamentalistas de una alimentación más sana, otras que no pueden por falta de tiempo y otras que no lo creen necesario. Y todas las posturas están bien. Nosotras sólo compartimos experiencias”, aclara.

Ser madres y padres implica tomar todo el tiempo decisiones. Permitir el colecho, hasta qué edad extender el uso de pañales, mamadera o teta, si es bueno que use chupete, qué alimentación elegir y en qué momento, si va a tener celular y van a mirar televisión, escolarización temprana o más tiempo con la mamá. Y todo el tiempo la duda, y la idea de que otro siempre te puede aconsejar mejor.

Pero Rosario y Julieta un día se preguntaron “¿Qué sabe el pediatra lo que está bien o mal?” Y entonces pensaron: “Las relaciones de hijos y padres son relaciones personales, y queremos volver a como se hacía antes, al rescate de las mujeres que criaban colectivamente. El médico está para la enfermedad”.

—Y encima el médico es varón —agrega Sofía, la hija mayor de Julieta, de 9 años.

En una conversación a solas, Julieta y Rosario habían llegado a la conclusión de que, sin darse cuenta, a lo largo de los encuentros de estos dos años comenzaron a llevar adelante una crianza “más feminista y antipatriarcal”. En la respuesta de Sofía está la prueba.

 

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Las mamás y los bebés nacidos en julio y agosto, y Domingo, que dio sus primeros pasos en el Parque Saavedra.

En los días de ronda, las mujeres abordan distintos temas mientras sus hijos juegan libremente en el mismo espacio.

En la ronda que se realiza en la sede platense de la CTA las mamás también se reúnen para celebrar los cumpleaños.

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