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La ley para la despenalización del aborto, o votar entre grietas y desmesuras

14 de Junio de 2018 | 01:58
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Por JOSÉ MARÍA TAU (*)
josemtau@fibertel.com.ar

Nos preguntábamos en marzo si el proyecto de legalización del aborto podrá debatirse en serio. Ante las Comisiones de Diputados expusieron más setecientos oradores de la más diversa formación, ocupación y orientación. ¿ Fueron todos escuchados ?

En el recinto, por estas horas, debe acordarse una propuesta que será votada, seguramente, en el transcurso de esta mañana. Evitando el simulacro de diálogo al que suelen llevar las convicciones cuando sólo buscan confirmar lo que ya cada uno pensaba. Convencer.

Nacida con la metáfora del puente, la Bioética enseña que en temas así podemos ser categóricos, pero no terminantes, porque seguirán siendo cuestiones “abiertas”. Si imagináramos una orquesta, tampoco podría hoy ejecutarse una melodía, cualquiera sea la partitura. No por cuestiones de afinación: se ha abierto en Argentina una nueva grieta. Y el Derecho es impotente para sortearla.

“Terminaremos de parir una democracia cuando logremos debatir respetuosamente y aceptar opiniones contrarias a las nuestras”

 

Algunos pseudo liberales pretenden hacer creer que el ordenamiento jurídico no tiene que ser “performativo” (palabra difícil, que equivaldría a “educativo”). Pero toda norma (moral, tanto como jurídica) y más en materia de derechos personalísimos, orienta hacia determinado horizonte de valores. De ahí la responsabilidad de los legisladores. Moldean la Argentina futura.

Obviamente, ninguna norma logrará que todo niño nazca en un hogar que lo ame, lo cuide, lo eduque. Pero no puede desentenderse de la vida indefensa.

Se dirime si la tutela jurídica del embrión comenzará a partir de su anidación en el vientre materno, como actualmente, o luego de determinadas semanas. Y si la mujer podrá libremente decidir interrumpir la gestación hasta la semana 14 y todo hospital deberá practicar perentoriamente el aborto, farmacológico o no.

En Argentina lo prohíbe el Código Penal, con supuestos de despenalización como la violación y grave peligro para la salud de la madre, en los que la mujer “puede” solicitar el aborto.

El desconocimiento, o interpretaciones demasiado restrictivas de esos supuestos le restaron aplicación en la práctica asistencial. Una de las razones, tal vez, por las que se tratan hoy estos proyectos.

Abundaron las objeciones de conciencia basadas en el juramento hipocrático (según el cual el médico debe proteger la vida). Aunque también hipocresías, como la del que se niega a practicarlo en el hospital y no en el ámbito privado. Pero eso no llega, sensatamente, a justificar que hoy se proponga la prisión para quien se demore, o niegue a abortar.

Desmesura. Como es interpretar los labios de un espermatozoide que recién atravesó la membrana del óvulo desconociendo la dimensión del tiempo.

Cuando en el siglo XX se promulgaron las primeras leyes abortistas la revolución sexual recién comenzaba. Todavía no había terminado de decodificarse el genoma, ni conocía “a ciencia cierta” la existencia de un individuo único e irrepetible de la raza humana tras la fusión del óvulo y espermatozoide. Tampoco se usaba en general el ecógrafo, que mostraría un corazón, distinto al de la madre, latiendo en su vientre sin parar desde la cuarta semana hasta que sobrevenga la muerte del nuevo ser.

En buena hora atraviesa el planeta una onda de revalorización de la mujer. Ser madre quizá la constituye antropológicamente superior al varón. Pero Occidente la había confinado en ese papel reproductivo para reducirla física y psicológicamente, como “segundo sexo”.

Hoy eso está revirtiendo. Se valora la autonomía y libertad reproductiva de la mujer. Aunque algunas llegan a enarbolar un autonomismo desasido hasta del mínimo sentido de responsabilidad.

Qué alcance tendría aquí la consigna “por el derecho a decidir”, si no está referida a mujeres violadas, abusadas de la forma que sea, o menores ? Qué significa proclamar, tras una relación consentida, “se trata de mi cuerpo”, o: “nadie puede obligarme a cargar meses con otra persona…”? Sepultan la regla de oro de la moralidad (no hacer a otro lo que no quieres que te hagan a ti). Impiden cualquier diálogo.

Además del cuidado de embrión, se debate si hoy una comunidad, con medicina muy estatizada, el tercio de su población bajo línea de pobreza, mal alimentada y una educación pública deplorable, deberá hacerse cargo de una decisión voluntaria, fuera de aquellos supuestos de despenalización.

La medicalización privilegia la razón de salud. Pero ¿acaso será saludable, para la mujer, abortar en abril el producto de un encuentro sexual de año nuevo? ¿ No es demasiado tiempo incluso para ella ?

Justificar no sólo significa acudir a legislaciones extranjeras. Elegimos y pagamos a los legisladores para discernir lo mejor, o siquiera lo menos disvalioso, usando la inteligencia además de la memoria. Si no, pondríamos PCs y listo

Copiar y pegar sería, además, preocupante, teniendo en cuenta que en varios países con legislaciones abortistas rige también la pena de muerte….

“Ninguna norma logrará que todo niño nazca en un hogar que lo ame y lo cuide. Pero no puede desentenderse de la vida indefensa”

 

Aunque podría hacernos reflexionar: en setiembre de 2017 Chile aprobó una ley que lo despenaliza en tres supuestos: violación, riesgo para la salud de la mujer y patología en el embrión o feto incompatible con la vida extrauterina. Esa “solución” puede no satisfacer a cierto feminismo, pero quien la promulgó es una mujer (médica, socialista y madre) y refrendaron sus Ministras de Salud y de la Mujer y Equidad de Género.

Terminaremos de parir una democracia cuando logremos debatir respetuosamente y aceptar opiniones diferentes y hasta contrarias a la nuestra. Pero asumiendo también como obligación fundamentar -no tan sólo “invocar”- libremente y con veracidad.

Tratándose de la vida frágil, el momento exige además coraje y creatividad frente a falsos atajos, que el mundo se está replanteando. Los diputados tienen la responsabilidad de votar en conciencia, no según agrupamiento. Difícil tarea, ya deben elegir entre normas que pueden resultar para algunos, escandalosas (“escándalo” significa obstáculo, escalón difícil de sortear, pero también “trampa”) y para otros, inaceptables.

 

(*) Abogado-Vicepresidente de la Asociación Argentina de Bioética Jurídica

 

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