Costita, en La Plata: “En el teatro soy mi mejor versión”

“Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, pero ésta les puedo asegurar que sí”. Así realiza el anuncio de su espectáculo la humorista Costa, que llega esta noche a la ciudad con su unipersonal.

Las tablas del escenario La Nonna (47 esquina 3) serán testigos, a partir de las 21, de “A toda Costa”, una obra que la propia protagonista definió: “Hablar de mi propio show es la parte más complicada porque siempre parece una madre o una abuela que está hablando de su hijo. Yo siempre digo lo mismo: el espectáculo es bárbaro porque lo escribí yo, habla de mí y lo represento yo misma, entonces es un canto a la soberbia que está bueno”. En diálogo exclusivo con EL DIA, Costa añadió: “El show básicamente son mis mejores momentos, yo contando mi vida con humor, que el humor fue lo que a mi me salvó y me posibilitó ser. La profesión es la que siempre me cuidó y me contuvo, entonces durante todo el espectáculo lo que la gente hace es reírse, reírse y reírse. Es como estar en un living, donde una tía se tomó dos whiskys y comenzó a contarles historias a las familias... o unas sidritas en Navidad”.

Recordando la génesis del espectáculo, la artista mencionó a un personaje muy emparentado con nuestra ciudad: “La idea de este unipersonal nació hace mucho tiempo ya, más o menos 4 ó 5 años. Yo había empezado a trabajar en la radio con Santiago del Moro (forma parte del programa radial “El Club del Moro”, que se emite por la 100) y hay un gran artista, que es hincha de Gimnasia y Esgrima La Plata, que se llama Nacho Bulián. Él empezó a imitarme, y yo no me daba cuenta que estaba imitándome a mí, que estaba imitando mi voz, entonces empecé a pensar que estaba tan anulada, tan arrasada por todo lo que me estaba pasando y también por muchos años de la enfermedad, de la obesidad, de un montón de cosas. Porque ser artista es genial, pero ser artista del under es muy duro, cuesta mucho esta profesión. Y Nacho me empieza a imitar, todos se reían y yo no tenía registro. Hasta que le dije: ‘Nacho, cuando hacés esa voz espantosa, ¿de quién hacés?. De vos, me contestó’. Y ahí dije ‘hay algo que no va’. Desde ahí empecé a delinear este monólogo, que después empezó a recortarse, a actualizarse y a seccionarse. Porque de un monólogo de una hora y pico empecé a nutrirlo con otras cosas y terminé armando este espectáculo”.

-¿Qué sentiste el día del estreno, recordás cuáles fueron tus sensaciones en el debut?

-El día del estreno para el artista es cuando uno dice ‘¿por qué no me dediqué a otra cosa?’. El estreno es terrible porque a ningún artista le gusta mostrarse en falta y en ese momento lo que te falta es la seguridad, entonces estás al costado del escenario, un lugar que se llama pata y estás en esa pata y no hay momento más solitario que ese. Y cuando se abre el telón está la verdad, la verdad del actor. Y estás temblando de emoción, de amor, de nervios. Un estreno es como encontrarte con el primer amor.

-¿La elección del título fue simple, se te ocurrió de inmediato?

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-Me habían llamado para hacer temporada en Carlos Paz en el verano y llamé a un productor amigo y me dijo ‘de ninguna manera, vos tenés que estar en la costa’. Costa, en la costa, y ahí salió el nombre del espectáculo, que siempre digo que es gracioso, porque es “A toda costa” ¿y quién soy yo? Costa. Y quedó. Y la responsabilidad, en los tiempos que corren, lograr que la gente vaya al teatro es una epopeya casi. Y no solo del artista, sino del público también. Hay gente que va por primera vez al teatro y me va a ver a mí, entonces temblás de la emoción, de la bendición. Hay poca gente en el mundo que vive de su profesión y para un artista salir a una sala y que la gente esté tan expectante y tan abierta a tu propuesta es maravilloso. Eso no se compara con nada, no hay manera de explicarlo. Solamente el que se subió ahí lo sabe.

-¿Tenés algún ritual o cábala antes de subir a escena?

-Hay una tradición en el teatro, antes de salir a escena: te das las dos manos con tu compañero o compañera. En este caso es Luciana Corbo que está conmigo, nos damos la manito, hacemos tres sacudones de brazo, decimos “mierda, mierda, mierda” y pisamos el escenario con el pie izquierdo. Y después ya va mi mambo, mi máscara, el maquillaje que elegí ese día. Es un ejercicio teatral la máscara con la que voy a enfrentar al público esa noche. Y ese es un ejercicio muy mío, muy íntimo, donde no me gusta demasiado que me charlen. Tengo que estar concentrada en formar la máscara de cuerpo entero, es toda una transformación. La que está sentada en el programa de Vero (participa del ciclo de Telefe “Cortá por Lozano”) o en la radio todas las mañanas no es la que sube al escenario. La que sube al escenario es realmente la que soy. Está muy bueno para mí y cada función es como si fuera la primera vez y eso es lo más lindo que me pasa. Sigo con la ilusión intacta después de tantos años de profesión, porque yo empecé en el 2001. Ya este año cumplo la mayoría de edad, los 18 arriba del escenario.

“Sigo con la ilusión intacta después de tantos años de profesión”